Fue durante la mañana del 11 de septiembre de 2001 cuando cuatro aviones comerciales fueron secuestrados en pleno vuelo. El objetivo: estrellarlos contra puntos clave dentro de Estados Unidos.

Los atentados fueron realizados de forma simultánea y los responsables de materializarlos fueron miembros de Al Qaeda, la organización liderada en aquel entonces por Osama Bin Laden.

En total fueron 19 terroristas divididos en cuatro grupos —tres de cinco y uno de cuatro—, quienes abordaron las aeronaves simulando ser pasajeros comunes.

Una vez arriba, asesinaron a los pilotos y redujeron a las tripulaciones y a los pasajeros.

Luego, dirigieron dos de las aeronaves hacia las Torres Gemelas de Nueva York, una hacia el Pentágono y otra hacia un destino que todavía es desconocido.

¿Por qué? Porque en uno de los cuatro vuelos hubo una “rebelión” en contra de los atacantes, la cual llevó a que el avión cayera en un campo de Shanksville, en Pensilvania.

A raíz de aquello se han planteado múltiples teorías, como que querían llegar hasta la Casa Blanca en Washington D.C.

Pero lo seguro, es que los atentados dejaron al menos 2.996 muertos y 24 desaparecidos, mientras que el líder del violento operativo fue un hombre de 33 años llamado Mohamed el-Amir Awad el-Sayed Atta, más conocido como Atta.

Él era el mayor de los 19. El resto tenían edades que se encontraban entre los 21 y los 28.

Quiénes fueron los pilotos de los aviones y cómo hicieron los ataques

Atta fue el piloto que manejó el vuelo 11 de American Airlines, el cual tenía presupuestado despegar de Boston para aterrizar en Los Ángeles.

Sin embargo, cuando se tomaron el vehículo aéreo, lo llevaron hacia la Torre norte del World Trade Center. Chocaron con el edificio a las 8:45:27 y al interior iban 60 pasajeros y tripulantes, además de cinco terroristas (incluyéndolo).

El vuelo 175 de United Airlines debía seguir el mismo recorrido, pero Marwan al-Shehhi y sus cuatro compañeros llevaron el avión hacia la Torre Sur. Se estrellaron a las 9:03:42 junto a las 60 personas que iban a bordo.

Poco más de media hora después, con Hani Hanjour al mando, el vuelo 77 de American Airlines —que había despegado del aeropuerto de Dulles en Washington D.C. y que tenía Los Ángeles como destino— colisionó con el Pentágono a las 9:37:44. Ahí iban 64 individuos y los cuatro terroristas que lo acompañaban.

Y finalmente, el vuelo 93 de United Airlines cayó en Shanksville, después de que los presentes se reveleran contra los cuatro criminales. Uno de ellos era Ziad Jarrah, quien manejó el avión que originalmente iba desde Nueva Jersey hacia San Francisco.

Los pilotos de Al Qaeda que participaron en los atentados habían desarrollado un exhaustivo plan antes de cometer los ataques.

Según informaciones rescatadas por Infobae, Atta, Shehhi y Jarrah realizaron varios vuelos previos en el país norteamericano, para así estudiar cómo trabajaban las tripulaciones y buscar formas de entrar con armas.

Asimismo, realizaron entrenamientos con aviones pequeños para desarrollar sus habilidades de vuelo a baja altura.

El primero de los mencionados fue el líder de la maniobra. Atta era un ingeniero egipcio que había pasado por arquitectura en la Universidad de El Cairo y que en 1990 se inscribió en el Instituto de Tecnología de Hamburgo, en Alemania.

Por ese periodo entró en contacto con la mezquita al-Quds y conoció a Shehhi, Jarrah y a Ramzi bin al Shibb, con quienes conformaría la llamada “célula de Hamburgo” de Al Qaeda.

Entre finales de 1999 y principios del 2000, conoció a Bin Laden en Afganistán y él mismo se encargó de reclutarlos para operar con su organización.

También participó un pakistaní llamado Khalid Sheikh Mhamed, quien es considerado como el gestor de los atentados y hoy está en una cárcel de Estados Unidos.

Anteriormente, dicho sujeto había sugerido el secuestro de una decena de aviones para atacar puntos clave de ambas costas, pero Bin Laden rechazó su propuesta por las dificultades que aquello implicaba.

No obstante, hacerlo con cuatro aviones solo en la Este le pareció realizable.

Con ese propósito, Atta envió correos electrónicos a más de 30 escuelas de vuelo estadounidenses para conocer los valores de los cursos, los cuales serían financiados en secreto por Al Qaeda.

Y para no despertar sospechas, se alejó del estereotipo tradicional en torno a los musulmanes radicales y se afeitó la barba, además de empezar a usar vestimentas de corte más occidental y evitar ciertas mezquitas en Alemania.

