Lo vivido hizo resonar en mí esa canción de Serrat, hecha para otras circunstancias: “Son aquellas pequeñas cosas/…/que el viento arrastra allá o aquí/…y nos hacen que lloremos cuando nadie nos ve/.”

“Pequeñas cosas”. Como la ocurrida la semana pasada en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile hablan mejor que sesudos textos. La experiencia brutal de Sergio Micco, profesor de esa misma universidad, invitado a exponer en ella. Fue boicoteado en el aula, luego agredido de palabras y expulsado por un grupo violento de alumnos que después emitieron una desafiante declaración justificando su actuar, firmada por las Juventudes Comunistas y militantes de Convergencia Social (partido del Presidente Boric) de esa facultad.

Deténganse un instante a pensar en esas cosas pequeñas, como esa; o también la que nos avisa el contraste entre ese “perro matapacos” mascota de sus mundos y el “Fiu” panamericano que días atrás unificó en un solo corazón a Chile entero. ¿Cómo serían su vida y sus derechos si esos militantes que reprimieron a Micco en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile y enarbolan el símbolo del “perro matapacos” tuvieran el poder para actuar a su antojo con cada uno de nosotros? Su actitud nos anticipa la sociedad futura a que aspiran y cómo administrarían nuestros derechos si de su voluntad dependiéramos.

Pero hablar de sociedad futura nos remite al debate constitucional. Hoy, con rostro beatífico, luego de promover el proyecto de la Convención Constituyente con el cual disintió más de un 60% de los chilenos, sostienen que el texto constitucional propuesto, no es “de consenso”. ¿Será para ellos, más de consenso la Constitución vigente – esa que descalificaron como de “los 4 generales” – que el proyecto elaborado democráticamente de punta a rabo, con comisión de expertos y constituyentes electos por la ciudadanía? Tampoco; su voto en contra caduca rápido. Solo buscan que no quede legitimada Constitución alguna en diciembre, para facilitar su real objetivo. Cual es, según dirigentes del PC como Lautaro Carmona y Karol Cariola, mantener abierta la discusión constitucional. Nos advierten sin tapujos que “habrá que pensar…en un nuevo proceso (constitucional)” después del plebiscito de diciembre. Ya no es una funa a Micco. Es al proceso constitucional mismo. Ya no es un “matapacos”, es un mata institucionalidad.

Pues bien, esa es exactamente una buena razón para votar a favor, aunque el proyecto no sea perfecto. El país no resiste seguir prolongando un vacío constitucional de años. No se necesita ser jurista para entender las consecuencias de que mañana triunfen protagonistas de culturas inspiradoras de funas y polarizaciones, de acciones y símbolos intimidantes, promotores de vacíos institucionales que socavan la vida institucional y económica del país. Nos lo dicen mejor “pequeñas cosas” que densos articulados.

Por Óscar Guillermo Garretón, economista, para La Tercera