La piel es el órgano más extenso y, además de ser una barrera protectora contra las agresiones externas, es una ventana por la cual el organismo puede mostrar lo que sucede en su interior. Así lo explica cada semana el Dr. Ricardo Ruiz a través de su blog en Alimente, y así lo confirma la ciencia, que cada vez encuentra nuevas evidencias de la importancia que tiene prestar atención a las señales dermatológicas, puesto que detrás de ellas tal vez exista un grave problema de salud.
| La ‘piel de mariposa’ comparte unas mutaciones genéticas con una enfermedad cardiaca que causa muerte súbita antes de los 30 años
La estrecha vigilancia a las manifestaciones de la piel debe comenzar desde la infancia, para atajar precozmente posibles enfermedades congénitas que en la etapa adulta pueden llegar a ser mortales. Un grupo de investigadores -genetistas, dermatólogos y cardiólogos- de la Universidad Thomas Jefferson, en Filadelfia, y del Instituto Pasteur de Irán, en Teherán, han constatado que los genes que causan la piel de mariposa -una enfermedad rara, llamada epidermolisis ampollosa (EB), caracterizada por una fragilidad cutánea tan extrema que cualquier roce provoca ampollas y heridas difíciles de curar- también están detrás de afecciones cardiacas graves (que no presentan todos los afectados por EB). “Esto implica que, analizando las mutaciones genéticas del bebé enfermo de epidermiolisis, podemos predecir si en el futuro se desarrollará una afección cardiaca grave”, asegura el profesor Jouni Uitto, director de la investigación.
Anticipar acontecimientos
Para este trabajo, los científicos estudiaron a 360 pacientes de EB de diferentes países, y el análisis de sus genes reveló la presencia de unas mutaciones específicas en dos personas: un niño de dos años, que solo tenía afectada la piel, y una mujer de 22 años que, además de las lesiones cutáneas, padecía una enfermedad cardiaca gravísima (miocardiopatía arritmogénica del ventrículo derecho), que “puede requerir un trasplante de corazón”, advierte el cardiólogo y coautor del estudio Reginald Ho. De hecho, esta cardiopatía es responsable de hasta el 20% de las muertes súbitas en menores de 30 años.
Uitto, que precisa que este hallazgo fue “algo completamente inesperado”, insiste en que “estos estudios muestran cómo la piel puede ayudar a predecir problemas médicos graves”.
Una objeción que siempre surge con los estudios científicos es que, a menudo, no son fácilmente reproducibles en la práctica clínica. Pero, en este caso, los cardiólogos y los dermatólogos son conocedores de la relación. Ricardo Ruiz, director de la Clínica Dermatológica Internacional, confirma que “determinadas alteraciones cardiacas originan engrosamientos de las uñas muy específicos; las infecciones en las válvulas cardiacas causan erupciones rojizas en los dedos; en los párpados pueden aparecer placas amarillas (xantelasmas) por colesterol o erupciones cutáneas también por colesterol”.
Por tanto, no es exagerado decir que la piel es un buen espejo de enfermedades del corazón y a pesar de ello, “en realidad, la valoración de la piel para ayudar al diagnóstico de cardiopatías en la práctica clínica es baja”, confiesa Juan Cosín, presidente de la Asociación de Cardiología Clínica de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
Signos llamativos
¿Y qué es indicativo para un cardiólogo? “Algunas alteraciones que nos pueden ayudar son la aparición de xantelasma (lesión amarilla que aparece en los párpados) o de xantomas (lesiones amarillentas abultadas, que suelen aparecer en los codos o rodillas), que se relacionan con aumentos importantes de colesterol; la presencia de hemorragias en astilla -hematomas lineales rojizos que aparecen debajo de las uñas- que se asocian con posibles endocarditis (infección de una válvula cardiaca) o las chapetas malares -un enrojecimiento crónico en la piel de las mejillas- que se vincula con la enfermedad valvular mitral de origen reumático”.
El dermatólogo insiste en que la piel es un buen ‘chivato’ de la salud del corazón, y “son muchas y variadas las manifestaciones que ponen sobre la pista de lo que está sucediendo: desde tonalidades azuladas de la piel hasta la aparición repentina de protuberancias (que recuerdan a un sarpullido o verrugas) o de manchas pardas en las palmas y plantas, como describe en un artículo la Academia Americana de Dermatología”.
Esta relación es bidireccional, según apunta el cardiólogo: “Es cierto que alguna patología cutánea, como la psoriasis, incrementa el riesgo de sufrir enfermedades de corazón, como cardiopatía isquémica y, por ello, en pacientes con psoriasis deberemos tratar de descartar este tipo de problemas”. En los casos en los que se sospeche las cardiopatías señaladas, “examinamos la piel, pero en nuestras exploraciones priorizamos la toma de pulsos o la auscultación”, un reconocimiento que no implica restar importancia a las manifestaciones cutáneas.
Cada especialista orienta la consulta en función de sus prioridades, pero el acuerdo es unánime a la hora de reconocer el interés de las manifestaciones cutáneas. En consonancia con el estudio de la Universidad de Jefferson, Ricardo Ruiz insiste en que desde la infancia, la piel tiene la capacidad de ser un buen reflejo de lo que ocurre en el interior de nuestro organismo. Y apostilla: “La dermatología es la cara externa de la medicina interna”.
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