Hoy estamos en una encrucijada en la que no habríamos querido estar. Ir «A Favor» o «En Contra» de esta nueva constitución. No es una decisión fácil y hay argumentos de ambos lados justos, lo que implica pensar más allá del texto mismo y más allá de los artículos individuales.

Ver qué es mejor para Chile. No se nos puede olvidar que fuimos forzados y engañados. Algunos interesados por lograr el poder estuvieron dispuestos a quemar el país. Con tal de imponer su visión ideológica engañaron a la gente diciéndoles que todos los problemas reales se arreglarían con una nueva Constitución. Gritaron a viva voz que la Constitución de “Pinochet”, según el propio Presidente “escrita por cuatro generales”, no era democrática y amenazaron de modo tal que el Presidente Piñera, entregó “las joyas de la corona”, creyendo que compraba la paz.

A cuatro años de eso sabemos todos que era una gran mentira. Sabemos que los problemas de las personas, reales, por cierto, nunca tuvieron que ver con la Constitución. Usaron las emociones de la gente para poder completar “la revolución”, el cambio de paradigma y “matar al neoliberalismo”. Que hoy no nos digan otra cosa.

En el primer proceso la extrema izquierda era mayoría y, borracha con el 80/20 del plebiscito de entrada, no se guardaron nada. Escribieron su sueño bolivariano, una copia de constituciones de países fracasados. Un texto completamente marxista en el que prometían ser como Nueva Zelanda, siguiendo la receta de Bolivia o Venezuela. Todo salió mal, porque no sólo excluyeron a la mitad del país, sino porque en el interior le hicieron “bullying” al más estilo matonesco a todo quien disintiera de la locura colectivista imperante. Fue una real casa de Orate y el resultado fue un texto absolutamente desquiciado en el que Chile dejaba de existir como lo entendemos y bajo el que el poder se concentraba de modo tal que el totalitarismo estaba asegurado. No nos podemos olvidar que a la izquierda radical el texto le gustaba tal cual y que el “socialismo democrático” llamaba a aprobar dicha locura argumentando que luego se cambiaría -su lema era “aprobar para reformar” (algo que hoy ya no defienden).

Lo bueno es que ese texto funesto quedó por escrito así que no le digan ahora a nadie que eso no es lo que buscaban. Sabemos que quieren un país nuevo, con un nuevo hombre, redimido desde el socialismo. Esa receta ha fracasado en todas partes, pero ellos lo iban a hacer bien. Hablan hoy de que el texto actual no incluye al resto, ¿con qué ropa se atreven a decir eso? ¡No tienen decencia! Exigen lo que ellos no hicieron, bajo el argumento “ya aprendimos”. Nunca han aprendido, sino no intentarían aplicar ideas fracasadas una y otra vez. Son como los “monos porfiados”.

Pero viendo lo que sucede hoy, parece ser que el texto actual no excluyó tanto. No le gusta a la izquierda radical, ni a muchos de derecha. Como dijo Luis Silva “ incluye cosas que ellos no habrían querido que estuvieran”, acogió ideas de otros. De hecho, los comunistas van en contra, siempre que no es lo de ellos se oponen, “quieren todo o nada”. La izquierda radical, “los comunistas de pantalones cortos”, dígase Frente Amplio, van en contra. Evidente, ellos obedecen al Partido Comunista. El llamado Socialismo Democrático, va en contra, ya que no les gusta el ejercicio democrático, no les gusta la democracia, porque en el fondo son totalitarios también. Les ha costado guardar los dientes que sacaron en el primer proceso.

Sectores de la derecha van en contra porque según ellos abre el camino al socialismo. Dicen que el PC seguirá y que el proceso no terminará. Se centran en artículos específicos sin leer el texto en su conjunto, augurando interpretaciones funestas, que al leer el texto no son como ellos plantean.

Ciertamente no es un texto perfecto, ninguno lo es. Es suficientemente sensato, sin duda. Y sí, hay artículos malos que pueden ser perfeccionables en el camino, como todo en la vida. El hecho de culminar un proceso democrático y legal, aunque a muchos no nos haya gustado este proceso sin plebiscito de entrada, es algo esencial para volver a avanzar y salir del loop.

El hecho que sea firmado por el Presidente Boric, los obliga, al menos por un tiempo a respetar lo acordado. Nos da más tiempo para reconstruir Chile y avanzar. Sí, es cierto que el PC va a molestar, siempre lo hace, pero ya no será “la Constitución de Pinochet”, al menos no podrán usar ese “no argumento”. Seremos gobierno por los próximos periodos y lograremos estabilizar a nuestro amado país.

Con todos los peros que pueda tener, creo que mirando nuestra historia y entendiendo que esto mismo le ha pasado en Chile muchas veces, lo mejor es ir «A favor» y darle al país una nueva Constitución y avanzar. Este “modo constituyente” no da para más.

Por Magdalena Merbilháa, periodista e historiadora, para El Líbero

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