El debate sobre quién realmente está gobernando en Chile deja en evidencia el problema de liderazgo que afecta al Presidente Gabriel Boric. Precisamente porque el egresado de derecho siempre defendió valores y principios de una izquierda bastante más radical que los que hoy parecen ser el norte de su Gobierno, corresponde que el propio Boric salga a aclarar si cambió de postura, aceptó que sus ideas no tienen ni apoyo mayoritario en el país ni viabilidad de implementarse, o simplemente no se da cuenta de que su Gobierno se ha convertido en el sexto gobierno de la Concertación.

A menos que Boric explicite si la moderación que ahora promueve su Gobierno es resultado de un cambio en sus convicciones, es solo una movida obligada por la fuerza de los hechos o es una decisión que él no comparte, se seguirán multiplicando las dudas sobre quién realmente está gobernando en Chile.

La ministra del Interior Carolina Tohá se molestó cuando fue consultada sobre una declaración que hizo, en una entrevista en El Mercurio, el rector Carlos Peña.

En la entrevista, Peña sugirió que, en realidad, Tohá estaba gobernando Chile. Una lectura más cuidadosa de la entrevista deja en claro que el punto de Peña es que la agenda de reformas con la que llegó Boric al poder ya no es ni la hoja de ruta ni el norte del Gobierno.

Esa agenda de reformas original puede ser resumida, brillantemente, en la intempestiva declaración de Boric cuando ganó las primarias en julio de 2021. Allí, dijo que, así como Chile fue la cuna del neoliberalismo, también sería su tumba. Esa declaración de Boric refleja una convicción profunda de que todo lo que está mal en Chile hoy se puede asociar al modelo económico que se ha profundizado y mejorado desde el retorno de la democracia en 1990.

Es evidente que el Gobierno de Boric ya no aspira a cavar la tumba del neoliberalismo. Es más, son los propios defensores del modelo social de mercado los que ahora están manteniendo a flote el gobierno y fijan su norte.

En eso, aunque Tohá se enoje, Carlos Peña describe a la perfección lo que ocurre hoy en La Moneda. Un Gobierno que llegó al poder prometiendo sepultar al modelo económico vigente en Chile ha terminado rescatado por los que exitosamente profundizaron, matizaron y mejoraron ese modelo.

Gabriel Boric enfrenta, entonces, un desafío complejo. Si sigue siendo el mismo líder izquierdista radical que cree que el problema no fueron los treinta pesos sino los treinta años -para usar la conocida frase del estallido social- entonces debe explicar por qué su Gobierno sigue una hoja de ruta distinta a la que él prometió seguir. Si ese es el caso, Boric debiera explicar por qué renunció a sus principios y por qué, siendo Presidente, tolera que su Gobierno empuje en una dirección que él cree equivocada.

Ahora bien, si Boric finalmente se ha convencido con la evidencia concluyente sobre cuál modelo económico puede llevar al país por el sendero del crecimiento sostenido, la reducción gradual de la desigualdad y la expansión de oportunidades, corresponde que el Presidente públicamente lo reconozca. Ayudaría mucho que Boric reconozca que estuvo equivocado por tanto tiempo y que lo mejor para Chile es avanzar por el sendero de políticas amigables con el mercado y el fortalecimiento sostenido del sector público para que empareje la cancha y brinde oportunidades a aquellos que las necesitan.

Lo que sí resulta difícil de entender es que Boric mantenga un discurso de izquierda radical pero que su Gobierno implemente un programa de reformas graduales, moderadas y razonables. La contradicción entre lo que dice Boric y lo que hace el Gobierno constituye un hecho difícil de entender. Es más, el discurso del Presidente y las medidas que toma su Gobierno son tan distintas que es inevitable preguntarse si Boric realmente está al control del timón de su Gobierno.

La ministra Tohá ha equivocado su respuesta a la declaración de Carlos Peña. Al insistir en que Boric está al mando, Tohá sólo destaca todavía más esa evidente contradicción entre lo que Boric ha sido toda su vida y la hoja de ruta que ahora lleva su gobierno.

Si el Boric que todos conocimos llevara la batuta, el país no estaría avanzando por un sendero de moderación y continuidad con lo que se hizo en los 32 años anteriores. Si en cambio, Boric está convencido de que el camino a seguir es el de los gobiernos anteriores, entonces resulta necesario que el Presidente así lo indique.

Si, finalmente, Boric acepta que no tiene más opciones que adoptar una hoja de ruta en la que no cree, entonces es correcta la afirmación de que alguien más está gobernando en Chile.

Cualquiera sea la razón, es hora de que Boric explique por qué su Gobierno está siguiendo una hoja de ruta tan distinta a los principios y valores en los que el mismo Boric todavía dice creer.

Por Patricio Navia, sociólogo, cientista político y académico UDP, para El Líbero

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