Por primera vez en dos años, China, la segunda economía del mundo, ha entrado en deflación. Los precios de consumo cayeron un 0,3 % en julio, en comparación con el mismo periodo del año anterior, un «agravamiento del malestar económico» que puede provocar la transición a una nueva y peligrosa fase económica, informa The Wall Street Journal.
Pese a que la mayoría de los países se han enfrentado a niveles récord de la inflación tras el levantamiento de las restricciones introducidas por la pandemia del covid-19, la situación en el gigante asiático se difiere radicalmente.
El valor de una serie de artículos ha sufrido drásticas caídas, desde materias primas como el acero y carbón hasta productos de primera necesidad y de consumo diario. El ahorro de las familias chinas aumentó en 17,8 billones de yuanes (alrededor de 2,4 billones de dólares) en 2022, sin embargo, la población está consumiendo con cautela.
¿Cuáles serían las amenazas?
El peligro es que si la expectativa de una caída de los precios se afianza, podría minar aún más la demanda, exacerbar la carga de la deuda e incluso llevar a la economía a un callejón sin salida de la que será bastante difícil escapar con las medidas de estímulo a las que tradicionalmente han recurrido las autoridades chinas.
Otro riesgo radica en la elevada carga de la deuda, ya que aumentaría los costes de su servicio para los prestatarios y, probablemente, les incitará a gastar e invertir menos. De acuerdo con los datos del Banco de Pagos Internacionales, la deuda total de China alcanzó casi tres veces el tamaño de su producto interno bruto en 2022, superando a la de Estados Unidos.
En el caso del gigante asiático, la ausencia de la inflación indica un desequilibrio de la economía, provocada, según opinan los analistas, por el apoyo insuficiente de Pekín a la seguridad social de los hogares. Para el resto del mundo, la situación tiene dos caras: por un lado, la reducción de los precios puede contribuir a la lucha contra la inflación, ya que las exportaciones se abaratarían. Pero por otro lado, la gran cantidad de productos chinos a bajo precio puede perjudicar a los competidores extranjeros y provocar pérdidas de empleo en los países desarrollados.
La opinión de los expertos chinos
No obstante, algunos economistas chinos no comparten este pronóstico. Wang Qing, analista jefe de macroeconomía de Golden Credit Rating International, considera que la caída del índice de precios en julio era, muy probablemente, un fenómeno temporal en el contexto de una recuperación económica sostenible y un crecimiento de dos dígitos de M2, la masa monetaria total.
De acuerdo con el vocero de la Oficina Nacional de Estadísticas de China, Fu Linghui, entre las razones del debilitamiento económico «temporal», se encuentran un entorno internacional complejo y severo, atonía de la economía mundial, insuficiencia de la demanda interna y una base de partida relativamente alta el año pasado.
Por su parte, el economista de la Universidad de Cornell, Eswar Prasad, quien en su momento dirigió la división china del Fondo Monetario Internacional, cree que «la realidad es cada vez más sombría». «El planteamiento del Gobierno [chino] de restar importancia a los riesgos de deflación y estancamiento del crecimiento podría ser contraproducente y dificultar aún más la salida de la economía de su espiral descendente», agregó.
¿Qué pasa con la segunda economía del mundo?
El Gobierno del país asiático ya ha comenzado a introducir medidas para corregir la situación. El Banco Popular de China redujo este martes el tipo de interés en 15 puntos porcentuales con el objetivo de impulsar una recuperación económica tambaleante, lo que permitió bajar la tasa de interés anual al nivel del 2,5 %.
Además, las autoridades chinas anunciaron la suspensión de publicaciones de los datos del desempleo juvenil, que alcanzó una cifra sin precedentes en los últimos años. En junio, la cifra de personas, entre 16 y 24 años, sin trabajo alcanzó un récord del 21,3 %, que es cuatro veces superior a la tasa de desempleo total.
El comercio exterior también sufrió un declive significativo. En junio, las exportaciones del país cayeron un 12,4 % en dólares, respecto al mismo período de 2022, el mayor descenso desde la pandemia. Las importaciones también cayeron un 6,8 %.
Las posibles vías de recuperación
Para combatir la turbulencia económica, Pekín debe prestar más atención a dos obstáculos principales: el temor a la inminente suspensión de pagos de los gobiernos locales y una depresión psicológica general que inhibe el gasto de los hogares.
Según los analistas de la companía de investigaciones Gavekal Dragonomisc, es necesario instar a las instituciones financieras estatales a reestructurar grandes tramos de deuda de los gobiernos locales, ampliando los plazos de vencimiento y bajando los tipos de interés para regular el problema a nivel local. Los expertos instan que todas las operaciones sean transparentes para que China pueda pasar a la siguiente etapa de la rehabilitación económica: una gran venta de activos improductivos con los recortes adecuados a empresas estatales y privadas.
En lo relacionado a la condición psicológica de la población, los economistas aconsejan estabilizar el mercado inmobilario, reduciendo los tipos de interés hipotecarios, las cuotas iniciales y otras restricciones. Si se logra frenar la bajada de los precios en esté ámbito, los ciudadanos tendrán más confianza en su principal reserva de riqueza.
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