El hígado graso, también conocido como esteatosis hepática, es una afección en la que hay una acumulación excesiva de grasa en el hígado (triglicéridos en el interior de las células hepáticas). Si bien es normal que el hígado contenga un poco de grasa, si la cantidad de grasa excede el 5-10% del peso total del hígado, se considera que se padece hígado graso.
Síntomas
Generalmente, tener el hígado graso no causa síntomas en el paciente, pero en algunos casos puede provocar dolor abdominal, fatiga, debilidad y también una pérdida de peso inexplicable. Algunas personas que lo padecen pueden tener signos de cansancio o incluso dolor en la parte superior derecha del abdomen, donde se encuentra el hígado.
Causas
¿Qué provoca un hígado graso? La acumulación de grasa en el hígado puede proceder, por ejemplo, de beber demasiado alcohol. El consumo excesivo de alcohol puede alterar ciertos procesos metabólicos en el hígado. Algunos de estos productos metabólicos pueden combinarse con ácidos grasos, dando lugar a la formación de tipos de grasa que pueden acumularse en este órgano.
En esencia, hay dos tipos de hígado graso: no alcohólico y alcohólico. En el primer caso, que además es el más común, existen una serie de factores que pueden ser cruciales para esta enfermedad: obesidad, diabetes tipo 2, resistencia a la insulina, altos niveles de grasa, especialmente triglicéridos, en la sangre y síndrome metabólico. Otras posibles causas del hígado graso incluyen: efectos secundarios de algunos tipos de medicamentos, algunos tipos de infecciones, como la hepatitis C, el embarazo y ciertas condiciones genéticas raras.
Consecuencias
La enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés) afecta a casi el 30% de la población mundial y, con el tiempo, puede provocar cirrosis y cáncer de hígado. El tratamiento del hígado graso implica cambios en el estilo de vida, como una dieta saludable, la pérdida de peso y la reducción del consumo de alcohol. En algunos casos, también pueden ser necesarios medicamentos y otros tratamientos.
Ejercicios para evitarlo
Si bien aún no existen tratamientos farmacológicos aprobados o curas efectivas para esta afección, investigaciones anteriores han demostrado que el ejercicio puede mejorar la grasa del hígado, el estado físico, la composición corporal y la calidad de vida de los pacientes diagnosticados con esta enfermedad. Sin embargo, la dosis precisa de ejercicio para ayudar a los pacientes con NAFLD a lograr mejoras clínicamente significativas (definidas como al menos una reducción del 30 por ciento de la grasa hepática) ha sido un misterio durante décadas.
Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista The American Journal of Gastroenterology ha revisado 14 investigaciones con un total de 551 sujetos con hígado graso no alcohólico, que participaron en ensayos controlados aleatorios que involucraban intervenciones de ejercicio. El examen de toda la documentación evidenció que 150 minutos de actividad aeróbica de moderada (como una caminata rápida) a intensa por semana pueden reducir significativamente el hígado graso.
| «Nuestros hallazgos pueden dar a los médicos la confianza para recetar ejercicio como tratamiento para la enfermedad del hígado graso no alcohólico»
«Nuestros hallazgos pueden dar a los médicos la confianza para recetar ejercicio como tratamiento para la enfermedad del hígado graso no alcohólico», explicó Jonathan Stine, profesor asociado de Medicina y Salud Pública en Penn State y autor principal del trabajo. «Tener una cantidad objetivo de actividad física a la que apuntar será útil para que los profesionales de la salud y el ejercicio desarrollen enfoques personalizados a medida que ayudan a los pacientes a modificar sus estilos de vida y volverse más activos físicamente».
Según sus datos, independientemente de la pérdida de peso, hacer ejercicio triplicaba las probabilidades de reducir la grasa hepática en comparación con los tratamientos tradicionales.
“El ejercicio es una modificación del estilo de vida, por lo que el hecho de que pueda igualar la capacidad de las terapias en desarrollo para lograr el mismo resultado es significativo. Caminar a paso ligero o andar en bicicleta durante media hora al día cinco veces a la semana es solo un ejemplo de un programa que cumpliría con estos criterios”, concluyen los expertos.
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