Olas de calor, incendios forestales, océanos más ácidos, deshielo de los glaciares y, en un futuro no muy lejano, la disminución de la biodiversidad, son sólo algunas de las principales amenazas que hoy enfrenta la humanidad y que se han transformado en una verdadera crisis ambiental.

En medio de esta cruda realidad, un grupo de científicos alertó sobre una situación aún más grave que sufrirá el planeta: en los próximos cinco años el calentamiento global superará el límite crucial de los 1,5 grados, lo que significa que el mundo percibirá la mayor temperatura nunca antes registrada.

Y aunque en el Acuerdo de París de 2015 los países participantes llevaron adelante distintos esfuerzos para mantener el incremento de la temperatura global por debajo de ese límite crucial, esa promesa no se podrá cumplir.

Es en este cuadro que hace 54 años se estableció el 22 de abril como el Día Mundial de la Tierra, una fecha que marca el aniversario del nacimiento del movimiento ambientalista moderno que comenzó oficialmente en 1970 y que, desde las diferentes organizaciones, cada año invita a la población a actuar de manera consciente con el medioambiente y el cambio climático.

Vale la pena preguntarse entonces, ¿qué tan vulnerable está Chile frente a este fenómeno? María Inés Díaz, académica de la Universidad Bernardo O´Higgins (UBO), dice que nuestro país no es un gran contribuyente de emisiones de gases de efecto invernadero, pero lamentablemente es uno de los más vulnerables a los efectos ocasionados debido a su exposición geográfica.

“Ello representa una serie de desafíos en el corto plazo, sin embargo, Chile destaca por contar con potencial para desarrollar una economía sustentable y resiliente al cambio climático, lo que se refleja en los grandes pasos que ha dado en esta línea”, comenta la especialista.

Liderazgo y un llamado urgente

Con el propósito de avanzar hacia una sociedad más verde y que se haga cargo de lo que produce, en el año 2020 Chile presentó un plan de contribución para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, comprometiéndose hasta llegar a un máximo de 95 millones de toneladas al 2030.

“A fin de alcanzar esta meta el país ha estado apostando fuertemente por las energías renovables, por lo que para el año 2025 se trazó aumentar en un 20% su energía a partir de fuentes renovables ya sea eólica o solar. De hecho, ya en el 2022, por primera vez la producción de energía usando fuentes solar y eólica superó la producción mediante uso del carbón, constituyendo todo un hito”, destaca Díaz.

Gracias a estas apuestas, actualmente el país ha sido reconocido como un referente en la lucha contra el cambio climático, liderando alianzas para la acción en este ámbito. Una de las iniciativas relevantes es la política de carbono-neutralidad al 2050, al igual que el hidrógeno verde, una nueva industria que busca posicionar a Chile en lo más alto del desarrollo sustentable gracias al trabajo colaborativo que ha impulsado la industria, la academia, en conjunto con la sociedad civil y el sector público.

“Chile es el primer país de Sudamérica que cuenta con una ley de hidrógeno verde, por lo que hoy está entre los 7 países con mayores proyectos de este tipo en el mundo junto a Australia, Alemania, China, Países Bajos y Arabia Saudita”, detalla la docente universitaria.

No cabe duda que el mundo y, por cierto, Chile están experimentando los embates de un problema difícil de resolver. Pero la experta de la UBO enfatiza que a través de pequeñas acciones podemos contribuir a preservar nuestro entorno natural. “Hago un llamado a que cada uno de nosotros aporte a esta cruzada, disminuyendo su consumo energético a nivel doméstico, por ejemplo. También podemos usar ampolletas de bajo voltaje, utilizar dispositivos electrónicos de bajo consumo y desenchufarlos cuando no los estemos ocupando, entre otras valiosas medidas”, asegura María Inés Díaz, quien plantea la urgencia de utilizar los recursos de la manera más eficiente posible, con el fin de garantizar un futuro saludable para las generaciones venideras.

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