Cuando el Partido Republicano asumió la conducción del Consejo Constitucional -al controlar 22 de los 50 consejeros que integran el órgano redactor- la colectividad fue armando una estrategia para enfrentar el proceso y guiar el debate del organismo.
El diseño de esa estrategia fue cuidadosamente pensada entre el comité estratégico del partido -que integra entre otras personas Cristián Valenzuela y el presidente de la colectividad, Arturo Squella- y los consejeros que están bajo la dirección del jefe de asesores, Jorge Barrera.
La primera pista más concreta de hacia dónde apuntaba la estrategia de los republicanos apareció con la presentación de las enmiendas. La bancada ingresó más de 400 indicaciones con las cuales el partido modificó radicalmente varios de los puntos clave que venían en el anteproyecto de la Comisión Experta y, sobre todo, hizo importantes guiños a su base más dura con temas como el fin de las contribuciones, la infraconstitucionalidad de los tratados internacionales, la protección “del niño que está por nacer” y que los mayores de 75 años cumplan las condenas de cárcel en sus casas.
Todo eso se criticó por ser enmiendas “identitarias”. Pese a que fueron defendidas con fuerza por el partido, a último momento la bancada desistió de esos puntos y armó redacciones más suaves junto con Chile Vamos.
La lógica detrás de las enmiendas originales apuntó a poner sobre el debate constitucional “temas ciudadanos” y así ganar el apoyo “de la mayoría que está fuera del Consejo”. Al hacerlo, republicanos sabía que se alejaba de la posibilidad de llegar a puntos de encuentro con la izquierda. Es lo que el oficialismo viene pidiendo desde el inicio del proceso: “un pacto político transversal” que permita tener una “Constitución que no solo represente la mirada de la derecha”.
A los republicanos eso no les quitaba el sueño. En algún momento intentaron quebrar la unidad del bloque oficialista tanteando la opción de negociar solamente con el PS, pero los socialistas de inmediato cerraron la puerta.
De hecho, en algún momento, antes de las votaciones en las comisiones, al interior de republicanos se debatía con qué sector negociar las indicaciones. Mientras algunos pocos defendían hacerlo con la izquierda, otros planteaban hacerlo solo con una parte del oficialismo. Esto último implicaba llegar hasta el PS. Mientras, el lado más extremo bregaba por no conversar con los representantes de los partidos de gobierno y solo buscar los votos con Chile Vamos.
Debajo de eso se escondía una premisa, de la cual dirigentes republicanos como Valenzuela están convencidos: que el mejor escenario es que la izquierda y el gobierno llamen a votar en contra. Esa estrategia fue transparentada la madrugada del sábado por el mismo José Antonio Kast.
Cuando el Consejo estaba enfrascado en una jornada maratónica para despachar en 21 horas el texto al pleno y la izquierda acusaba desorden, improvisación y falta de conducción por parte de los republicanos, Kast dio el paso para enmarcar el asunto. Su primer posteo en la red social X (antes Twitter) fue pasadas las una de la mañana y lo hizo para responderle a la comisionada Antonia Rivas (CS), quien había reprochado en ese mismo espacio “la falta de conducción, desorden y caos en la discusión de las normas”. Rivas -quien durante la Convención fue asesora de la convencional rapa nui Tiare Aguilera- criticó que ese escenario “no lo había visto nunca”, ni siquiera “en el primer proceso”.
Ante eso, Kast respondió: “Antonia Rivas no solo es ‘experta’ designada por la izquierda, sino que fue asesora de la fracasada Convención y autora intelectual de la plurinacionalidad que buscaba dividir a Chile en muchas naciones. Si ella está en contra, vamos por buen camino”.
Dos horas después, siguió el mismo camino y citando un punto de prensa de consejeros oficialistas, remarcó el punto anterior: “Si el Partido Comunista y el Frente Amplio están en contra, es positivo para Chile. Vamos por buen camino”.
El punto de quiebre
En el Partido Republicano comentan que lo ocurrido la madrugada del jueves, fue el hito político que para ellos marcó un punto de quiebre con el oficialismo. Esa noche, se convocó a una última mesa de negociación entre todas las fuerzas políticas, que luego de cuatro horas fracasó en su cometido.
Los republicanos comentan que lo que pasó en esa instancia fue percibido como la decisión tácita del oficialismo de bajarse del proceso. Pese a que este punto es descartado tajantemente por parte de los comisionados y consejeros de izquierda, el partido que lidera Squella está convencido de que eso fue lo que ocurrió.
En los republicanos comentan que cuando la izquierda no se movió de su petición de bajar los 15 temas ya aprobados en comisión, lo que hicieron fue patear el proceso. Lo más significativo, comentan las mismas fuentes, es que esa decisión fuera tomada por los comisionados del sector. En esa mesa estaban sentados los comisionados Gabriel Osorio (PS), Antonia Rivas (CS), Domingo Lovera (RD), Alexis Cortés (PC) y la consejera María Pardo (CS). En la izquierda comentan que la decisión de que fueran los expertos a negociar fue tomada por los consejeros, y que el plan original incluía a la consejera y delegada Karen Araya (PC), pero un problema de último momento hizo que en su reemplazo asistiera Cortés.
Este fue el hito que provocó que, dos días después, el Partido Republicano no camuflara su intención de que el proceso siga su curso sin la izquierda. Fuentes del partido comentan que eso no implica que el texto solo represente a la derecha, sino que su interés es conseguir los apoyos de la centroizquierda.
Eso podría incluir al centro político que representa Amarillos y Demócratas y explorar con el PPD, la DC y el PR. Por lo mismo, Barrera se desplegó la noche del viernes para que las enmiendas de unidad de propósito, es decir materias de consenso con Chile Vamos, pudieran recoger algunas de las aprensiones del oficialismo.
Las mismas fuentes agregan que los mensajes de Kast apuntan a convencer al “flanco derecho” del partido, esa base que está en contra del proceso y que antes de que exista el texto ya han dicho que rechazarán la propuesta en el plebiscito. La lógica la resumen así: “si es la izquierda la que plantea que se desmanteló el Estado social, nos están haciendo la pega de convencer a nuestro lado más extremo”.
El horizonte de los republicanos no está en conseguir un texto constitucional transversal, sino que uno que sea “para la mayoría de los chilenos”. Esa sutiliza implica desechar el camino de la unanimidad, pero agotar hasta el último momento la opción de subir a sectores de la centroizquierda.
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