Un nuevo informe del Zoom de Género desarrollado por la alianza entre Fundación ChileMujeres y el Observatorio del Contexto Económico (OCEC) de la Universidad Diego Portales (UDP), reveló que la brecha salarial de ingresos entre hombres y mujeres aumentó a 25,5% en desmedro de estas últimas, cifra que revela un retroceso desde su mínimo de 20,4% anotado en 2020 y volviendo a niveles similares a la prepandemia (28,1%).
El análisis es realizado a partir del procesamiento de información de la base de datos de la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI) del INE, informe anual que aporta información detallada sobre los ingresos de la ocupación principal en los hogares.
Dentro de los principales hallazgos, se puede observar que existe un aumento de brecha de género respecto a los años 2020 y 2021,(ver gráfico); este indicador a juicio de los expertos, no es sorpresivo ya que se produce esencialmente por una mayor destrucción relativa de empleos con menor capacidad de generación de ingresos entre las mujeres producto de la pandemia.
“Es relevante destacar que en 2020 no hubo políticas estructurales relevantes que apuntaran a combatir las raíces profundas de las brechas laborales de género, por lo que la reducción de esta brecha observada en 2020 fue sólo un efecto transitorio, que obedeció en parte a que en términos relativos se vieron más afectadas las mujeres que tenían empleos con menor capacidad de generación de ingresos, por lo que al ser expulsadas del mercado laboral, esto llevó a que los ingresos laborales promedio de las mujeres subieran ese año. Sin embargo, a medida que el mercado laboral se ha ido recuperando se han ido reincorporando mujeres con empleos con bajos ingresos, con lo que la brecha en 2022 comenzó a subir nuevamente, explica Juan Bravo, director de OCEC y quien lideró el estudio.
Por otra parte, también se observa que la brecha aumenta a medida que es mayor la calificación de los trabajadores. El estudio presenta una división según nivel de calificación de la ocupación: Alta, que se refiere a cargos y responsabilidades mayores, como gerentes o directores de empresas, así también como profesionales y técnicos especializados; Mediana, que son cargo administrativos, vendedores u operarios con conocimientos o destrezas especializadas y Baja, que corresponde a trabajos con menores complejidades.
Así, a mayor calificación (Alta) la brecha aumenta. Por ejemplo, si un hombre recibe un sueldo de alrededor de $1.500.000, la mujer recibe $1.000.000, lo que representa una brecha de un 32,6% en desmedro de las mujeres. Lo mismo ocurre para calificación mediana, con una brecha de 30,4% y en baja calificación la brecha es de 20%.
Esto también se repite en los casos de formalidad que en promedio para los empleos formales un 23,3% y los informales 32,1% en desmedro de las mujeres. A juicio de Francisca Jünemann, presidenta de la Fundación ChileMujeres, “la formalidad laboral es una protección a las brechas de ingresos entre mujeres y hombres. Por eso es tan importante establecer estímulos a ella, tanto en la oferta como en la demanda, terminando con los desincentivos a la contratación de mujeres, como los costos asociados a sala cuna y la rigidez laboral, fortaleciendo las posibilidades de adaptabilidad, donde hay que tener especial preocupación por las mujeres con niños pequeños,” expresó
Ahora bien, cuando la ocupación principal se cruza con la cantidad de horas, se ve que al tratarse de un trabajo de hasta 30 horas, hay una brecha de un 37,1% en promedio en desmedro de las mujeres.
Sobre los resultados es importante destacar que si bien la brecha de ingresos ha aumentado, las razones que más lo incrementan se siguen repitiendo: informalidad, la jornada a tiempo parcial, presencia de niños, niñas y adolescente al interior de los hogares y el rol de ser proveedor (a) principal del hogar.
Factor hijos
Según el Zoom de Género, la presencia de niños, niñas y adolescentes, influye en aumentar la brecha salarial. De hecho, mientras menos edad tienen, la brecha es mayor. Por ejemplo con niños menores de tres años es de un 31,2%, donde un hombre gana alrededor de $900.00, la mujer gana promedio $ 620.000 versus menores de 18 años que es un 29,7% (hombres promedio $840.000 y mujeres $664.000) en desmedro de las mujeres. Ahora cuando no hay presencia de menores de 18 años, existe una mejora considerable, puesto que la brecha disminuye a un 21%.
“Una de las raíces fundamentales de las brechas de género en materia laboral es que la legislación laboral replica la lógica cultural de ausencia de corresponsabilidad, al asumir implícitamente que son las madres las principales responsables del cuidado de los hijos. Esto se traduce en derechos laborales asociados a los cuidados de los hijos que no son equitativos entre padres y madres, lo que encarece la contratación femenina. Mientras no se modifique la legislación de sala cuna para que el derecho no dependa del número de mujeres contratadas, mientras no haya postnatal igualitario y mientras se sigan aprobando leyes en donde el derecho de los padres no es exclusivo, sino que queda supeditado a la decisión de la madre de otorgarlo, seguirá siendo más costosa la contratación femenina y, por ende, seguirán existiendo brechas de género en materia laboral. Dado que lamentablemente se observan pocos avances en esta materia, lo que se esperaría es que las brechas de género en el ingreso laboral continúen su senda de deterioro y acercándose a las cifras prepandemia”, asevera Bravo.
Otro aspecto importante del análisis es la brecha que existe según rol del principal de proveedor o proveedora del hogar, donde se aprecia que en promedio por nivel de calificación y sexo, la brecha es de un 29,3% . Mientras que cuando los ingresos de la ocupación no tienen el rol de ser el principal proveedor, esta disminuye sustancialmente siendo de un 3,7%. Esta diferencia se debe principalmente a que ante la necesidad de ser el sostén principal del hogar tiene menor poder de negociación, explicó el académico.
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