Este jueves 1 de junio el presidente Gabriel Boric realizará su segundo mensaje presidencial, de acuerdo con lo prescrito por la Constitución. En realidad, cada 1 de junio el Presidente de la República se dirige ante las cámaras reunidas para rendir cuenta sobre el estado político y administrativo de la nación, aunque la fecha también sirve para hacer promesas, dar explicaciones y hacer balances sobre temas históricos o políticos.
Se trata de una antigua costumbre, que se repitió cada año en la misma fecha durante el siglo XIX y el primer cuarto del siglo XX. Cada 1 de junio, según había establecido la Constitución de 1833, los gobernantes no solo realizaban su discurso anual, sino que también en esa fecha comenzaban las sesiones de las cámaras. Una atenta lectura de los textos muestra una preocupación por la situación internacional, que luego se traducía en una visión sobre Chile –habitualmente positiva, ilustrativa de la autocomprensión de la excepcionalidad chilena– y mostraba algunas realizaciones específicas del país. Por cierto, en determinadas circunstancias aparecían las noticias más negativas, como las guerras internacionales, las pestes e incluso los conflictos civiles. Un caso muy excepcional se dio en 1891, cuando en medio de la guerra civil de ese año el presidente José Manuel Balmaceda pronunció su discurso en abril, en una sesión de apertura del llamado Congreso constituyente, ante la clausura del Congreso Nacional, cuya mayoría se había sublevado contra la administración. Fue una reflexión muy distinta a la realizada el primer día de junio de 1890, cuando Balmaceda se jactó de que Chile durante 30 años se había caracterizado por su continuidad institucional -a diferencia de ambas Américas- y no había sido afectado por cambios constitucionales ni por un motín militar.
El mensaje presidencial cambia de fecha
La Constitución de 1925 cambió la fecha, que pasó a ser cada 21 de mayo, que correspondía al recuerdo de la gesta de Arturo Prat y la marina chilena en 1879, en Iquique. En la ocasión se realizaba cada año el discurso presidencial que explicaba la situación política del país, en tanto cada cuatro años coincidía con la renovación del Congreso (la totalidad de la Cámara de Diputados y una parte del Senado). Hubo varios discursos memorables: el de Carlos Ibáñez del Campo en 1927, de Arturo Alessandri en diversas ocasiones, de Eduardo Frei Montalva en 1970 (en su último mensaje, con dramáticas advertencias), así como el primer y el tercer discurso de Salvador Allende. En este último caso, se podía apreciar claramente la evolución del país, desde la esperanza en la construcción del socialismo en 1971 hasta el famoso “no a la guerra civil” en 1973.
A partir de 1973 la situación cambió, como era previsible. Desde entonces hasta 1989, el mensaje del general Augusto Pinochet se realizó cada año precisamente el 11 de septiembre, lo que servía de celebración de la intervención militar para el gobierno y sus partidarios, así como para realizar la cuenta anual en el Edificio Diego Portales. Eran circunstancias muy diferentes, pues no existía Congreso Nacional (había sido clausurado en 1973), pero sí hubo numerosas reformas económicas e institucionales que encontraban cada “11” un momento propicio para ser anunciadas. Obviamente hubo algunos mensajes de mayor interés: el de 1974, por ser el primer aniversario; el de 1980, que tuvo un carácter distinto, por ser el día del plebiscito constitucional; finalmente, el de 1989, por ser el último, el de la “misión cumplida” que enfatizaba el gobierno en los viajes de despedida de Pinochet, para recordar la creación de una nueva institucionalidad política y económico-social.
Desde la restauración de la democracia, los mensajes presidenciales volvieron a su fecha habitual, según lo previsto en la Constitución de 1980: serían cada 21 de mayo. La emoción del primer discurso de Patricio Aylwin en 1990 tiene un carácter especial, porque significaba el reencuentro con una tradición, en un mensaje ante el Congreso Nacional que acababa de ser reinaugurado, con sede en Valparaíso. Ricardo Lagos fue quizá el último gran orador como Presidente de la República y tuvo varias intervenciones y reflexiones muy importantes. La emoción estuvo presente el 21 de mayo de 2006, cuando por primera vez una mujer -la socialista Michelle Bachelet- pronunció su discurso presidencial. El primer mensaje del presidente Sebastián Piñera en 2010 no solo fue potente, sino que significó el primer gobierno de derecha y fuera de la Concertación desde el regreso a la democracia.
El gobierno se juega sus fichas
En el caso del presidente Gabriel Boric, este será su segundo discurso de 1 de junio, que le permitirá pasar el ecuador de su administración en este plano. El momento, ciertamente, no es el ideal. El pasado 7 de mayo el gobierno obtuvo una contundente derrota -la segunda en menos de un año- en medio del proceso constituyente. Además, esta última semana se ha sumado a los problemas la situación del gas a precio justo, que nuevamente pone en tela de juicio dos de las principales falencias del gobierno: de gestión (por no saber calcular los costos de su proyecto piloto) e ideológico (por el daño que le hace al anquilosado pero renacido concepto de Estado empresario). Por último, en una crítica bastante lapidaria, La Tercera de este sábado ha publicado una editorial titulada “La investidura presidencial degradándose”, que señala, entre otras cosas: “El amateurismo en una serie de materias esenciales y el desentenderse de sus implicancias de un actuar impulsivo están resintiendo la investidura presidencial, un proceder que debe ser rectificado”.
No obstante, es necesario ponderar las circunstancias en su justa dimensión. En jornadas como la del 1 de junio suele aparecer el mejor Boric. El año pasado, después de su mensaje presidencial, el gobernante subió varios puntos en las encuestas y logró darle cierto aire al gobierno, inmediatamente antes de entrar en la vorágine electoral de la propuesta de constitución de la Convención constituyente. Por lo mismo, hay que estar atentos a los balances, pero también a los anuncios; al contenido, pero igualmente a la puesta en escena; a lo que dirá el presidente Boric en su alocución, y de igual modo a lo que repetirán ministros y parlamentarios gobiernistas a la salida del acto.
Después de todo, el jueves 1 de junio tendremos un hito político, más que una mera cuenta presidencial. Por lo mismo, es evidente que el gobierno jugará muchas fichas en esta ocasión, aunque no informe sobre los avances, resultados y fracasos de los anuncios realizados hace 365 días. Finalmente, la política es muy dinámica y desde entonces han pasado tantas cosas que cuesta imaginar que ha pasado apenas un año, cuando la Convención se aprestaba a entregar su nueva Constitución y Chile avanzaba por un camino tan distinto al que hoy se encuentra. Y eso el presidente Boric lo sabe y lo siente, lo ha pensado y lo lamenta.
/Escrito para El líbero por Alejandro San Francisco, historiador