Más de 577 millones de personas en todo el mundo experimentan dolor lumbar y de cuello en algún momento de su vida. A pesar de un impulso mundial para reducir el uso de opioides, en Australia, Estados Unidos y otros países del planeta, aproximadamente entre el 40 y el 70 por ciento de las personas que presentan molestias en el cuello y la espalda reciben recetas de opioides para el dolor y un porcentaje de ellas acaban volviéndose adictas a los fármacos (porque son altamente adictivos).
Y es que, en todo el mundo, los médicos suelen recetar opioides para tratar este problema, una clase de analgésicos que incluye los medicamentos morfina, oxicodona y fentanilo. Los medicamentos actuales para el dolor de espalda van desde los de venta libre (OTC) hasta los recetados, incluidos los analgésicos opioides como estos que han causado mucha controversia en los últimos años debido a su potencial de adicción.
Epidemia de opiáceos
Ahora, un pionero ensayo mundial dirigido por científicos de la Universidad de Sídney ha demostrado que los analgésicos opioides no son más efectivos que un placebo para aliviar el dolor agudo de espalda y cuello e incluso pueden causar daño.
“A pesar de que no hay evidencia de su eficacia para reducir el dolor, los analgésicos opioides todavía se recetan ampliamente para personas con dolor de espalda y cuello en muchos países. Nuestro estudio ahora sugiere que podrían estar empeorando los niveles de dolor de los pacientes a mediano y largo plazo”, expone Christine Lin, autora principal del trabajo que publica la revista The Lancet.
No funcionan
El estudio, realizado conjuntamente por investigadores de la Universidad de Sídney, la Universidad de Nueva Gales del Sur en Australia y la Universidad del Sur de Dinamarca en Odense, analizó el dolor de espalda y cuello que era agudo (no crónico) sin una causa específica conocida de 347 pacientes de 157 centros de atención primaria y de urgencias con alrededor de 45 años de edad. Aleatoriamente, la mitad de los pacientes con dolor de cuello y espalda recibió un opioide o una pastilla de azúcar como placebo. Los médicos también dieron a todos los participantes consejos típicos para el manejo del dolor, como mantenerse activos.
Después de seis semanas y 12 semanas de tratamiento, no hubo diferencia en la intensidad del dolor entre los dos grupos. Evaluaron el dolor de los sujetos utilizando una escala de 0 a 10 llamada subescala de gravedad del dolor del cuestionario breve del dolor (CBD), que se desarrolló inicialmente para medir los niveles de dolor informados por los pacientes con cáncer.
| «A las seis semanas, los que recibieron opiáceos no experimentaron un mejor alivio del dolor que los que recibieron el placebo»
Riesgo de abuso
Pero esta no fue la única conclusión: los pacientes que recibieron opiáceos tenían un riesgo pequeño pero significativamente mayor de abuso de opiáceos 12 meses después de su ciclo corto de medicación. Así, los voluntarios que recibieron oxicodona, por ejemplo, también eran más susceptibles a abusar de las pastillas después de un año. Los investigadores dicen que esto es una prueba de que las pautas de tratamiento deben actualizarse para desaconsejar el uso de opioides para este propósito.
Los hallazgos han sido lo suficientemente preocupantes para que los investigadores concluyeran que «hemos demostrado claramente que no hay ningún beneficio en recetar un opioide para el control del dolor en personas con dolor agudo de espalda o cuello y, de hecho, podría causar daño a largo plazo, incluso con un tratamiento de corta duración», apunta Lin. “Los opioides no deben recomendarse para el dolor agudo de espalda y cuello. Ni siquiera cuando otros tratamientos farmacológicos no se pueden prescribir o no han sido efectivos para un paciente”.
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