“Ya basta, ya basta. Si queremos tener un país seguro, si queremos vivir en paz, entreguemos las condiciones, entreguemos las herramientas y trabajamos juntos porque las normativas y leyes entreguen las herramientas suficientes para que el carabinero salga a trabajar con tranquilidad y pueda tener la certeza de que lo que va a hacer no va a ser cuestionado ni por el Ministerio Público ni por las autoridades”.

Eran pasadas las 11.30 de la mañana, cuando en La Moneda, los asesores del Ministerio del Interior escucharon estas declaraciones del general director de Carabineros, Ricardo Yáñez, en que reaccionaba al atropello del cabo Álex Salazar, quien fue arrollado en Concepción en medio de un procedimiento de fiscalización de un conductor en estado de ebriedad. Enseguida, el audio fue compartido a la titular de la cartera, Carolina Tohá, quien, a sus colaboradores, les transmitió que se trataba de palabras desafortunadas y que era necesario conversar, frente a frente, con el alto oficial, y así pedirle explicaciones por sus dichos.

El general Yáñez fue citado para las 8.30 de la mañana en La Moneda. La conversación entre ambos duró cerca de 40 minutos, donde lo primero que le consultó Tohá a Yáñez fue por la salud del cabo Salazar, quien a esa hora estaba en riesgo vital. La ministra -según explicaron quienes conocieron la cita-, entonces, fue al punto en cuestión: “¿Por qué hizo este emplazamiento?”, le consultó, a lo que el jefe policial le explicó, en corto, que fue luego de conversar con la esposa del policía gravemente herido, que ella le manifestó esta aprensión, y que él tan sólo la transmitió.

Además, el oficial, dijo estar al tanto que, entre las filas, hay dudas sobre cómo adoptar ciertos procedimientos. La ministra, compartió el fondo del reclamo respecto a que lo ideal sería tener resuelto los proyectos de ley que favorecen la protección a las policías, pero Tohá le advirtió que no era la forma: Ese emplazamiento al Congreso, no le correspondía a él.

Más temprano, el subsecretario del Interior, Manuel Monsalve, había señalado en radio ADN, que “me pregunto si le hace bien a las instituciones policiales, a sus máximos representantes en este caso el General Director de Carabineros, entrar a cuestionar a otros Poderes del Estado. Me pregunto si es parte de sus funciones y yo creo que no, porque él tiene los canales abiertos con el gobierno, él puede venir a hablar con el subsecretario del Interior cuando lo estime pertinente y él lo sabe, y también puede hablar con la ministra del Interior cuando lo estime pertinente”.

El feble frente interno

El general director, luego de la reunión, lo resumió así: “Estas declaraciones se dan en un contexto de mucho dolor por la situación que afecta a la familia y al carabinero, y también a la familia institucional, y a todo el país y, por cierto, a todas las autoridades”. Ese contexto se lo explicó a Tohá.

“Siempre la forma se puede mejorar de cómo uno manifiesta o expresa sus ideas, pero aquí hay que preocuparse del fondo, de que el trabajo que se está haciendo en materia legislativa es tremendamente importante y así lo hemos conversado con la ministra para que los carabineros puedan trabajar de manera más tranquila, más segura. (…) Las cosas se pueden decir de forma distinta, pero el fondo no lo podemos perder”, agregó el general.

Antes, y durante la cita, el tema ya era comentado entre generales, y también en los mandos medios. La molestia, dicen, tiene que ver con que comunican una “reprimenda” al general director, en La Moneda, justo cuando el cabo estaba en riesgo vital, lo que para los policías que están en actos de servicio siempre es preocupante. En estos casos, la sensación es que cualquier policía puede morir en un procedimiento.

El cabo a segundo plano

Ese “timming” es lo que molestó en Carabineros, pues, agregan, que el grave estado de salud del cabo pasó a segundo plano y se expuso al general director como responsable de interpretaciones políticas que ellos desconocen. En ningún caso, explican en Carabineros, se quiso interpelar al parlamento, sólo se replicaba la angustia de una familia que veía cómo la vida del cabo Salazar se apagaba por no existir mayores herramientas legales que persuadan a delincuentes a no atentar contra un policía en servicio.

Pero, además, entre los generales admiten que la crítica que lanzó Yáñez también apuntaba a calmar a la tropa. No solo por lo ocurrido con el cabo de Concepción, sino que con una soterrada molestia entre los mandos bajos. Allí, explican en la institución, existe una sensación de poco respaldo del alto mando con ellos.

Y ese sentimiento se potenció aún más la semana pasada, cuando tomaron conocimiento de que tres generales habían recibido a Jorge Valdivia en el Edificio Norambuena. Apuntan a que son justamente esos altos oficiales los que más les piden cuentas, o les quitan el piso cuando los errores se comenten en los escalafones más bajos y que, sin embargo, ahora eran miembros del generalato que exponían a la institución en medio de la polémica por el “telefonazo” de la diputada Maite Orsini (RD) que pidió explicaciones por un control de identidad del exfutbolista y que tuvo eco en Carabineros.

Cuando Yáñez ya se alistaba para otras tareas, y quería dejar atrás el episodio de la reunión Tohá, vino la confirmación del fallecimiento del cabo Salazar. Con esto, la molestia al interior de la institución respecto de esta especie de “reprimenda pública” al general director de Carabineros por parte del Gobierno se acrecentó aún más.

El general director se trasladará este miércoles a Concepción para participar del funeral del cabo fallecido y, ahora, la duda en la policía uniformada es si la ministra del Interior irá o no a esta ceremonia, donde estarán los familiares y colegas de un nuevo mártir de la institución.

/psg