Esta enfermedad neurodegenerativa, y esto bien lo sabe cualquiera que tenga o que haya tenido un familiar que la haya padecido, empeora sobremanera la calidad de vida de los enfermos, así como la de las personas más cercanas a ellos.

| «Descubrimos que el aumento de la actividad de las quinasas en los canales TRPM7 es importante en el proceso de degradación de las placas»

A estos problemas debemos sumar también que, a pesar de los esfuerzos de la comunidad científica, incluyendo a las farmacéuticas, muy pocos resultados se han conseguido en cuanto a tratamientos efectivos. De hecho, las causas del alzhéimer, a día de hoy, no están del todo claras y los investigadores siguen intentando dar con la clave que resuelva el misterio.

Por suerte, esta semana un grupo de científicos chinos han conseguido dar un gran paso adelante en la investigación contra la enfermedad de Alzheimer que podría, en los años venideros, ayudar a encontrar una solución, no solo para detener el desarrollo de la enfermedad, sino también poder revertirla.

De entre los muchos síntomas que hemos vinculado a la enfermedad de Alzheimer, la pérdida de canales iónicos entre las neuronas de nuestro cerebro puede contribuir a la acumulación de las proteínas tóxicas que forman una placa que al final es la responsable de la enfermedad en sí.

El gran descubrimiento de estos científicos chinos ha sido, en modelos animales, eso sí, que esas placas pueden reducirse gracias a la manipulación de los canales iónicos. Las proteínas responsables de la formación de estas barreras son las amiloides-beta. Estas se acumulan en los espacios entre las neuronas e interrumpen la comunicación entre ellas, han descubierto los científicos de la Universidad de Fudan en Shanghái.

Como explica el investigador principal del estudio, el doctor Shimeng Zhang, “los agregados tóxicos de amiloides-beta en las neuronas están íntimamente relacionados con la patología del proceso”. El canal de iones a través del cual se forman las placas se denomina TRPM7 y, como detallan los investigadores, se dedica a adquirir diferentes cationes, como Zn2+, Mg2+ y Ca2+, que son esenciales para la función cerebral. Cuando estos átomos llegan al cerebro, contribuyen a darles a las células neuronales características específicas como excitabilidad y plasticidad.

Ahora los investigadores creen, examinando los cerebros de personas fallecidas que padecían alzhéimer, y comparándolos con los cerebros sanos de otros individuos que donaron su cuerpo a la ciencia, que la disminución de ese canal iónico TRPM7 es lo que desencadena la aparición de las ya mencionadas placas.

Esto hizo que los científicos se preguntasen: ¿qué pasaría si aumentamos artificialmente los niveles de actividad de estos canales iónicos? Para probar su teoría, gracias a la involuntaria ayuda de un gran grupo de ratones de laboratorio, criados ex profeso para tener niveles muy altos de proteínas amiloides-beta en su tejido cerebral, e introduciéndoles moléculas básicas para los canales iónicos TRPM7, con el objetivo de sobrecargarlos, las placas proteicas disminuían. Los resultados eran claros: tanto la formación de sinapsis como las funciones cognitivas de los ratones mejoraban. Como resume el doctor Zhang, “descubrimos que el aumento de la actividad de las quinasas en los canales TRPM7 es importante en el proceso de degradación de las placas de proteínas amiloide-beta”.

Por supuesto, estos descubrimientos no son aplicables de manera inmediata al ser humano. Antes de eso es esencial llevar a cabo muchas más investigaciones que acaben dando con medicaciones y procedimientos capaces de revertir de forma segura la formación de dichas placas en cerebros humanos, pero es un primer paso fundamental para conseguir parar y revertir una de las peores enfermedades a las que nos podemos enfrentar en la última etapa de nuestra vida.

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