Está ocurriendo en tiempo real y ante la mirada atónita de los astrónomos. Una enorme nube de gas llamada X7, del tamaño de 50 Tierras, está siendo destrozada y devorada ‘en directo’ por Sagitario A*, el gran agujero negro central de nuestra galaxia.

Durante los últimos 20 años los astrónomos han observado con el Observatorio W. M. Keck, en Hawái, uno de los más poderosos del mundo, cómo la nube se iba acercando y cambiando de forma, estirándose más y más a causa de la gravedad del agujero negro a medida que se acercaba a su inevitable final. Una ‘agonía’ que en términos humanos podría considerarse lenta, pero que es un simple suspiro en las escalas temporales cósmicas.

Las observaciones revelan que actualmente la nube se ha convertido en un largo filamento de 3.000 Unidades Astronómicas (UA) de largo (una UA equivale a 150 millones de kilómetros, la distancia entre el Sol y la Tierra) y que se está ‘enroscando’ cada vez más estrechamente alrededor de Sagitario A*. El estudio se acaba de publicar en ‘The Astrophysical Journal’.

«Es una oportunidad única – asegura Anna Ciurlo, autora principal del artículo- para observar los efectos de las fuerzas de marea del agujero negro en alta resolución, lo que nos da una idea de la física del entorno extremo del Centro Galáctico«. Las fuerzas de marea, causadas por la fuerte atracción gravitacional de Sagitario A*, son capaces de estirar cualquier objeto que se acerque al agujero negro; la gravedad es tan fuerte que el lado más cercano del objeto al ‘monstruo’ (ya se trate de una nube de gas, un ser humano o un planeta entero) es atraído con mucha más fuerza que el lado más alejado, lo que provoca su estiramiento, en un proceso que los científicos han llamado ‘espaguetización’.

«Es muy emocionante -dice por su parte Randy Campbell, coautor de la investigación- poder observar cambios significativos en la forma y la dinámica de X7 con tanto detalle y en una escala de tiempo relativamente corta, ya que las fuerzas gravitatorias del agujero negro supermasivo en el centro de la Vía Láctea influyen en este objeto«. Actualmente, X7 se encuentra en una trayectoria orbital alrededor de Sagitario A* que, de poder completarse, tardaría 170 años. Aunque todo apunta a que no tendrá tiempo de hacerlo.

No más allá de 2036

En palabras de Mark Morris, de la Universidad de California en Los Angeles y otro de los autores del estudio, «anticipamos que las potentes fuerzas de marea ejercidas por el agujero negro galáctico finalmente destrozarán a X7 antes de que pueda siquiera completar una órbita». Según se desprende de su trayectoria, el equipo estima que la desdichada nube se acercará mucho más al agujero negro alrededor del año 2036 para luego disiparse por completo en cuestión de poco tiempo. El gas y el polvo que constituyen X7 serán arrastrados hacia Sagitario A* y los investigadores creen que podrían causar algunos ‘fuegos artificiales’ a medida que se calientan y giran en espiral hacia el corazón del agujero negro.

El trabajo constituye la primera estimación de la trayectoria orbital de X7 y también el análisis más sólido hasta la fecha de los notables cambios en su apariencia, forma y comportamiento. Para observar X7, el equipo utilizó el espectrógrafo de imágenes infrarrojas OSIRIS y la cámara de infrarrojo cercano de segunda generación NIRC2 del Observatorio Keck, en combinación con los sistemas de óptica adaptativa de los telescopios Keck I y Keck II.

¿Un objeto G?

Según los autores del trabajo, X7 comparte algunas propiedades con otros objetos polvorientos que orbitan alrededor de Sagitario A* llamados ‘objetos G’, que parecen gas pero se comportan como estrellas. Sin embargo, la estructura, la forma y la velocidad de X7 han cambiado más rápida y bruscamente de como lo hacen en los objetos G. El filamento de gas y polvo, por ejemplo, se mueve mucho más rápido, registrando velocidades de hasta 800 km por segundo.

Con todo, el origen de X7 sigue siendo un secreto a la espera de ser resuelto, aunque los investigadores barajan algunas ideas al respecto. «Una posibilidad -dice Ciurlo- es que el gas y el polvo de X7 fueran expulsados en el momento en que dos estrellas se fusionaron. En un proceso de este tipo, la estrella fusionada se oculta en el interior de una capa de polvo y gas, lo que podría encajar en la descripción de los objetos G. Y el gas expulsado tal vez produjo objetos similares a X7».

Por supuesto, los investigadores seguirán observando X7 hasta el final, y estudiando paso a paso cómo la enorme gravedad de Sagitario A* lo está destrozando día a día. «Es un privilegio -afirma Campbell- poder estudiar el ambiente extremo del centro de nuestra galaxia».

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