El telescopio James Webb ha observado por primera vez al asteroide 2024 YR4, un cuerpo celeste cuya órbita inquietó a los astrónomos desde su descubrimiento. Aunque llegó a considerarse una amenaza para la Tierra, los nuevos datos han descartado esa posibilidad. El análisis se llevó a cabo mediante un tiempo de observación de emergencia asignado por la Agencia Espacial Europea a una misión científica internacional.

Los sensores infrarrojos del telescopio han revelado detalles inéditos sobre el tamaño, la composición y el comportamiento térmico de este objeto cercano. Durante las cinco horas de observación, los investigadores midieron la rotación completa del asteroide, que se produce cada veinte minutos. Estos datos, combinados con la posición relativa respecto al Sol y al propio James Webb, han permitido calcular un diámetro aproximado de 60 metros.

Los resultados muestran que el asteroide es ligeramente más grande de lo que indicaban los telescopios terrestres. Además, su baja temperatura sugiere que su superficie es menos reflectante y, posiblemente, compuesta por un material más rocoso y denso de lo esperado.

En las primeras estimaciones, algunos modelos llegaron a atribuirle una probabilidad de colisión del 3,1% contra la Tierra el 22 de diciembre de 2032. Sin embargo, los últimos cálculos han reducido ese riesgo a prácticamente el 0%, lo que permite descartar por completo un impacto contra nuestro planeta.

La Luna sigue siendo un posible objetivo

Pese a que la amenaza terrestre ha desaparecido, la posibilidad de que el 2024 YR4 impacte contra la Luna sigue presente. La probabilidad se mantiene en torno al 2%, una cifra suficiente como para que los astrónomos sigan de cerca su trayectoria.

Una colisión controlada de este tipo permitiría, por primera vez, observar cómo se forma un cráter lunar a partir de un objeto con masa, velocidad y dirección conocidas. “Hemos cruzado los dedos para que se produzca un impacto en la Luna”, afirmó Alan Fitzsimmons, profesor de la Universidad de Belfast, a la revista New Scientist.

Está previsto que el James Webb lleve a cabo una nueva observación del asteroide en mayo de 2025, antes de que este desaparezca durante años hacia las regiones exteriores del sistema solar. Esta segunda campaña permitirá afinar su trayectoria y confirmar si el riesgo lunar se mantiene.

“Mientras que el impacto contra la Tierra ha sido descartado, la probabilidad de colisión con la Luna sigue siendo real”, escriben los autores del informe preliminar, aún pendiente de revisión definitiva. Si se confirma, el evento podría marcar un hito en la investigación de impactos astronómicos controlados.

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