El ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, condenó este jueves las tesis de la Universidad de Chile que abordan la pedofilia, calificándolas de «gravísimas» durante una entrevista en Ciudadano ADN. Aunque admitió no haber leído el contenido completo, señaló que las dedicatorias y páginas iniciales lo «violentaron enormemente». Pese a respetar la autonomía universitaria —garantizada por ley desde 1981—, Ávila confió en que la rectora Rosa Devés actuará con «compromiso irrestricto» para investigar si se transgredió el marco ético y de derechos humanos, especialmente en protección de la niñez.
«Ninguna investigación académica justifica transgredir derechos»
Ávila rechazó argumentos que defienden el valor filosófico de los textos: «Ninguna actividad académica, por muy de alto nivel que sea, puede transgredir este marco». Además, advirtió sobre el efecto colateral de la polémica: «Alimenta la caricatura que muchos sectores quieren para evitar discutir temas como la educación sexual integral. Esto confunde: alguien dirá que hablar de afectividad es igual a promover parafilias».
Riesgo de manipulación discursiva y defensa de la educación sexual
El secretario de Estado vinculó el escándalo con la urgencia de avanzar en una «ley marco de afectividad y sexualidad integral», proyecto que el Ejecutivo presentará en semanas. Según Ávila, esta iniciativa busca «poner alertas para que casos de pederastia no sucedan», formando estudiantes informados: «Un niño que conoce su cuerpo y relaciones de poder tendrá herramientas para poner límites».
Contenidos colaborativos y resguardo de derechos
El ministro detalló que la propuesta se construirá con las comunidades educativas y familias, priorizando derechos humanos e inclusión de grupos históricamente excluidos. «No se trata de sexualizar, sino de educar para prevenir abusos y discriminación», subrayó, aludiendo a críticas conservadoras que suelen asociar educación sexual con «ideología de género».
Análisis: Entre la autonomía universitaria y la responsabilidad ética
La controversia expone tensiones entre la libertad académica y los límites éticos en investigación. Mientras la U. de Chile enfrenta presiones para aclarar los alcances de las tesis, el gobierno aprovecha el debate para impulsar su agenda educativa, buscando desvincular la discusión sobre diversidad sexual de delitos como la pedofilia.
La postura de Ávila refleja una estrategia dual: condenar lo inaceptable sin caer en simplificaciones que alimenten discursos reaccionarios. Sin embargo, el riesgo persiste: sectores opuestos a la educación sexual podrían usar el caso para estigmatizar políticas progresistas, tal como él teme.
Conclusión: Un debate que trasciende las aulas
Más allá de las tesis, la polémica revela una batalla cultural en torno a cómo Chile aborda la protección infantil y la formación en sexualidad. Mientras el ministerio intenta blindar su propuesta con enfoque en derechos, la sombra de la desinformación y los prejuicios amenaza con enturbiar un diálogo necesario. La respuesta de la U. de Chile será clave para despejar dudas, pero el verdadero desafío sigue siendo construir consensos en un país aún fracturado por sus tabúes.
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