Durante el último tiempo, la crisis por la que atraviesan las isapres ha sido foco de intensos debates dentro del área de la salud. Es que el sistema que surgió en 1981 se encuentra, quizás, en su momento más crítico, con una serie de elementos que se han ido sumando para generar incertidumbre entre sus afiliados, y que podría verse agravado con el reciente «supremazo» por las Garantías Explícitas de Salud (GES).

En ese sentido, la Tercera Sala de la Corte Suprema definió este jueves que en este este último proceso de ajuste las aseguradoras no pueden subir la prima GES como lo tenían establecido previamente, por lo que deberán volver a cobrar lo que habían fijado en el periodo anterior, es decir, entre 2019 y 2022. Asimismo, la instancia dejó la puerta abierta a eventuales devoluciones, las que dejó en manos del órgano fiscalizador, es decir, la Superintendencia de Salud.

La decisión de mayoría la adoptaron los ministros Sergio Muñoz -quien preside la Tercera Sala-, Adelita Ravanales, Mario Carroza y Jean Pierre Matus, mientras que la disidencia fue de la magistrada Ángela Vivanco.

Como si las judicializaciones por los precios de los planes no fueran suficientes, ocurre que el ya golpeado estado financiero de las isapres también se ha visto empeorado por el uso de prestaciones y el alza de licencias médicas, lo que ya amenazaba con detonar el colapso del sistema privado de salud.

Bajo ese escenario, es que desde hace un tiempo a la parte hay una duda que se repite bastante a nivel de los usuarios: ¿Conviene quedarse en la isapre en medio de la crisis que azota a la industria, o es una buena opción irse a Fonasa (Fondo Nacional de Salud), con la opción de adicionar un seguro complementario?

Esto, pese a que quizás uno de los mayores temores de los especialistas que la crisis genere una caída sistémica que obligue a un traslado masivo de los cerca de tres millones de afiliados de los seguros privados a Fonasa.

Los pro de Fonasa

¿Cuáles serían las ventajas de irse a Fonasa? Según un informe elaborado por WTW, entre los atributos destaca que en el fondo estatal solo se cotiza el 7% de la renta imponible, con un tope de 5,712 UF. Además, garantiza gratuidad en todas las atenciones realizadas en el sistema público para cualquier afiliado, independientemente del plan que posea.

A lo anterior, se suma que no existe discriminación por algún tipo de enfermedad o condición preexistente, por lo tanto, todas las personas pueden ser parte de Fonasa, sin importar si perciben o no recursos.

Junto con ello, explican que la fuerte migración desde las isapres «se debe a que los reajustes de los precios de los planes de salud y GES en isapre han generado diferencias de pagos adicionales significativas en prácticamente toda la cartera de estas instituciones privadas, y que, adicionado con el alza sustantiva del IPC, han creado una situación económica demasiado compleja para muchos de estos afiliados».

Ryan Kerr, cofundador de QuePlan.cl, por su parte, indicó hace un tiempo a Emol que Fonasa «ofrece ciertas ventajas, o beneficios, que han hecho que, a la par de la crisis en el funcionamiento de las isapres, algunos lo vean como una mejor alternativa para cubrir sus necesidades médicas. Por ejemplo, que el pago previsional siempre equivaldrá al 7% del sueldo, mientras que el precio en isapre puede aumentar dependiendo del plan que se tenga, o de las alzas de precio base, o GES».

«Tampoco es menor el hecho de que, a diferencia de una isapre, Fonasa no pone restricciones de ingreso a personas con preexistencias. También hay beneficios como el copago cero en la atención pública o el Bono PAD», acotó Kerr.

Los contras de Fonasa

Ahora bien, respecto a las desventajas de afiliarse a Fonasa, en WTW plantean que la cobertura es menor que la ofrecida por las isapres, lo que se traduce necesariamente en un mayor copago por parte de los cotizantes. En ese sentido, respecto de la oportunidad de atención médica y hospitalaria, destacan que el modelo privado considera atención prácticamente inmediata, con cualquier tipo de prestador y sin filas de espera.

Respecto de la la red GES/AUGE que contempla el fondo estatal, señalan que está asociada principalmente al sistema público, sin alternativas de cambio de prestador -excepto si se cambia de región-.

Por otro lado, solo se contempla cobertura en prestaciones definidas en el arancel de Fonasa, a diferencia de las isapres, que han incorporado una serie de prestaciones adicionales a sus aranceles -tales como cirugías robóticas, medicamentos biológicos, lentes ópticos para todos, convenios con centros dentales/mentales/kinesiológicos, entre otros-.

En Fonasa no se consideran reembolsos para ningún tipo de prestación, independiente de si el prestador tiene convenio con el Fondo. Además, la fiscalización que realiza la Superintendencia de Salud respecto del cumplimiento de las canastas GES es casi nula.

«En general, la cobertura de Fonasa está en torno al 20% del total de la prestación, contra un 65% aproximadamente y las atenciones se suceden en períodos de tiempo cortos, menores a un mes», señalan en WTW.

En relación a este punto, Kerr dijo que, por ley, todo plan de isapres debe entregar, al menos, la cobertura que entrega el sistema público en su modalidad de libre elección. «Esto significa que la cobertura que ofrece un plan de isapre siempre será mejor que la que ofrece Fonasa, y es por eso que, para aquellos que deciden migrar desde el sector privado al público, la recomendación es hacerlo con un buen seguro complementario bajo el brazo», explicó.

«También están los tiempos de espera. Es de conocimiento general que para obtener una atención médica en el sector público las esperas suelen ser más altas. Por eso es que una buena parte de quienes están en Fonasa optan por atenderse en recintos privados que tengan convenio con el Fondo, aminorando los costos con un seguro complementario», añadió Kerr, enfatizando en que las clínicas compatibles con el Fondo son generalmente de costos medios.

/psg