Una bella espiral en rotación con cuatro brazos principales surgiendo de un abultamiento de estrellas en el centro. Esa es la imagen que todos tenemos de la Vía Láctea, la galaxia en que vivimos. Sin embargo, esa representación de nuestro hogar en el espacio es pura teoría. Nadie, de hecho, ha podido ver la Vía Láctea desde fuera para saber realmente cómo es… La situación equivale a tratar de adivinar cómo es un edificio asomándonos a una de sus ventanas. Veremos algún fragmento de la fachada, pero nunca el edificio entero.

Izquierda, la forma aceptada hasta ahora de la Vía Láctea, con sus cuatro brazos principales. Derecha, la espiral barrada NGC 1300, que sería la nueva forma sugerida por los científicos FOTO VÍA LÁCTEA: NASA/JPL-CALTECH/R. HURT (SSC/CALTECH); FOTO NGC 1300: NASA, ESA, AND THE HUBBLE HERITAGE TEAM (STSCI/AURA)

Por eso, los científicos llevan décadas haciendo mediciones parciales, reuniendo piezas de un puzle imposible y comparando los fragmentos galácticos que podemos observar desde la Tierra con otras galaxias del firmamento. Resulta cuando menos irónico que conozcamos exactamente la forma exacta de miles y miles de galaxias ‘ahí fuera’, pero que no estemos seguros de cómo es la nuestra…

Y ahora, para colmo, un equipo de científicos espaciales de la Academia de Ciencias de China acaba de publicar un estudio en ‘The Astrophysical Journal’ para decirnos que la imagen tradicional que tenemos de la Vía Láctea está equivocada. Sus mediciones, en efecto, sugieren que nuestra galaxia puede tener una forma muy diferente de la que pensábamos.

Tres formas principales

En general, y recopilando datos de miles de observaciones por todo el Universo, las galaxias parecen preferir tres formas principales: elíptica, irregular y espiral. Y, dentro del tercer grupo, al que pertenecemos, la mayor parte de las galaxias hacen gala de grandes ‘brazos’ que surgen del centro y que se ramifican en brazos menores.

Ese sería, precisamente, el caso de nuestra Vía Láctea, con sus grandes brazos espirales surgiendo de un grueso bulbo central de estrellas. Pero según los investigadores, tener cuatro brazos convierte a nuestra galaxia en un ‘bicho’ extremadamente raro, un caso atípico y muy difícil de observar en otras galaxias. Si la Vía Láctea realmente tuviera esa extraña forma, debería tener también algunas propiedades únicas que le permitan tener cuatro brazos en lugar de dos, que es lo más habitual en la inmensa mayoría de las galaxias espirales conocidas.

¿Tiene entonces nuestra galaxia dos brazos en vez de cuatro? Tras analizar múltiples fuentes de datos astronómicos, los autores del nuevo estudio creen que sí. «A pesar del mucho trabajo -escriben los autores-, la morfología general de la estructura espiral de la Vía Láctea sigue siendo algo incierta. Pero en las últimas dos décadas, las mediciones de distancia precisas nos han brindado la oportunidad de resolver este problema».

Haciendo un nuevo mapa de estrellas

Los investigadores se basaron en los datos de toda una nueva generación de instrumentos, capaces de medir con mucha más precisión las distancias entre la Tierra y estrellas individuales. Así, tras obtener las distancias de unas 200 estrellas diferentes, los científicos pudieron empezar a elaborar el esbozo de un nuevo mapa de la Vía Láctea. A ese ‘esqueleto’ inicial fueron agregando después los últimos datos del telescopio espacial europeo Gaia, que determina con precisión los movimientos de millones de estrellas individuales con respecto a la Tierra.

De este modo, reza el artículo, «y usando por primera vez las ubicaciones precisas de objetos muy jóvenes, proponemos que nuestra galaxia tiene una morfología de múltiples brazos que consiste en una simetría de dos brazos». Así, explican, los brazos de Norma y Perseo son probablemente los dos brazos simétricos en la Vía Láctea interior. A medida que se extienden desde el interior de la galaxia hasta las partes exteriores, se bifurcan y se conectan con los brazos de Centauro y Sagitario, respectivamente«.

Brazos sueltos

Por otro lado, los autores sostienen que en las afueras de la Vía Láctea hay otros «brazos irregulares distantes y fragmentados» que no están conectados al bulbo central de la galaxia, donde residen la mayoría de sus estrellas. La fragmentación de esos brazos espirales ‘sueltos’ pudo deberse a antiguas colisiones de la Vía Láctea con otras galaxias o incluso con cúmulos galácticos a lo largo de su dilatada historia.

Los investigadores afirman que este nuevo modelo de la Vía Láctea puede proporcionar una base alternativa para futuros estudios sobre su forma y estructura. Estudios que se llevarán a cabo en los próximos años con la publicación de nuevos datos de Gaia y las mediciones de las distancias de más estrellas llevadas a cabo con múltiples telescopios. De este modo, poco a poco, y a pesar de estar dentro, podremos hacernos una idea cada vez más acertada de cómo es realmente la galaxia en la que nos ha tocado vivir.

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