La búsqueda de caminos para combatir el cambio climático, y sus múltiples consecuencias, es uno de los temas centrales que ocupa actualmente a la comunidad científica y, aunque parezca increíble, una de las soluciones podría emanar de nuestros propios suelos. Así lo determinó un reciente estudio que concluyó que las micorrizas, u hongos que establecen relaciones simbióticas con las raíces de las plantas traspasándoles nutrientes, son capaces de captar y conservar más de 13 millones de toneladas de CO2 cada año, lo cual equivale aproximadamente al 36% de las emisiones anuales procedentes de combustibles fósiles.
La investigación, publicada en la Revista Current Biology, analizó casi 200 grupos de datos para cuantificar el impacto de estos mecanismos. “Las micorrizas son objeto de estudio hace mucho tiempo dada su relevancia en la mantención de los ecosistemas. Sin embargo, el foco sobre las dinámicas de carbono, y por ende su rol en el contexto de cambio climático, es reciente. De ahí la relevancia de estos hallazgos, que permiten dimensionar la magnitud de estos procesos biológicos”, asegura Luis Larrondo, director del Instituto Milenio de Biología Integrativa, iBio, al comentar el trabajo que tiene como una de sus autoras a la académica de biología evolutiva en la Universidad Vrije de Ámsterdam, Toby Kiers. En cuanto a cómo las micorrizas logran retener este gas incoloro, inodoro y compuesto por oxígeno y carbono, cuyas emisiones son una de las principales causas del calentamiento global, Larrondo explica que “los hongos micorrízicos forman extensas redes de filamentos en el suelo y para crecer estos utilizan el carbono de los carbohidratos que las plantas les proporcionan. De esta forma, una cantidad significativa de carbono que es absorbido por las plantas puede ser almacenado en el suelo por períodos prolongados, constituyendo un significativo sumidero de carbono”.
Justamente por el aporte natural que constituyen, Larrondo advierte la relevancia de estudiar y proteger estos microorganismos. Esto, dado que las micorrizas no sólo están “secuestrando carbono”, sino que además por su asociación con las plantas favorecen su crecimiento, facilitando el acceso a nutrientes como el fósforo y el nitrógeno, disminuyen la necesidad de fertilizantes y mejoran la salud del suelo aumentando su capacidad de mantener agua, reduciendo así la erosión. Junto con ello, los especialistas aseguran que las plantas que tienen asociación con micorrizas muestran una mayor resiliencia a condiciones ambientales hostiles. Así, los químicos que afectan negativamente a los hongos micorrízicos repercuten en las especies vegetales que allí se encuentran y, por otra parte, la deforestación puede llevar a una menor presencia de estos hongos en el suelo, lo que a su vez impactara negativamente a futuras plantas en la zona. “Por eso se deben invertir recursos y esfuerzos en estudiar, analizar, preservar. Entender lo que ocurre en nuestros suelos y crear conciencia de ellos es fundamental. El conocimiento permite a su vez crear soluciones y alternativas para poder potenciar estrategias de agricultura sustentable y de mantención de ecosistemas”, puntualizó el director de iBio.