El sábado de la semana pasada el Papa Francisco anunció la que según algunos puede ser la designación más relevante de su pontificado. En forma imprevista, la oficina de prensa emitió un comunicado anunciando que el actual prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF), el jesuita español Luis Francisco Ladaria, dejará su cargo en septiembre y en su lugar asumirá el actual arzobispo de La Plata, el argentino Víctor Manuel “Tucho” Fernández. Más que la salida de Ladaria, que había superado en 2019 los 75 años previstos para el retiro, lo que generó inmediatas reacciones fue la designación en su reemplazo del prelado transandino. Visto como un progresista, el hecho hace prever una intensificación de la tensión entre el Papa y sectores conservadores.
“La designación del arzobispo Fernández para dirigir la oficina a cargo de la doctrina de la Iglesia ha puesto en marcha un verdadero terremoto eclesial”, escribía el domingo pasado el corresponsal en Roma de la revista católica británica The Tablet, Christopher Lamb. Y la razón no es sólo el historial del futuro prefecto, sino también la inédita carta con la que el Papa anunció la designación. “El Dicasterio que presidirás en otras épocas llegó a utilizar métodos inmorales; fueron tiempos donde más que promover el saber teológico se perseguían posibles errores doctrinales. Lo que espero de vos es, sin duda, algo muy diferente”, escribió el Pontífice, agregando que la labor del nuevo prefecto será “custodiar las enseñanzas que brotan de la fe”, sin crear “enemigos que señalan y condenan”.
Lo anterior sugiere un giro en la ex Congregación y actual Dicasterio para la Doctrina de la Fe y lo pone en plena sintonía con los planteamientos del propio Francisco en varios temas valóricos, como las bendiciones de parejas homosexuales. El propio prelado se abrió a esa posibilidad en su primera entrevista tras ser designado. Fernández ha sido desde el inicio del pontificado el principal asesor teológico de Bergoglio y, como recordaba el vaticanista Gerard O’Connell en la revista jesuita América, lo ha apoyado en la elaboración de sus textos. Por eso, se espera que sea clave en el próximo sínodo.
Para el vaticanista y director de Crux Now, John Allen, “Fernández está a punto de convertirse para el Papa en lo que Ratzinger fue para Juan Pablo II”. El cardenal alemán fue considerado el custodio de la doctrina en el pontificado de Wojtyla y ambos formaron una unidad inseparable para comprender el legado del Papa polaco, algo que, algunos apuntan, Bergoglio busca con la designación de Fernández en el Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Sin embargo, la relación entre ambos es mucho más estrecha que la que existía inicialmente entre Ratzinger y Wojtyla. El arzobispo de La Plata tiene una larga amistad con Bergoglio y fue el perito teológico del ahora Papa durante la Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Aparecida, en 2007, punto decisivo, según los expertos, en el ascenso de Bergoglio hacia el Pontificado.
Con la designación, dice Allen, Bergoglio “llevó a la administración central a un miembro clave de su círculo de hierro”. Y no sólo eso: “De la noche a la mañana, el prelado argentino se convirtió en la figura más poderosa en el Vaticano de Francisco, incluso más que el secretario de Estado Pietro Parolin, como también sucedió con Ratzinger, que tuvo alguna vez más influencia que Angelo Sodano”, apunta. Con la designación, el Papa sumó, además, a la Curia a un fiel escudero, que ha sido un firme defensor del estilo y del mensaje del Pontífice frente a las críticas de sectores conservadores.
Críticas a su formación
Un artículo del prestigioso medio de temas vaticanos Il Sismógrafo aseguró, sin embargo, que para llegar a ser considerado “El Ratzinger latinoamericano” a Fernández “aún le queda mucho por estudiar” y debe “cambiar su mensaje divisivo”. Por su parte, el National Catholic Register, una revista católica conservadora de Estados Unidos, reveló que durante años el Dicasterio que el propio prelado argentino ahora dirigirá estuvo preocupado sobre su falta de ortodoxia teológica. Incluso, el cardenal Gerhard Müller, uno de sus antecesores en el cargo, confirmó que había un archivo sobre el prelado argentino. Müller, además, ha asegurado que algunas de las declaraciones de Fernández tienen elementos heréticos.
Pero Fernández no sólo enfrenta críticas a su formación teológica, también recibió cuestionamientos por su combate a los abusos en la Iglesia. Anne Barret Doyle, codirectora de la organización Bishop Accountability –que se preocupa de hacer un seguimiento a esos casos en la Iglesia Católica-, aseguró que “el reciente manejo de un caso de abuso del clero en La Plata despierta serias inquietudes”. Doyle se refería al sacerdote Eduardo Lorenzo, que enfrentó al menos cinco acusaciones en su contra y que, según ella, fue apoyado por Fernández. “Por el manejo de ese caso, él debió ser investigado y no promovido a uno de los más altos puestos de la Iglesia”, dijo Doyle. Lorenzo se suicidó en 2019 luego de que se emitiera una orden de detención en su contra por abuso sexual agravado.
El vocero del Arzobispado de La Plata, sin embargo, negó las acusaciones. “El arzobispo nunca dijo que no les creía a las víctimas”, señaló en un comunicado. “Cuando se le ha preguntado, el arzobispo ha respondido claramente que cuando alguien presenta acusaciones de este tipo, en principio, siempre se le cree, pero más allá de ello es necesaria una investigación y un debido proceso, porque la propia investigación así lo establece”. Fernández, en todo caso, no estará directamente a cargo de la revisión de los casos de abusos al asumir como prefecto. Ese asunto quedará radicado en la nueva sección de la DDF que, como señaló el Papa al anunciar la designación del futuro prefecto, “cuenta con profesionales muy competentes”.
El arzobispo Fernández respondió a las críticas en su contra con un mensaje en Facebook subido poco después de su nombramiento. Según él, “hay grupos contrarios a Francisco que están enfurecidos con mi designación y que llegan al punto de usar métodos no éticos para pegarme”. Recordó así las referencias a un libro escrito en sus primeros años de sacerdote, titulado Sáname con tu boca: el arte de besar, con el que, según él, intentó acercarse a la juventud. “He sido humillado con ese libro desde hace muchos años, pero es un catecismo para adolescentes no un libro de teología”, escribió. Días después, en una entrevista al sitio CruxNow, ahondó en su defensa. “No soy un masón ni tampoco un aliado del Nuevo Orden Mundial ni un espía de Soros, esas son puras fantasías”, dijo.
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