Las acciones de BYD (Build Your Dreams) se dispararon esta semana tras anunciar que sus beneficios del tercer trimestre se duplicarían con respecto al año pasado.
BYD supera ahora a Tesla en producción trimestral –el segundo fabricante estadounidense en ventas mundiales–.
Su éxito es también una señal del crecimiento de la industria automovilística china, que este año ha superado a Japón y se ha convertido en el mayor exportador del mundo.
Es un punto brillante en una economía china aletargada que se tambalea por una grave crisis inmobiliaria y un desempleo récord.
Pero, en el lado menos luminoso, las tensiones de Pekín también crecen con muchos de los países -entre los que destacan Estados Unidos y las naciones de la Unión Europea- que son mercados de exportación para sus vehículos eléctricos o VE.
A medida que el mundo se orienta hacia nuevas tecnologías más limpias, este es otro ejemplo de lo difícil que será para los países occidentales dejar de depender de los productos chinos.
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