Amedida que la esperanza de vida se prolonga, la incidencia y prevalencia de las enfermedades asociadas al envejecimiento van en aumento. Las enfermedades neurodegenerativas, como las demencias, entran dentro de este grupo. En un estudio publicado en la revista Lancet en 2022 estimaron que el incremento del número de personas con demencia sería de 57,4 millones de casos en 2019 a 152,8 millones de casos en 2050.

El sistema nervioso central, y principalmente el cerebro, está constituido por células que, a día de hoy, no se regeneran en su gran mayoría, lo que lo convierte en un órgano delicado y vulnerable, especialmente sensible al paso del tiempo, a las lesiones directas como infartos o traumatismos y a las intoxicaciones. La edad es el principal factor de riesgo de las demencias, definiendo demencia como un proceso complejo en el que están implicados mecanismos moleculares que alteran la función celular, causan desconexión sináptica, muerte celular, inflamación y disfunción de redes neuronales, y todo esto se traduce en un deterioro cognitivo y de la personalidad, alteración del comportamiento, de funciones motoras y sensitivas, en detrimento de la autonomía de la persona.

| «No podía faltar el realizar ejercicio de manera regular, que parece beneficiar a los pacientes con inicios de demencia y podría ayudar a prevenirla»

Las demencias se clasifican según la causa que las provoca, pero todas ellas se producen por acúmulo de agregados de proteínas anormales en el cerebro. La demencia más frecuente es el alzhéimer, que representa el 60% de todas las demencias, aunque clínicamente pueden resultar parecidas y en todas ellas los síntomas van progresando más o menos rápido a lo largo de la enfermedad.

Hasta ahora se consideraba y aceptaba en el mundo de la medicina convencional que, una vez establecida la demencia, la enfermedad es irreversible y no hay curación alguna: el diagnóstico es devastador. Los distintos fármacos aprobados para su tratamiento solo consiguen enlentecer la progresión de la enfermedad y los fármacos más prometedores aún en fases de investigación tienen cuestiones sin resolver en cuanto a seguridad y efectos a largo plazo.

En ciertos contextos puede parecer que no se ha progresado mucho en esta área de la medicina y que no hay soluciones para evitarlo, pero la realidad es que existen importantes avances que demuestran que es posible prevenir la instauración de la lesión cerebral e incluso mejorar alguna de las facetas una vez instaurada la demencia. Y así lo demuestra el método Recode, del que ya hemos hablado en este espacio de opinión.

El primer gran paso que dio el Dr. Bredesen fue definir la enfermedad de Alzheimer como una situación protectora del cerebro ante agresiones externas, pudiendo encontrar tres subtipos metabólicos diferentes. Y así lo describe en una publicación en 2015, de esta forma, al dar un nuevo enfoque del origen de la enfermedad, le ha sido posible encontrar un tratamiento efectivo para evitar su aparición e incluso revertirlo en las fases iniciales.

El tratamiento no es posible mediante un único fármaco, ni es igual para todos los pacientes, sino que consiste en hacer un estudio completo y aplicar una terapia personalizada e integrativa, lo cual tiene muchas coincidencias con la medicina preventiva para el envejecimiento saludable. Siendo el cerebro el órgano más sensible al envejecimiento, tiene sentido que las medidas sean similares, aunque probablemente haya que ser más estricto y llevar un seguimiento estrecho de la evolución para comprobar qué parámetros afectan más a cada paciente para personalizar el tratamiento.

Los resultados con los primeros pacientes tratados con este método han sido publicados recientemente en la revista Biomedicines.

Los principales pasos comienzan por evitar tóxicos, el tabaco debería desaparecer completamente de nuestras vidas y, con respecto al alcohol, cada vez parece más demostrado que incluso pequeñas cantidades de este resultan perjudiciales para el perfecto funcionamiento cerebral.

La dieta y alimentación saludable junto con la microbiota y salud intestinal es el siguiente gran apartado de este método, que, aunque a priori puede parecer la parte más costosa, te introduce en nuevos hábitos con resultados en algunas ocasiones inmediatos.

Le sigue el buen descanso nocturno, para lo que es necesario dormir entre 7 y 9 horas diarias. En un estudio multinacional sobre casi 8.000 pacientes entre 50 y 60 años, demostraron que dormir 6 horas o menos al día se asociaba a un aumento del riesgo de demencia asociada con la edad, independientemente de otros factores de riesgo como factores sociodemográficos, riesgo cardiometabólico o salud mental.

No podía faltar el realizar ejercicio de manera regular, que parece beneficiar a los pacientes con inicios de demencia y podría ayudar a prevenirla. Aún no se puede concretar cuánto ejercicio es necesario para conseguir este efecto y por ello hay ensayos clínicos en marcha que darán respuesta a esta cuestión.

En un estudio que revisó 27 publicaciones, incluyendo a más de 25.000 participantes, concluyeron que los pacientes con deterioro cognitivo leve y demencia mejoraban con el ejercicio, aunque para tener suficiente evidencia se necesitan ensayos clínicos prospectivos y con largo seguimiento.

Como explicábamos, en este método existe una parte importante que es individual, y va a depender de factores de riesgo de cada paciente y que se estudian de manera individualizada como mantener niveles hormonales óptimos, valoración de la salud cardiovascular, salud oral, actividad mental, control del estrés y de la ansiedad, entre otros.

Por último, otro dato a tener en cuenta, y que merece la pena destacar, es el estudio genético de alzhéimer y los riesgos que conlleva. Está descrito un gen llamado ApoE4 que predispone a los pacientes que lo tienen a desarrollar alzhéimer y que explica el que en cierto modo esta enfermedad sea hereditaria. Lo más positivo que se conoce hasta ahora es que incluso en aquellos pacientes genéticamente más desfavorables, que serían aquellos con dos copias del gen ApoE4 (heredadas de cada uno de los progenitores), pueden evitar desarrollar una demencia tomando las medidas necesarias propuestas con el método Recode. Precisamente este fue un tema de actualidad hace unos pocos meses a raíz del diagnóstico del genotipo E4/E4 del actor Chris Hemsworth en las pruebas médicas realizadas mientras rodaba la serie documental Sin límites, que aborda, entre otros temas, aspectos del envejecimiento saludable.

Pensar que puede estar en nuestra mano cambiar las previsiones del número de personas que van a tener demencia en las próximas décadas, no deja de ser una noticia optimista y abre una ventana de esperanza para todos, tengamos o no síntomas de inicio de deterioro neurocognitivo y/o riesgo genético de alzhéimer, como Hemsworth. Al fin y al cabo, todo lo que hay que hacer para envejecer en salud es bueno para prevenir el alzhéimer.

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