A pesar de que Bin Laden le ordenó en distintas ocasiones que efectuaran antes los ataques, Atta se resistió e insistió que —para que se cumpliera la misión— debía sentirse preparado para el operativo.

De esta manera, a finales de agosto les dijo que planeaba hacerlo el segundo martes de septiembre, el 11, una decisión que hasta la actualidad no se tiene seguridad de por qué la tomó.

Tras los ataques, algunos expertos plantearon que pudo haber sido porque ese día esperaban un menor flujo de pasajeros, mientras que otros sugirieron que fue porque la fecha 9/11 reúne los números 911, es decir, el de la policía en Estados Unidos.

Otros dijeron que pudo haber influido un tema histórico, ya que el 9 de septiembre de 1683 inició la denominada Batalla de Kahlenberg o de Viena, en la cual el Imperio Otomano cayó ante sus opositores de religión cristiana.

El Islam comenzó a decaer en Europa después de esa derrota.

Cómo se prepararon para los atentados

Los días previos a la fecha ya definida —para los atentados y por consiguiente, para sus propias muertes—, los terroristas se dedicaron a realizar acciones más bien terrenales, financiadas por la organización de Bin Laden.

Abdul Azis al-Omari y Satam al-Suqam gastaron cientos de dólares en pasar un tiempo con dos prostitutas, mientras que uno de ellos solicitó sus servicios dos veces en un mismo día.

Se sabe que otro pagó por una “danza privada” en el salón VIP de un local ubicado en Nueva Jersey.

Durante los seis meses previos al 11 de septiembre de 2001, a los compañeros del curso de aviación que estuvieron con Jarrah les llamó la atención que bebía grandes cantidades de cerveza, mientras que también llegó a embriagarse con Shehhi en un bar llamado Shuckum’s Oyster Pub and Seafood Grill, en Hollywood, Florida.

“Estaban intoxicados. Mohammed más: arrastraba la voz y tenía un acento muy particular”, recordó sobre dicha instancia el gerente del lugar, Tony Amos, en declaraciones rescatadas por el citado medio.

Ya terminado ese periodo para “distraerse”, se enfocaron en su misión.

La mañana del 10 de septiembre, Atta salió con una maleta y un bolso de mano para llevar junto a él en cabina.

Dentro de este último llevaba una copia del Corán, un libro de oraciones, un video con clases sobre cómo manejar dos tipos de Boeing, un manual de vuelo, una navaja plegable de menos de cuatro pulgadas —permitidas en aquel entonces— , un pequeño aerosol con gas pimienta y una carta de cuatro páginas escrita a mano.

En ella, detallaba los planes que seguirían.

“Abrace la voluntad de morir y de renovar su lealtad (…) Aféitese el vello corporal extra y use colonia (…) Rece (…) Familiaricese bien con el plan en todos los aspectos y anticipe las reacciones y la resistencia del enemigo (…) Lea Al-Tawabh (Arrepentimiento en el Corán), y reflexione sobre su significado y sobre lo que Alá ha preparado para los creyentes y los mártires en el Paraíso (…) Examine su arma antes de partir y, como le fue dicho, cada uno de ustedes debe afilar su hoja, salir y llevar a cabo su sacrificio”.

Él y Omari llegaron cerca de las 5:40 del 11 de septiembre al Aeropuerto Internacional Jetport de Portland (Maine), para así tomar el breve vuelo de Colgan Air que los llevaría al Aeropuerto Internacional de Logan, en Boston.

No se sabe con exactitud por qué quisieron hacer esa conexión entre los dos destinos, aunque se cree que fue para no despertar sospechas, ya que sus compañeros encubiertos de Al Qaeda estarían en ese lugar.

Después de los ataques, un agente de la aerolínea recordó que la cara de Atta se desfiguró cuando le dijeron que —para tomar el avión que se dirigía a Los Ángeles— debía pasar por una nueva revisión en Boston. Estaba enfurecido y empezó a reclamar.

A ello se le sumó que le hicieron un chequeo adicional a su equipaje de bodega, pero lo que llevaba ahí no alertó a la policía.

Tanto él como Omari pasaron desapercibidos, por lo que pudieron subir a la aeronave de Colgan Air que los llevó a Boston.

Arribaron a las 6:45 y tampoco levantaron sospechas ahí, por lo que ya estaban mentalizándose para ejecutar su plan en el vuelo que —originalmente— iba hacia Los Ángeles, California.

Cerca de una hora y media más tarde subieron al Boeing, en el que ya estaban sentados los hermanos Wail y Waleed al-Shehri, y Satam al-Suqami.

En paralelo, sus compañeros estaban haciendo lo mismo en Washington D.C. y Nueva Jersey.

Una vez que despegó cada una de las aeronaves, empezaron con la misión que les otorgó Al Qaeda.

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