Cómo no sorprenderse cuando, en el circo político que estamos viendo, son los payasos quienes emplean la vieja engañifa circense de sacar “conejos de los sombreros”. Cómo no inquietarse si, mientras la opinión pública está en ascuas viendo al país tambalearse en la cuerda floja política, económica y social, ahora aparecen los bufones de la política “sacando” arreglines y entuertos extraños para salirse del “zapato chino constitucional” en que se metieron.
Desde hace mucho tiempo, desde finales de 2019, la sociedad política -en especial el gobierno de la época- no encontró mejor camino para sofocar un alzamiento delincuencial, mal llamado “estallido”, que ceder a las presiones de una izquierda refundacional y meter al país en un entuerto constitucional del cual aún no hay visos de solución.
Con el embuste que había un tema constitucional pendiente, el Presidente, en vez de asumir su responsabilidad de sofocar la violencia y la insurrección, optó por ceder el ordenamiento institucional, en circunstancia que ese no había sido nunca una demanda ciudadana prioritaria, excepto para unos pocos interesados en destruir el andamiaje republicano vigente.
Si aún hay contertulios que duden de lo dicho, esta informada pluma les recuerda que las prioridades de la ciudadanía siempre han estado lideradas por seguridad, orden, educación, salud, justicia… De igual forma, nunca el tema constitucional ha superado las últimas posiciones en las encuestas, esto mientras “el país va en caída libre” en los indicadores internacionales de estabilidad política, competitividad económica, crecimiento y bienestar ciudadano.
Es increíble que, a pesar de tantas evidencias, la sociedad política persista en “un tema… que no es tema” y que, después de muchas cabriolas -plebiscitos de entrada y salida, designación (a dedo) de una Comisión de Expertos, de un Consejo Constitucional elegido- y luego de meses de trabajo, liderado mayoritariamente por personas que suscriben los principios y valores de la sociedad libre… aparezcan los infaltables “payasos de la política” queriendo hacer arreglines de último minuto.
El “conejo político” con que han aparecido “estos ocurrentes bufones” consiste, ni más ni menos, en que cuando la versión final del Consejo -la totalidad del nuevo texto constitucional- deba ser votada (7 de noviembre), y aprobado por 3/5 de los consejeros, ésta sea rechazada, con lo cual no habría propuesta y, en consecuencia, tampoco habría plebiscito el 17 de diciembre… ¡Oh my God!
Tal cual… Habremos vivido cuatros años de gatuperios políticos, se habrán dilapidado miles de millones de pesos y, lo más impresentable, se habrá perdido un tiempo irrecuperable en la solución de problemas de la gente más vulnerable. A todas luces una situación inaceptable.
Por último, esta pluma comparte con sus optimistas lectores que es poco probable que dicho escenario se concrete, pero con la izquierda todo puede pasar; sería un “harakiri político”, y un hazmerreír de la comunidad nacional y de todas las democracias del mundo. Urge que de una vez por todas se termine “el payaseo político” y se imponga la cordura… ¡el país quiere soluciones y no circo!
Por Cristián Labbé Galilea
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