Que las estrellas desaparezcan del cielo sin explicación aparente es algo que trae de cabeza a los astrofísicos. Ha habido esfuerzos por parte de la comunidad científica para encontrar los motivos de estas repentinas ausencias y las conclusiones van desde supernovas fallidas que colapsan en agujeros negros a posibles megaestructuras construidas por otras civilizaciones que cubren las estrellas para capturar su energía.
Hace cerca de un lustro el proyecto científico ciudadano VASCO (las siglas en inglés de: Fuentes que Aparecen y Desaparecen durante un Siglo de Observaciones) intentó detectar y catalogar el número de estrellas que han desaparecido sin explicación durante las últimas siete décadas.
«En el proyecto de ciencia ciudadana, comparamos imágenes de los años 50 con imágenes modernas del cielo», explicó en su momento a Space.com Beatriz Villarroel, investigadora principal de VASCO y astrofísica del Instituto Nórdico de Física Teórica de Suecia. «El objetivo final es identificar un objeto que es claramente visible en varias imágenes antiguas, pero que ya no es visible en la actualidad».
VASCO es uno de los colaboradores de la iniciativa de búsqueda de inteligencia extraterrestre (SETI), que considera que las estrellas que desaparecen son un signo potencial de la presencia de civilizaciones avanzadas.
Cien estrellas desaparecidas detectadas
VASCO publicó en 2022 un estudio en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society en el que contaba los resultados de sus investigaciones. Según explica el artículo, el equipo analizó el catálogo de imágenes del Observatorio Naval de Estados Unidos a partir de 1949 y las comparó con el archivo del sondeo del cielo Pan-STARRS entre 2010 y 2014.
Encontraron 298.165 estrellas que eran visibles en las imágenes antiguas pero no en las nuevas. La mayoría de esas imágenes tenían explicaciones sencillas como que se trataba de asteroides, de objetos que cambian de brillo o de objetos que se desplazan a gran velocidad por el cosmos.
Sin embargo aún quedaban 5.399 estrellas a las que no le pudieron dar una explicación plausible. El equipo revisó manualmente las imágenes para descartar las que tuvieran fallos de cámara y otros errores y finalmente se quedaron con 100 candidatos sólidos.
Lo que no encontraron fue ninguna estrella que hubiera sido visible tanto en las imágenes antiguas como en las nuevas y que de repente desapareciera.
Cuáles son los motivos de las desapariciones
Detectar las estrellas desaparecidas no significa saber por qué ya no se ven, aunque el equipo se ha animado a conjeturar sobre los posibles motivos de las desapariciones.
Estas estrellas, dicen, podrían haberse oscurecido como le ha ocurrido a Betelgeuse: una brillante estrella roja situada en la constelación de Orión, que ha ido atenuando su brillo de manera inesperada desde finales de 2019 y en 2020.
También podrían haberse convertido en supernova —una explosión que ocurre en el último estadio de vida de una estrella—, aunque esa explosión deja un resplandor que puede durar días y normalmente se pueden ver. Sin embargo, una estrella que desaparece de repente, podría significar que ha colapsado en un agujero negro. Aunque esto es increíblemente raro. La probabilidad de que suceda, dice el estudio, es de menos de una entre mil millones en los últimos 70 años.
Las estrellas desaparecidas, dice el equipo, podrían ser también lentes gravitatorias que deforman el espacio-tiempo debido a la presencia de objetos extremadamente masivos. Esto podría hacer que los objetos lejanos, así como los breves estallidos de luz o las explosiones de rayos gamma, se vean magnificados. Los objetos que se mueven más cerca, como los asteroides, también podrían explicar estas desapariciones.
Ocultas dentro de esferas Dyson
Aunque los investigadores reconocen que el estudio de estos objetos es de interés para la astrofísica, lo que realmente motivó el trabajo del equipo de VASCO era la búsqueda de señales tecnológicas que nos indiquen la presencia de civilizaciones avanzadas en el universo.
El astrofísico ruso Nikolai Kardashev propuso en los años 60 una escala (escala de Kardashev) para medir el progreso de una civilización basada en su capacidad para aprovechar la energía de su entorno. Según esta escala hay tres tipos de civilizaciones: una civilización de tipo 1 (planetaria), como la humana, sólo puede usar la energía de su planeta. Una de tipo 2 (estelar), puede aprovechar la energía total de su estrella con sistemas como las esferas Dyson, una teórica megaconstrucción espacial capaz de recoger la luz de una estrella de forma tan efectiva que podría alimentar a toda una civilización durante miles de millones de años. Y finalmente, una civilización de tipo 3 (galáctica), es la que es capaz de controlar la energía de toda su galaxia.
“Las señales tecnológicas pueden definirse como propiedades o efectos que no pueden atribuirse a fenómenos naturales y que, por tanto, pueden indicar un origen artificial”, dice el equipo en su estudio. “Por ejemplo, láseres de comunicación artificiales, esferas de Dyson y megaestructuras. En particular, estas dos últimas podrían atenuar o incluso hacer desvanecer por completo la estrella”.
/psg