El papa Francisco inició su viaje apostólico en Portugal, donde lamentó que Europa no ofrezca soluciones para poner fin al conflicto en Ucrania. El pontífice llegó esta mañana a Lisboa, que esta semana acoge la Jornada Mundial de la Juventud 2023. Durante su primer discurso dirigido a las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático en el Centro Cultural de Belén, lanzó una pregunta a Europa: «¿Hacia dónde navegas, si no ofreces procesos de paz, caminos creativos para poner fin a la guerra en Ucrania y a tantos conflictos que ensangrientan el mundo?».
Francisco también apeló al conjunto de Occidente: «¿Hacia dónde navegan, Europa y Occidente, con el descarte de ancianos, los muros de alambre de espino, las muertes masivas en el mar y las cunas vacías? ¿Hacia dónde navegan, si ante los males de la vida, ofrecen remedios superficiales y equivocados, como el acceso fácil a la muerte, una solución conveniente que parece dulce, pero que en realidad es más amarga que las aguas del mar?».
El jefe de la Iglesia católica destacó la importancia del papel de Europa en el mundo moderno como «puente» con otras regiones del mundo, y expresó su esperanza de que reviva los ideales de sus fundadores y se esfuerce por construir «creativamente» vínculos de paz y fraternidad. «Sueño con una Europa, corazón de Occidente, que emplee sus inmensos talentos en resolver conflictos y encender lámparas de esperanza; una Europa capaz de recuperar su corazón joven, mirando a la grandeza del conjunto y más allá de sus necesidades inmediatas; una Europa integradora de pueblos y personas, sin perseguir ideologías ni formas de colonización ideológica», dijo.
El pontífice, de 86 años, afirmó que la capital portuguesa «abraza diferentes pueblos y culturas», recordando que fue allí donde en 2007 se firmó el Tratado para la reforma de la Unión Europea (Tratado de Lisboa), en el que la UE se comprometió a contribuir a la paz, la seguridad, el respeto mutuo entre los pueblos y la solidaridad.
Asimismo, Francisco expresó su preocupación por las crecientes inversiones en armas sofisticadas, que representan «un agotamiento del auténtico capital humano: el de la educación, la salud, el estado de bienestar». «En muchos lugares, se siguen invirtiendo fondos en armas en vez de en el futuro de los jóvenes», lamentó.
El jefe de la Iglesia católica aspira que la Jornada Mundial de la Juventud, a la que se espera que asistan más de un millón de personas provenientes de todo el mundo, pueda ser para el «Viejo Continente» un «impulso hacia la apertura universal».
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