Cuando hace poco más de un año, el Presidente Boric anunciaba un gabinete lleno de figuras jóvenes e inexperimentadas, Antonia Urrejola brillaba con colores propios. Abogada, Comisionada de la CIDH, asesora de la OEA y una vasta carrera como consultora internacional, la Canciller cercana al Partido Socialista prometía contribuir a la configuración de la amalgama perfecta entre experiencia y juventud que requería el novel gobierno para desarrollarse adecuadamente.

12 meses después, y luego de los ordinarios y escandalosos audios del “amurrado-gate”, Urrejola termina por sumarse a la lista de estrepitosos fracasos del gobierno. Evidentemente, luego de una filtración tan grave como ésta, donde la plana ejecutiva del Ministerio de Relaciones Exteriores insulta y ridiculizan al Embajador Bielsa, la Subsecretaria Fuentes y el Senador Quintana, a la Canciller Urrejola no le queda más que renunciar. Al menos por dignidad, si es que algo le queda después de su desastrosa gestión.

Pero los errores de la Cancillería no partieron ayer, sino que el mismísimo 11 de marzo, cuando al asumir el mando, el Presidente Boric se burló de la supuesta impuntualidad del Rey de España, siendo que en realidad la demora había sido responsabilidad de la organización chilena. Luego vinieron los nombramientos de los amigos del Presidente y candidatos derrotados como Embajadores, contrariando explícitamente sus compromisos de campaña; el desaire al Embajador de Israel quien, luego de un arrebato infantil del Presidente, quedó plantado en un salón de La Moneda y las décadas de relación bilateral estuvieron en grave riesgo; o las salidas de madre de los representantes chilenos en el exterior, liderados por el excéntrico Javier Velasco en España, un dirigente de cuarto orden que terminó convertido en un pequeño monarca en Madrid, gracias a la designación presidencial.

Ni hablar de las relaciones económicas internacionales, que quedaron en manos de otro amigo del Presidente, el Subsecretario Ahumada: un negacionista de los acuerdos comerciales y que se ha dedicado, en cuerpo y alma, a boicotear el TPP11 y dilatar el cierre de las negociaciones con la Unión Europea. Asimismo, proponía someter a consulta las decisiones comerciales y diplomáticas de Chile, cuestionando la legitimidad de los instrumentos vigentes; y potenciar una política industrial conjunta entre Bolivia, Argentina y Chile, motivada más por afinidad ideológica que por un análisis estratégico y racional.

Es legítimo cuestionarse, ¿Por qué sigue la Ministra Urrejola en su cargo? ¿Por qué no renunció luego de las repetidas ocasiones en que el Presidente, o alguno de sus amigos, la dejó en ridículo, forzándola a dar explicaciones por errores ajenos? ¿Por qué no renuncia ahora, por errores propios, luego de un episodio tan burdo que evidencia su poca habilidad diplomática y que, aunque la Ministra Vallejo afirme lo contrario, lesiona gravemente las relaciones con nuestro vecino más importante de la región?

Hay que terminar con la impunidad de quienes dirigen nuestras relaciones diplomáticas y que, en este último año, nos ha llevado a normalizar los errores y tropiezos de una institución que debería brillar por su profesionalismo y excelencia. La Ministra Urrejola no da ni el ancho ni el alto, y lejos de aportar experiencia y capacidad al gabinete, se suma a la cada día más extensa lista de autoridades incapaces e ineptas que nos gobiernan.

/Escrito por Cristián Valenzuela para La Tercera

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