Buena parte del impacto de los cambios de gabinete es el componente de sorpresa que va asociado a los ajustes que hace el Presidente en su equipo de gobierno.

Lamentablemente para el gobierno del Presidente Gabriel Boric, el cambio de gabinete que se viene anunciando desde fines de 2022 no va a tener ese efecto. Tanto porque los puestos más importantes no parecen ser reemplazables como porque los probables nombres que saldrán ya son ampliamente conocidos, el impacto del cambio de gabinete que probablemente ocurrirá en el mes en el Boric cumple su primer año en el poder será bastante menor de lo que necesita el Gobierno para dar un buen inicio al año legislativo.

El golpe de timón que necesita el Gobierno para dejar en claro que este año habrá una hoja de ruta mucho más clara y que lograrán avances concretos en sus iniciativas legislativas va a necesitar una señal mucho más fuerte que el cambio de gabinete que parece estar planificando La Moneda.

Los gobiernos siempre se desgastan. Los problemas en implementar sus promesas de campaña, la indisciplina de los legisladores oficialistas, el bloqueo constante de los legisladores de oposición, las crisis no previstas que golpean al Gobierno y lo fuerzan a redefinir sus metas, y los errores no forzados que desvían la atención y hacen perder valioso tiempo a la administración, siempre conspiran y terminan desgastando a los equipos.

Este gobierno en particular, debido a la inexperiencia de muchos de sus personeros más importantes en cargos administrativos y producto de las altas expectativas que generó la llegada de un Presidente tan joven y con tantos impulsos refundacionales hizo que el golpe de la caída entre las expectativas y la realidad fuera particularmente duro.

Además, el Gobierno tuvo que enfrentar una categórica e inapelable derrota electoral apenas seis meses después de asumir el poder. Habiéndosela jugado con todo a favor de la nueva Constitución, la amplia victoria del Rechazo fue también una devastadora derrota para el proyecto transformador del Gobierno. A Boric y a sus dos coaliciones les ha costado mucho ponerse en pie después del portazo en la cara que les dio una amplia mayoría del electorado nacional. Siempre es difícil perder una elección. Pero cuando ibas con una amplia ventaja solo unos pocos meses antes del día del plebiscito, resulta especialmente doloroso morder el polvo de la derrota. Cuando asumió el poder, Boric y sus aliados daban por sentado que lograrían una victoria en el plebiscito y que eso facilitaría la implementación de su ambicioso proyecto transformador.

El cambio de gabinete que hizo Boric después de la derrota en el plebiscito ayudó a redefinir las prioridades de su Gobierno y a dejar en claro que el proyecto refundacional con el que había llegado al poder estaba muerto. Pero en los meses que han transcurrido desde ese cambio, se han multiplicado las dudas sobre cuál es la nueva hoja de ruta de la administración.

El Gobierno pasó de una oposición abierta al TPP-11 a celebrar su entrada en vigor hace unos días. Las promesas de una reforma tributaria profunda se han diluido al punto que ahora se discute si logrará recaudar un 2% del PIB en régimen. La reforma de pensiones anunciada con bombos y platillos todavía no se empieza a votar en la Cámara de Diputados. La radicalidad izquierdista del Gobierno se ha centrado en nombrar personas radicales pero incompetentes a cargos clave y en unos injustificados y dañinos indultos. Pero la estructura institucional del país no se ha modificado bajo la administración de este Presidente que habla mucho más de lo que hace.

De ahí que el cambio de gabinete que se viene difícilmente podrá ayudar al gobierno a salir del complejo lugar en que se encuentra. Si Boric opta por fortalecer a los moderados, los más radicales en su coalición cederán a la tentación de sumarse a la desordenada oposición que se está formando a la izquierda de Boric. El intento de lograr un nuevo retiro de fondos de pensiones -iniciativa que Boric suscribió cuando estaba en la oposición- se convertirá en la forma en que la izquierda presionará para recordarle a Boric que él prometió que su administración lograría convertir a Chile en la tumba del neoliberalismo.

Si en cambio, Boric opta por darle más fuerza a los radicales de izquierda, su aprobación seguirá cayendo y la gente lo castigará en las elecciones para el Consejo Constitucional a realizarse en mayo de 2023.

Como no tiene mucho margen, pero tampoco mucha convicción respecto a qué tipo de gobierno deberá liderar en lo que queda de su administración, el Presidente Gabriel Boric probablemente terminará reflejando esa confusión e indecisión en el cambio de gabinete que se espera realice en el mes de marzo. Porque Boric no sabe hacia dónde quiere ir, el cambio de gabinete que pronto realizará tampoco logrará señalar al país cuál es la dirección en la que pretende llevar a su gobierno en la primera mitad de 2023.

Por Patricio Navia, sociólogo, cientista político y académico UDP, para El Líbero

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