Un grupo internacional de astrónomos cartografió la estructura del campo magnético de la Vía Láctea, lo que le permitió comprender los procesos energéticos que tuvieron lugar antes del origen de nuestro sistema solar, informó este jueves la Real Sociedad Astronómica del Reino Unido.
En un estudio publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, se detalló que, para crear los mapas de nuestra galaxia, los científicos emplearon los datos de ondas electromagnéticas de alta frecuencia, conocidas como microondas, que se propagan libremente por el espacio.
Esta información fue obtenida a partir de las observaciones hechas en la región norte del cielo por dos telescopios instalados en el Observatorio del Teide, en la isla española de Tenerife. Esta información fue procesada por el primer instrumento de multifrencuencias (MFI, por sus siglas en inglés) del proyecto colaborativo ‘QUIJOTE’ (QUI JOint Tenerife).
El QUIJOTE, que comenzó a operar en 2012, fue diseñado para caracterizar la polarización del Fondo Cósmico de Microondas (FCM), que es la radiación fósil resultante del Big Bang, así como procesos de emisión galáctica y extragaláctica en un rango de frecuencias de 10 a 42 gigahercios.
An international team of scientists have successfully mapped the magnetic field of our galaxy, the Milky Way, using telescopes that observe the sky in the microwave range. 🌌 pic.twitter.com/yE9VseyOSC
— Royal Astronomical Society (@RoyalAstroSoc) January 12, 2023
Los mapas ayudarán a descubrir las ondas gravitacionales tras el Big Bang
Las representaciones cartográficas de la Vía Láctea, que fueron elaboradas con alrededor de 9.000 horas de observaciones procesadas por el MFI, proporcionaron a los investigadores una descripción exacta sobre la polarización en los procesos de emisión de microondas en nuestra galaxia. «Al estudiar las propiedades de su polarización esperamos encontrar una pista indirecta sobre la existencia de ondas gravitacionales tras el Big Bang», comentó Ricardo Génova-Santos, astrónomo del Instituto de Astrofísica de Canarias, en España.
Por otro lado, el científico responsable del QUIJOTE, José Alberto Rubiño, mencionó que «la evidencia científica sugiere que el universo pasó por una fase de rápida expansión, llamada inflación, una fracción de segundo después del Big Bang», por lo que, si esta afirmación es correcta, se podrían «encontrar algunas consecuencias observables cuando» se analice «la polarización» del FCM.
Sin embargo, precisó que habrá dificultades al momento en que se quieran «medir esas características esperadas», puesto que poseen «una amplitud pequeña», además de que «son menos brillantes que la emisión polarizada de nuestra propia galaxia». Rubiño aclaró que, en caso de que se lleguen a determinar tales características, se tendrán datos indirectos sobre «las condiciones físicas en las etapas más tempranas de nuestro universo».
Asimismo, reiteró que esto ocurrirá «cuando las escalas de energía sean mucho más altas» de lo que su equipo pueda «estudiar desde la Tierra». Por otro lado, Rubiño subrayó que «estos mapas dan una descripción detallada en un nuevo rango de frecuencias, de 10 a 40 GHz», complementario a los de misiones espaciales que han observado previamente el cielo en microondas, refiriéndose a las sondas espaciales Planck de la ESA y WMAP de la NASA.
Otros resultados obtenidos por el experimento QUIJOTE están relacionados con la Emisión Anómala de Microondas (EAM), que es un tipo de emisión radiológica identificada por primera vez hace 25 años. Los científicos sugieren que la EAM se produce por la rotación de partículas muy pequeñas de polvo en el medio interestelar (plasma espacial), que tienden a alinearse por la presencia de un campo magnético galáctico. También constataron que han estudiado el exceso de emisión de microondas desde el centro de la Vía Láctea.
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