Un repentino colapso que ha hecho temblar a los mercados alrededor del globo por el eventual riesgo de «contagio» financiero.

Así se podría resumir la historia detrás de la debacle de Silicon Valley Bank (SVB), cuyo inicio tuvo lugar el jueves pasado, cuando la entidad anunció que iba a buscar una ampliación de capital para hacer frente a dificultades financieras que la habían forzado a deshacerse de inversiones por unos US$21.000 millones, con pérdidas en torno a US$1.800 millones.

Como efecto dominó, ese mismo día las acciones de la entidad se desplomaron más de 60%, y su cotización en Wall Street fue suspendida, lo que provocó un retiro masivo de fondos por parte de los clientes: en 24 horas salieron US$42.000 millones, una cuarta parte del total de provisiones del banco, y este no pudo cumplir con las solicitudes. Estos movimientos generaron un fuerte impacto en los papeles de SVB por segundo día consecutivo, arrastrando pérdidas en torno a 68%.

La situación se agravó hasta tal punto que el Departamento de Protección Financiera e Innovación de California decidió cerrar el banco por falta de liquidez y nombró a la Corporación Federal de Seguro de Depósitos como custodio de los depósitos de la entidad.

Según ha trascendido, el colapso de SVB fue producto del exceso de liquidez que invirtió el banco durante la crisi ocasionada por la pandemia en bonos del Tesoro a largo plazo, activos que se han visto afectados en los últimos meses por el alza de tasas que ha implementado la Reserva Federal (Fed) para hacer frente a la inflación.

Así, la institución no se encontraba bien posicionada para afrontar un escenario marcado por una política monetaria más restrictiva y una ralentización del crecimiento de los préstamos.

SVB es un banco especializado en el sector tecnológico que trabaja con un 50% de empresas de ese ámbito, según señala en su sitio web. Por el tamaño de sus activos, es el decimosexto banco de la potencia norteamericana -lista que encabeza JP Morgan Chase & Co; Bank of America y Citigroup- considerando que al cierre de 222 sumaba cerca de US$209.000 millones en activos totales y US$175.400 en depósitos.

Terremoto en los mercados

El derrumbe de SVB desató un terremoto financiero de tal magnitud que ha llevado a algunos analistas a remontarse a la crisis de 2008 -una de las más importantes de la historia- para encontrar símiles. Al respecto, el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, recalcó este martes que «debemos reducir el riesgo de que esto suceda de nuevo», y recordó que bajo la administración del también demócrata Barack Obama (2009-2017) se pusieron en marcha «duras exigencias» al sector bancario que retrocedieron en la del republicano Donald Trump (2017-2021).

Por ello, señaló que va a solicitar al Congreso y a los reguladores que refuercen las reglas para reducir las posibilidades de que este tipo de colapso suceda de nuevo y para proteger los empleos y los pequeños negocios. «La conclusión es la siguiente: nuestro sistema bancario es seguro. Sus depósitos están seguros. Haremos lo que tengamos que hacer», aseveró el Mandatario.

Cabe mencionar que, siguiendo el ejemplo de Silicon Valley Bank en Estados Unidos, también se ha designado un fideicomisario para el Signature Bank, con sede en Nueva York.

¿Afecta a Chile?

Respecto a los efectos de la caída y cómo repercute la caída de SVB, José Patricio Uribe, académico de Ingeniería Comercial de la Universidad San Sebastián, comentó que «el primer impacto es que afecta la confianza. Silicon Valley Bank prestaba servicios principalmente a startups e inversores de capital riesgo y que haya presentado una falla es una pésima noticia para todo el mercado. Si esto no genera un ‘contagio financiero’, podría quedar solo como un hecho aislado. Por eso es clave esperar un par de semanas para analizar el escenario. Lo más complejo sería que otras entidades bancarias estén en una situación similar».

En ese sentido, se refirió al impacto que esta situación podría tener sobre el sistema financiero local, subrayando que «ante situaciones como esta, lo fundamental es que estos quiebres de confianza no causen retiros masivos de fondos. Cuando eso pasa, se puede provocar un efecto dominó y que más bancos se queden sin fondos, llegando a un punto en que se vean dañados bancos más comerciales y el impacto no solo se vea en las empresas, sino también en las personas».

Javier Mella, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de la Universidad de los Andes y doctor en Finanzas, mencionó que «la caída de SVB es noticia en desarrollo y los impactos dependerán también de cómo sigan actuando los agentes económicos, en especial, la Fed y el Tesoro norteamericano».

En ese sentido, explicó que una de las potenciales consecuencias «es el posible retraso o pausa en las tasas de interés en Estados Unidos, dado que en parte el colapso de SVB se gatilló por el aumento de las tasas en EE.UU».

Respecto al caso chileno, Mella prevé que «el efecto debiese ser más bien acotado. El sistema bancario se percibe más sólido, la regulación más robusta y eso se ve reflejado en las reacciones del mercado accionario para los bancos en Chile versus Estados Unidos. La diferencia es marcada».

Eso sí, al ser consultado si el derrumbe de SVB podría considerarse como la mayor quiebra bancaria en Estados Unidos desde la crisis de 2008, expuso que «efectivamente, si uno mira el valor de los activos de los bancos, este ha sido el mayor desde la crisis financiera iniciada el 2008, y de hecho, uno de los más grandes de la historia».

El docente investigador del Centro de Investigación de Empresa y Sociedad de la Universidad del Desarrollo, Cristián Echeverría, advierte que «mientras se mantenga acotado solo a Silicon Valley Bank, no debería tener consecuencias significativas para nuestro sistema financiero».

Eso sí, Echeverría dice que «la quiebra de Silicon Valley Bank es la mayor quiebra bancaria desde la crisis del 2008, el tamaño total de los activos involucrados es lo más importante que ha ocurrido desde la crisis del 2008. (…) Sus activos son más de US$200 mil millones, es decir, dos tercios del tamaño del Producto Interno Bruto chileno».

Algunos casos

Muchas startups chilenas tenían cuentas en el SVB: entre ellas, Instacrops, Rankmi, Poliglota, Fintual, Lab4U, Houm y Betterfly.

Enrique Besa, CEO de Rankmi, comentó a Emol que «en nuestro caso supimos leer a tiempo las señales y nos logramos anticipar a potenciales problemas. Por tanto, el impacto es mínimo pero las lecciones son importantes, vivimos en un mundo globalizado y es lo que permite que empresas como la nuestra puedan triunfar en el mercado regional. Pero la también es que eventos lejanos empiezan a tener impactos locales con mayor frecuencia».

«Lo ocurrido estos días fue un lapso de 30 horas. Nosotros tenemos una toma de decisiones ágil, y respondimos a tiempo. En otros casos, con una estructuras de toma de decisiones tradicionales el tiempo de acción podría ser de hasta diez veces más lento, siendo perjudicial», acotó.

Desde Fintual, en tanto, aseguran que «no hay dinero de los fondos, ni de los clientes, ni de Fintual AGF, depositado en cuentas de SVB. Solo había una exposición insignificante a las acciones de este banco en fondos como Norris o Pitt (menos de 0,01% de los fondos), dado que era un banco grande listado en la bolsa, y era parte del índice S&P 500, compuesto por las 500 compañías más grandes de la bolsa de Estados Unidos».

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