El 6 de febrero de 2023, un terremoto de magnitud 7,8 sacudió partes de Turquía y Siria, matando al menos a 51.000 personas. Sin embargo, tres días antes, un holandés llamado Frank Hoogerbeets escribió en un tuit visto más de 50 millones de veces: “Tarde o temprano, habrá un terremoto con una magnitud de aproximadamente 7.5 en esta región». En un video, incluso especificó que podría suceder entre el 4 y el 6 de febrero. ¿Sobre qué base basó esta predicción? La alineación de la Tierra con el Sol y Mercurio, o con la Luna y el Sol, que generaría tal fuerza de atracción en nuestro planeta que deformaría la corteza terrestre, causando terremotos.
Sin embargo, aunque los científicos dijeron que estas estrellas estaban relativamente alineadas en estas fechas, la influencia de planetas como Mercurio fue insignificante. Además, añadieron que la atracción gravitacional de la Luna y el Sol está en el origen de las mareas oceánicas, y también de las deformaciones del suelo: las mareas sólidas. Pero la correlación estadística entre los terremotos y las mareas es extremadamente débil. Incluso reconocieron que actualmente no hay forma de predecir un terremoto de manera efectiva. Entonces, ¿cómo consigue Frank Hoogerbeets sus predicciones? Pues ahora saldremos de dudas, ya que el investigador ha vuelto a advertir al mundo de una nueva catástrofe.
Inminente catástrofe
Según Hoogerbeets, se avecina un terremoto de magnitud casi 9, ya que su modelo actual le da una probabilidad tan alta como el 60 por ciento. Las posibilidades de un terremoto de magnitud superior a 6 son de hasta el 80 por ciento. No ha facilitado el lugar exacto, aunque ha señalado que podría ser en algún lugar del Extremo Oriente.
Hoogerbeets dirige el “Instituto SSGEOS”, el Estudio de Geometría del Sistema Solar que predice ciertos eventos sísmicos mediante el análisis de la ubicación de los planetas y nuestra Luna. Forman ciertas configuraciones que nos permiten sacar conclusiones para el futuro cercano. Un programa informático especial busca “geometría peligrosa” similar a la que correspondería a cataclismos anteriores y produce resultados.
El instituto de investigación asegura que posee muchos pronósticos precisos. Según explica, la carga electromagnética influye, que, con una especial “geometría crítica de los planetas”, contribuye a la liberación de la tensión acumulada en los límites de las placas tectónicas. Puede parecer científico, pero, de hecho, es místico. La técnica de pronóstico es una especie de simbiosis de astrólogos y sismólogos. La ciencia oficial, por supuesto, no lo reconoce e incluso ridiculiza la técnica.
De hecho, las explicaciones del llamado “Nostradamus holandés” parecen alejadas de la ciencia. Las alineaciones específicas del Sol, Venus y Urano, Venus, Mercurio y Júpiter, el Sol, Venus y Marte, forman los ángulos rectos entre sí de vez en cuando, lo que resulta en eventos cataclísmicos. Por lo tanto, a partir del 21 de abril, pueden ocurrir catástrofes, hasta el 25 de abril. Como advierte Hoogerbeets, los cambios son posibles mientras “ajusta” sus pronósticos todos los días.
¿Podemos fiarnos de las predicciones de un “asteroseismólogo”?
Aunque la ciencia niega las técnicas de Hoogerbeets, lo cierto es que debido a la gran cantidad de aciertos deberíamos estar atentos. Predijo un terremoto de magnitud inferior a 7 hacia fines de marzo y sucedió, justo al norte de Nueva Zelanda, cerca de Ecuador, en Afganistán y en la Kamchatka rusa.
Por cierto, en muchas ocasiones las advertencias de sismólogos tradicionales no difieren mucho de los pronósticos del “asteroseismólogo”, ya que también esperan que un terremoto devastador en Japón, tan potente como de 9 o 9.5 puntos en la escala de Richter, por lo que podría ocurrir un cataclismo de aquí hasta mayo de 2023. Parece que estamos en una situación difícil si tal actividad sísmica ocurre en el sur de Japón. La ola del tsunami en este caso irá hacia el Tokio hiperdensamente poblado.
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