En enero, Guido Girardi sorprendió al mundo político al llamar “la lista del indulto” a la idea de ir en un mismo conglomerado político con el Frente Amplio y los comunistas para consejeros constitucionales. En ese momento la ciudadanía estaba en real “shock” frente al evidente prontuario de los indultados en medio de una crisis de seguridad país.
Las acciones políticas del conglomerado de gobierno, movidas desde la ideología, parecían más allá de lo sensato y conveniente políticamente. Había que desmarcarse. En ese momento Girardi dijo que el PC y FA “no nos quieren” y que la elección de mayo estaba perdida. Pero no pasó “ni mucha agua bajo el puente” para que el mismo Girardi llamase a ir en una lista única. La gran pregunta es ¿qué pasó? ¿qué negoció? Porque lo claro es que quienes estaban a favor de los indultos, siguen estándolo y que, aunque deshaciéndose en explicaciones resumidas en las llamadas “desprolijidades”, los indultos siguen en pie y nadie ha intentado enmendar el camino.
Ya a esta altura en Chile estamos casi acostumbrados a las llamadas “volteretas”, a la idea, como dijo el hoy cuasi olvidado Baradit, “mis palabras no me representan”. Pero esto ya no da para más y es un verdadero insulto a la ciudadanía. Se supone que la política vela por el bien de Chile y que pone en la mira el bien superior antes que el personal, pero la evidencia ha dejado claro que eso dista mucho de ser así.
La falta de probidad es algo transversal en la política, lo que francamente avergüenza. Personas que buscan servirse y no servir abundan. Por lo mismo cambiar de opiniones y de veredas, según conveniencia, es lo que se estila. La gran pregunta es ¿qué es lo que creen?, ¿hay algo no transable?, ¿es el bien de Chile y de las personas su norte?
Todas preguntas válidas para una ciudadanía cansada y despierta. Chile despertó ciertamente el 4 de septiembre y lo hizo a golpes. Costó que el “hechizo”, que prometía el paraíso terrenal sobre la tierra, se quebrara. Pero el discurso hegemónico instalado se rompió y la verdad, la realidad apareció y las personas se dieron cuenta de ello. La promesa de que iban a estar mejor se reemplazó con un “mucho peor”.
La idea del esfuerzo se frustró con el daño hecho a la profundidad del mercado de capitales que hizo que el sueño de la casa propia se alejara de la emergente clase media. La Inflación, en gran medida, autoprovocada con los retiros clamados por los que hoy son gobierno, come los salarios. El desempleo aumenta debido a las complicaciones de las empresas que, con las reformas tributarias y laborales por venir, estarán aún peor. La promesa de mejor educación terminó de destruir completamente el sistema público con la ideología y que la calidad quedara fuera de toda ecuación por las defensas corporativas y por mantener a los malos profesores en sus plazas.
La promesa de salud para todos terminará de reventar el sistema público colapsado con la quiebra del sistema privado y todos estarán mucho peor. Las pensiones siguen esperando, porque el fin era hacerse del botín, no de mejorar a las personas. El discurso no era más que una quimera. Todo es un relato de conveniencia de los políticos que, obsesionados con la nueva Constitución, siguen con ese “canto de sirena”, cuando la ciudadanía está despierta. La nueva Constitución no cambiará el país, ni nos hará Nueva Zelandia o nórdicos, eso no es real. Nada de eso pasará. No seremos un país desarrollado, no sin base cultural.
Por eso hoy la lista a consejeros constitucionales en la que parte del llamado “socialismo democrático” se une “al no democrático”, el PC y FA, es “la lista del insulto”. Es un insulto a la inteligencia de las personas. Es no comprender que ya la gente entendió que los que hoy son gobierno no habrían llegado nunca al poder si no hubiesen estado dispuestos a literalmente “quemar el país”. Hicieron todo por el poder y hoy están dispuestos a todo por mantener el poder.
Con esto queda claro que el Partido Socialista, Revolución Democrática, Convergencia Social, Partido Comunista, Comunes, Partido Liberal, el Frente Regionalista Verde Social y Unir son quienes validan la violencia y la extrema izquierda y aunque de nombre se auto llamen “Unidad para Chile” como pacto, son el gran problema de Chile, los que no entendieron que Chile despierto es moderado. Bien por el PPD y la DC, que apostaron por el centro, tan necesario, y así se replica la fuerza del Rechazo.
Por Magdalena Merbilháa, historiadora y periodista, para El Líbero
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