Más de 55 millones de personas en el mundo padecen demencia y el alzhéimer es el tipo más habitual de la enfermedad. Tener más de 65 años de edad es uno de los grandes factores de riesgo para desarrollarla, por lo que el progresivo envejecimiento de la población lleva a la Organización Mundial de la Salud a vaticinar que en el año 2030 habrá más de 82 millones de personas con demencia, y en 2050 serán más de 150 millones. Y lo peor es que, de momento, no hay cura, por eso la mejor opción es identificar de forma precoz –antes de que aparezcan los primeros síntomas– quiénes van a desarrollar la enfermedad para actuar cuanto antes.

A menudo, bromeamos con la posibilidad de padecer deterioro cognitivo cuando tenemos pequeños olvidos constantes, una costumbre que desagrada a quienes conocen de cerca las consecuencias del declive mental (pacientes, familiares y médicos).

Para diagnosticar algún tipo de demencia, los especialistas recurren a test mentales y estudios cerebrales con técnicas de imagen, unos recursos que se utilizan cuando la enfermedad comienza a manifestarse.

Adelantarse al futuro

Lo ideal sería disponer de pruebas sencillas y fiables que revelaran quien está en riesgo de deterioro cognitivo. Este deseo podría estar más cerca de cumplirse de lo que creemos. Según la doctora Ellen Grober, del Colegio de Medicina Albert Einstein, en Nueva York, en personas sin problemas de pensamiento y memoria, una simple prueba puede predecir el riesgo de desarrollar deterioro cognitivo años más tarde. «Cada vez hay más evidencias de que algunas personas sin problemas de pensamiento y memoria pueden tener signos muy sutiles de deterioro cognitivo temprano», una afirmación que se basa en los resultados de un estudio desarrollado por su equipo y que se publica en la edición en línea de la revista Neurology, de la Academia Estadounidense de Neurología. «En nuestro estudio, una prueba de memoria sensible y simple predijo el riesgo de desarrollar deterioro cognitivo en personas que, de otro modo, se consideraba que tenían una cognición normal».

El estudio incluyó a 969 personas con una edad media de 69 años y, aparentemente, sin problemas de memoria o de pensamiento al comienzo del trabajo. A estos participantes se les hizo una prueba de memoria simple y después un seguimiento durante 10 años.

Así es la prueba

La prueba incluye dos fases. Para la fase de estudio, se mostraron a los participantes cuatro tarjetas, cada una con dibujos de cuatro elementos. Se les pidió que identificasen el artículo que pertenece a una categoría en particular; por ejemplo, nombrarían el elemento uvas después de que se les pidiera que identificaran una fruta. Para la fase de prueba, primero se pidió a las personas que recordasen los elementos –esto mide su capacidad para recuperar información– y después, para los elementos que no recordaron, se les daban claves de categoría. Esta fase mide el almacenamiento de memoria.

Los participantes se dividieron en cinco grupos, o en etapas de cero a cuatro, en función de sus puntuaciones en las pruebas, como parte del sistema Etapas del Deterioro Objetivo de la Memoria (SOMI):

  • La etapa cero no representa problemas de memoria.
  • La uno y la dos reflejan una dificultad creciente para recuperar recuerdos que pueden preceder a la demencia entre cinco y ocho años. Estos participantes siguen siendo capaces de recordar elementos cuando se les dan pistas.
  • En las etapas tres y cuatro, las personas no pueden recordar todos los elementos incluso después de recibir pistas. Estas etapas preceden a la demencia de uno a tres años.

Un total de 47% de los participantes estaban en la etapa cero, 35% en la etapa uno, 13% en la etapa dos y 5% en las etapas tres y cuatro combinadas. Del total de sujetos del estudio, 234 personas desarrollaron deterioro cognitivo.

Poder de predicción

Después de ajustar por edad, sexo, educación y un gen (APOE4), que afecta el riesgo de enfermedad de Alzheimer de una persona, los investigadores encontraron que, en comparación con las personas que estaban en la etapa cero de SOMI, las incluidas en las etapas uno y dos tenían el doble de probabilidades de desarrollar deterioro cognitivo. Aquellas que se encontraban en las etapas tres y cuatro tenían tres veces más probabilidades.

Después de ajustar los biomarcadores de alzhéimer, incluidas las placas amiloides cerebrales y los ovillos tau, el sistema SOMI continuó prediciendo un mayor riesgo de deterioro cognitivo.

| A los 10 años, el 72% de las personas que están en las fases 3 y 4 (no recuerdan los elementos, a pesar de las pistas) desarrollan deterioro cognitivo

El equipo de Ellen Grober estimó que, después de 10 años, alrededor del 72% de los participantes que estaban en la tercera y cuarta etapa habrían desarrollado deterioro cognitivo, en comparación con alrededor del 57% de los que estaban en la segunda etapa, el 35% en la primera etapa y el 21% de los que se hallaban en la etapa cero.

“Nuestros resultados respaldan el uso del sistema SOMI para identificar a las personas con más probabilidades de desarrollar deterioro cognitivo”, defiende la profesora de neurología. “Detectar el deterioro cognitivo en sus primeras etapas es beneficioso para los investigadores que buscan tratamientos. También podría beneficiar a quienes tienen más posibilidad de consultar con su médico e implementar intervenciones para promover un envejecimiento cerebral saludable”.

Una limitación del estudio -que ha recibido financiación de los Institutos Nacionales de la Salud, la Asociación de Alzhéimer, el Fondo Cure Alzheimer y la Fundación Leonard y Sylvia Marx- es que la mayoría de los participantes eran blancos y bien educados. Por ello, su directora admite que el trabajo exige más investigación en poblaciones más grandes y diversas.

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