La invención de la ampolleta hace 144 años fue uno de los hitos más transformadores de la historia. Esta nueva forma de luz artificial iluminó las calles oscuras, los hogares y activó la vida nocturna. Hoy este brillo sigue aumentando, pero ¿a qué costo?.
Según los científicos, el uso de luces LED y otras formas de iluminación están iluminando el cielo nocturno de una forma impresionante. El alumbrado público, la publicidad o los centros de eventos masivos están cegando nuestra visión de las estrellas.
A simple vista, una persona debería ser capaz de distinguir claramente la Vía Láctea en el cielo nocturno, e incluso las Nubes de Magallanes, galaxias satélites de la nuestra. Pero hoy, un tercio de la población no puede hacerlo.
La contaminación lumínica según el Ministerio del Medio Ambiente (MMA) es una “alteración de la oscuridad natural de la noche, provocada por luz desaprovechada, innecesaria o inadecuada, generada por el alumbrado de exteriores, la cual genera impactos en la salud y en la vida de los seres vivos”.
Este es un problema que afecta a la población mundial. Dado que la luz se propaga en todas las direcciones y a 300.000 kilómetros por segundo, la contaminación lumínica que se origina en un lugar puede alterar paisajes o lugares que se encuentran alejados, e incluso que no cuenten con sistemas de iluminación.
Contaminación lumínica: en 20 años estrellas “desaparecerán”
La contaminación lumínica aumenta aproximadamente un 2% al año en todo el planeta, por lo que la preocupación ante este problema ha llevado al mundo científico a realizar un llamado para tratarla de la misma manera que otros tipos de contaminación, no solo debido a sus impactos en la observación astronómica, si no también en nuestra salud y sus efectos la biodiversidad.
En Chile solo el 1% de la población vive en zonas con cielos oscuros, y más del 30% de los chilenos habita en lugares donde la luz artificial no permite ver las estrellas con características que son más propias del crepúsculo que de la oscuridad de la noche.
La norma lumínica chilena actualmente vigente, tiene como objetivo ambiental la protección de la calidad del cielo para el desarrollo de la astronomía y una aplicación circunscrita a las regiones de Antofagasta, Atacama y Coquimbo. Pero en los últimos años, se ha revelado que la contaminación lumínica ha aumentado a niveles muy rápidos y preocupantes, y que esta no solo impacta a la observación del cielo, sino que también a la biodiversidad y con efectos en nuestra salud.
Si la contaminación lumínica se mantiene como está, la pérdida cultural y científica será intensa, explica la investigación del físico Christopher Kyba, del Centro Alemán de Geociencias. Según su estudio, la iluminación extrema está causando que el cielo nocturno se ilumine a un ritmo de alrededor del 10% anual, un aumento que amenaza con anular la visión de todas las estrellas, salvo las más brillantes, en una generación. Un niño que nazca en un lugar donde hoy se ven 250 estrellas de noche solo podrá ver unas 100 cuando cumpla 18 años.
“Hace un par de generaciones, la gente se habría enfrentado regularmente a esta brillante visión del cosmos, pero lo que antes era universal ahora es extremadamente raro. Solo las personas más ricas del mundo, y algunas de las más pobres, siguen experimentando eso. Para todos los demás, se ha ido más o menos”, dijo Kyba al Observer.
Sin embargo, realizar modestos cambios en la iluminación podría suponer mejoras considerables en los cielos nocturnos, según el físico. Medidas como que las luces exteriores estén protegidas y alumbren hacia abajo, tengan un límite en su brillo y que tengan componentes rojos y naranjas y no solo azul y blanco podrían generar “un impacto enorme”.
Es por esto que en 2021 se publicó el Anteproyecto de la Norma Lumínica del MMA que busca extender a todas las regiones el cuidado del firmamento ante la contaminación por luz, buscando proteger los cielos astronómicos, la biodiversidad y la salud de las personas.
“Lo que buscamos es ampliar la norma actual a todo Chile, ya que hoy sólo considera tres regiones, además sumamos objetivos que antes no estaban, como la protección de la biodiversidad, el cuidado de la salud de las personas, lo que se suma a una mayor protección de los cielos para la observación astronómica”, afirmó en ese entonces la ex ministra de Medio Ambiente, Carolina Schmidt.
El impacto de la contaminación lumínica en el ecosistema
Se necesita actuar rápido, porque además del efecto económico y cultural, la contaminación lumínica está teniendo impactos en la biodiversidad, principalmente relacionados con el tipo de hábitat en el que viven las especies y sus comportamientos.
El exceso de luz en la noche puede provocar distintos trastornos en la rutina de los animales como su forma de reproducción, alimentación u orientación. Además, las especies nocturnas que están adaptadas en su visión de noche, ven disminuida su capacidad visual con el exceso de luz, lo que facilita mayores peligros para dichas especies.
Según Ladera Sur, el 30% de los mamíferos y más del 60% de los invertebrados son parcial o principalmente nocturnos, por lo que con la luz artificial se alteran significativamente los ciclos naturales de una gran cantidad de especies.
El exceso de luz también produce desplazamientos en la fauna, como los murciélagos que huyen de la luz y deben cambiar de hábitat. Mientras que otros insectos, se ven atraídos a la luz y acaban quemados, lo que genera un deterioro de la biodiversidad.
Pero además de esto, no solo la flora y fauna se ve afectada, sino que los seres humanos también dependemos de la luz para nuestros ciclos. En diversos estudios ha quedado documentado que el exceso de luz afecta nuestro reloj biológico por desajustes en la hormona del sueño, la melatonina que solo se produce en condiciones de oscuridad absoluta. Los posibles síntomas debido al abuso de luces demasiado fuertes o tantas horas bajo ellas son, usualmente: sueño inquieto, ausencia de reposo, insomnio, cansancio, nerviosismo, problemas de estrés, diabetes y obesidad.
El profesor Robert Fosbury, del Instituto de Oftalmología del University College London (UCL) dijo a The Guardian que las emisiones azuladas de los LED carecen casi por completo de luz roja o infrarroja cercana, lo que tiene serias implicancias.
“Cuando la luz rojiza brilla en nuestros cuerpos, estimula mecanismos que incluyen los que descomponen los altos niveles de azúcar en la sangre o aumentan la producción de melatonina. Desde la introducción de la iluminación fluorescente y luego de los LED, esa parte del espectro se ha eliminado de la luz artificial y creo que está jugando un papel en las olas de obesidad y aumentos en los casos de diabetes que vemos hoy”, dijo Fosbury a The Guardian.
Por otra parte, se ha comprobado que los conductores corren más en los tramos iluminados y esto supone un incremento del factor de riesgo por velocidad. Otros estudios sugieren que exponerse por la noche a fuentes lumínicas, como a una computadora, celulares o televisión, alteraría el ciclo luz-oscuridad, provocando desajustes que serían causa de depresión.
Sobre la contaminación lumínica, hasta el momento, existe una baja conciencia social. Como ha dicho el profesor Oscar Corcho, de la Universidad Politécnica de Madrid: “Las consecuencias negativas de la contaminación lumínica son tan desconocidas por la población como las del tabaquismo en los años 80″. Es por esto que medidas como las mecnionadas anteriormente pueden traer cambios significativos para todo el ecosistema.
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