El alzhéimer es una enfermedad neurodegenerativa, progresiva e irreversible que empieza a producir daños en el cerebro hasta 15 o 20 años antes de que se manifiesten los primeros síntomas. Por eso, es fundamental promover hábitos de vida beneficiosos para la salud cerebral.
Prevenir y retrasar su aparición y mejorar su tratamiento es uno de los principales objetivos de salud pública a nivel mundial, ya que los datos advierten de que 130 millones de personas sufrirán este tipo de demencia en 2050, según el informe mundial de ‘Alzheimer’s Disease International’.
Una alimentación saludable y la práctica de ejercicio físico protegen al cerebro frente a esta enfermedad y garantizan una mayor calidad de vida y autonomía en caso de padecerla, algo muy importante para tener en cuenta en países como España donde la esperanza de vida es cada vez mayor.
La clave está en el BDNF
Sin embargo, esto no es suficiente y las investigaciones científicas intentan encontrar formas de prevención más concretas. Un reciente estudio, publicado en The Journal of Physiology, señala que una sesión corta (de seis minutos) de ejercicio de alta intensidad al día bastaría para retrasar la aparición de los síntomas de Alzheimer, aunque la enfermedad ya se haya manifestado en los pacientes.
Practicar ciclismo de esta forma aumentaría la producción del factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF por sus siglas en inglés) y que es una proteína esencial para la formación y almacenamiento de recuerdos, la mejora el aprendizaje y el aumento del rendimiento cognitivo, pero que a su vez protege frente al deterioro cognitivo asociado a la edad. ¿Por qué? Pues porque promueve la neuroplasticidad y la supervivencia de las neuronas.
“El BDNF se ha mostrado prometedor en modelos animales, pero las intervenciones farmacológicas no han logrado aprovechar su potencial protector cerebral de forma segura en humanos” afirma Travis Gibbons, autor principal del estudio. Por este motivo, “se han explorado nuevos enfoques no farmacológicos capaces de preservar la capacidad del cerebro humano para aumentar de forma natural la producción de BDNF y poder experimentar un envejecimiento saludable”.
Cambio del sustrato cerebral
En su investigación, Gibbons y su equipo, combinaron factores como la práctica ligera de ejercicio (ciclismo de baja intensidad durante 90 minutos), ejercicio de alta intensidad (ciclismo tipo HIIT durante 6 minutos), el ayuno de 20 horas y el ayuno combinado con ejercicio. Todo ello para ver la posible influencia que pudiera tener en la producción de BDNF.
Según los resultados, el ejercicio breve pero intenso aumentó entre 4 y 5 veces más la cantidad de BDNF frente al ayuno o la actividad prolongada de ejercicio ligero. La causa aún se desconoce, pero se baraja la hipótesis de que se deba al cambio de sustrato cerebral y el metabolismo de la glucosa, la principal fuente de combustible para el cerebro.
| El ejercicio breve pero intenso aumentó entre 4 y 5 veces más la cantidad de BDNF en sangre
Al realizarse ejercicio intenso, la forma de energía predominante pasa a ser el lactato y no la glucosa. Esta transición provocaría un aumento de la producción de BDNF en sangre. No obstante, el incremento de BDNF también podría deberse al aumento de número de las plaquetas, las cuales almacenan grandes cantidades de este factor. La cantidad de plaquetas aumentó hasta un 20% gracias al ejercicio, pero no lo hizo tanto con el ayuno.
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