Para asombro de los científicos que los descubrieron, venían en parejas. Decenas de parejas de planetas errantes, mundos que no dependen de una estrella pero que, sorprendentemente, se orbitan unos a otros, formando sistemas binarios de un tipo nunca visto y que los científicos no saben muy bien cómo puede existir. 42 pares de planetas en total, casi todos ellos mayores que Júpiter y orbitándose a distancias que van desde 25 a 390 veces la que separa a la Tierra del Sol.
El increíble hallazgo fue hecho gracias al Telescopio Espacial James Webb, que pudo observar los misteriosos planetas binarios moviéndose libremente a través del Cúmulo del Trapecio, en la Nebulosa de Orión. Bautizados como JUMBO (Objetos binarios con la masa de Júpiter), los objetos no son lo suficientemente grandes para convertirse en estrellas, pero el hecho de que existan en parejas hace, también, muy poco probable que se trate de planetas errantes ‘normales’, es decir, expulsados de sus sistemas solares tras su formación y condenados a viajar en solitario a través del espacio. ¿Pero qué son y cómo se formaron entonces?
Extrañas parejas
Según puede leerse en un artículo publicado en el servidor de preimpresiones arXiv y enviado a Nature por los astrónomos Samuel Pearson y Mark McCaughrean, de la Agencia Espacial Europea (ESA), «no está nada claro cómo pueden ser expulsados a la vez pares de planetas jóvenes (de un sistema solar) y que éstos permanezcan unidos».
A 1.344 años luz de la Tierra, la Nebulosa de Orión es un conocido ‘semillero estelar’, un lugar donde contínuamente nacen nuevas estrellas. Allí, enormes columnas de gas dejan entrever en su interior el brillo de las estrellas recién nacidas. Sin embargo, distintas observaciones llevadas a cabo con telescopios terrestres llevan tiempo alertando de que ‘ahí dentro’ hay algo más que bebés estelares, misteriosos objetos que no brillan y que permanecen ocultos en el interior de las densas nubes de gas.
Hicieron falta las capacidades infrarrojas del James Webb para ver a través de esas nubes observar los desconcertantes objetos. Pearson y McCaughrean lograron descubrir hasta 540 de ellos, y su análisis reveló que se trata de gigantes gaseosos de aproximadamente un millón de años de antigüedad (es decir, extremadamente jóvenes), con densas atmósferas hechas de monóxido de carbono, metano y vapor y con temperaturas que rondan los 700 grados centígrados. Pero lo que realmente descolocó a los dos investigadores es que muchos de esos objetos, 84 de ellos, venían en parejas.
Ni planeta ni estrella
Normalmente, las estrellas tardan decenas de millones de años en ‘nacer’, transformándose de simples nubes de gas y polvo en enormes globos ardientes alimentados por fusión nuclear. Mientras la estrella se forma, haciéndose cada vez más grande y masiva, la nube de gas de la que se alimenta empieza a girar a su alrededor respondiendo a la creciente gravedad del astro, y forma un disco de material del que, eventualmente, pueden formarse planetas.
Sin embargo, a veces ese disco puede deshacerse antes de tiempo, sembrando una masa de materiales que pueden dar lugar a una segunda estrella, que junto a la primera formará un sistema binario. La mayoría de las estrellas que observamos en el cielo son, de hecho, sistemas binarios formados por dos estrellas que se orbitan mutuamente.
Los científicos creen que el límite inferior de masa para que del colapso de una nube de polvo y gas nazca una estrella es de tres veces la de Júpiter. Cualquier cosa más pequeña no llegará a tener la masa suficiente como para que la presión y la temperatura pongan en marcha el horno nuclear interno, de modo que, en vez de surgir una segunda estrella, nacerá un objeto que quedará ligado para siempre a la primera estrella.
Por eso, la existencia de esas 42 parejas de planetas, cada uno de ellos con aproximadamente la masa de Júpiter resulta, cuando menos, difícil de explicar. Si fueran planetas errantes expulsados, ¿cómo podrían haber mantenido su relación binaria? Y si en vez de eso resultaran ser una especie de estrellas fallidas, ¿cómo pudieron hacerse tan pequeñas?
«El conjunto de objetos de masa planetaria y JUMBO que vemos en el Cúmulo del Trapecio podría ser fruto de la combinación de los dos escenarios ‘clásicos’, incluso si ambos tienen importantes salvedades. O tal vez, para explicarlo, sea necesario un mecanismo de formación nuevo y completamente independiente».
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