Este jueves, la emblemática fumata bianca sobre la Capilla Sixtina no solo anunció al primer papa estadounidense de la historia, León XIV, sino también un giro en el rumbo doctrinal de la Iglesia Católica. Ante una plaza San Pedro repleta, el cardenal Robert Prevost emergió como un pontífice catalogado como «centrista», pero cuya visión contrasta con el progresismo de su predecesor, Francisco. Su llegada coincide con un momento crítico: polarización política global, declive en la asistencia a misas y tensiones entre doctrina tradicional y demandas sociales.
LGBTQ+: Entre la inclusión y la doctrina tradicional
Uno de los primeros frentes analíticos es su postura hacia la comunidad LGBTQ+. Mientras Francisco abogó por bendiciones a uniones homosexuales en 2023 —destacando la necesidad de un enfoque pastoral «flexible»—, León XIV retoma el discurso tradicional. Según un informe del College of Cardinals, el nuevo papa considera que la «simpatía mediática» hacia prácticas LGBTQ+ contradice el Evangelio. Ya en 2012, como cardenal, criticó en el New York Times cómo los medios promovían una «ideología contraria a los principios de la fe».
León XIV ha adoptado una postura más conservadora, alineándose con la enseñanza tradicional de la Iglesia de que la homosexualidad es un pecado
Su pragmatismo se refleja en el tratamiento regional: durante una reunión en octubre de 2024, León XIV reconoció los «desafíos culturales únicos» de los obispos africanos para aplicar políticas vaticanas sobre matrimonio igualitario. «En África, nuestra realidad cultural es diferente […] la aplicación no es viable», afirmó, refiriéndose a países donde persisten leyes antihomosexualidad.
Migración: La herencia de Francisco que perdura
En contraste, León XIV mantiene una línea de continuidad en el apoyo a migrantes, herencia clave del papado anterior. Como cardenal en Perú, mostró solidaridad con los más de 1,5 millones de venezolanos que llegaron al país, según Jesús León Ángeles, coordinador de un grupo católico local. «La migración es parte de la misión de Cristo», declaró el pontífice, alineándose con la defensa de la dignidad humana que Francisco impulsó frente a políticas como el muro fronterizo de Trump.
Mujeres en la Iglesia: Sin clericalización, pero con liderazgo limitado
En igualdad de género, ambos papas coinciden en rechazar la ordenación sacerdotal femenina. León XIV, durante el Sínodo de 2023, advirtió que «clericalizar a las mujeres generaría nuevos desafíos», aunque reconoció su «contribución significativa». Francisco, pese a su postura similar, innovó al incluir mujeres con derecho a voto en sínodos y en cargos directivos, un avance que León XIV aún no ha ampliado.
Cambio climático: El pecado «estructural» que une a dos papas
Aquí, el análisis revela sorprendente continuidad. León XIV retoma el legado ecológico de Francisco, calificando el daño ambiental como un «pecado estructural» en un seminario de noviembre de 2024. «La crisis no es solo ambiental, sino social», afirmó, vinculando el cambio climático con la injusticia global. Esta postura refleja su preocupación por el sur global, donde la degradación ambiental agrava pobreza y migración.
Conclusión: ¿Equilibrio o tensión?
León XIV emerge como un líder que combina tradición con pragmatismo geopolítico. Mientras en temas como migración y ecología mantiene el rumbo de Francisco, su enfoque conservador en LGBTQ+ y género marca una ruptura. Su desafío será navegar una Iglesia fragmentada: progresistas que claman por inclusión y conservadores que celebran el retorno a la ortodoxia, todo en un mundo donde la relevancia religiosa se disputa en medio de crisis sociales. La fumata blanca, pues, anuncia no solo un papa, sino una encrucijada.
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