En el centro de la mayoría de las galaxias moran unos ‘monstruos’ gigantescos, que miden millones de veces el tamaño de nuestro Sol. Sin embargo, de ellos no emana la luz de las estrellas, sino que debido a su potente gravedad, la absorben, haciéndolos invisibles al ojo humano. Son los agujeros negros supermasivos. Nuestra galaxia, la Vía Láctea, también tiene el suyo propio, llamado Sagitario A* (y que, por cierto, nuestra tecnología ya ha podido fotografiar).
Desde que sabemos de su existencia, en los años 90, ha permanecido tranquilo, algo así como ‘dormido’. Sin embargo, astrónomos de la Universidad de Estrasburgo han descubierto que no siempre ha sido así y que hace un suspiro cósmico, hace tan solo dos siglos, se despertó para engullir los objetos más cercanos. Los resultados acaban de publicarse en la revista ‘Nature’.
El equipo, dirigido por Frédéric Marin, investigador del CNRS en el Observatorio Astronómico de Estrasburgo (CNRS/Universidad de Estrasburgo), encontró pruebas de que hace 200 años, a principios del siglo XIX, despertó. Y no es que haya escritos o pruebas físicas aquí, en la Tierra, porque nos separan alrededor de 2.000 millones de veces la distancia que separa nuestro planeta del Sol. Sino que sus efectos están llegando ahora a nuestros observatorios, a través del eco de rayos x que se emitieron desde Sagitario A*.
Este hallazgo explica por qué las nubes moleculares galácticas cerca de nuestro agujero negro supermasivo brillan más intensamente de lo habitual: es porque están reflejando los rayos X emitidos por Sagitario A* hace 200 años. Este descubrimiento ha sido posible gracias al IXPE de la NASA (Imaging X-ray Polarimetry Explorer) 3, pionero en detectar la polarización de esta luz de rayos X con gran precisión y también determinar su fuente: algo así como una brújula, la luz polarizada de los rayos X apunta directamente a su origen, si bien se trata de una señal muy débil casi extinta.
Los científicos continúan su trabajo en Sagitario A* para tratar de determinar los mecanismos físicos necesarios para que un agujero negro cambie de un estado inactivo a uno activo.
/psg