Los primeros continentes de los planetas de nuestra galaxia pueden haber aparecido hasta cinco mil millones de años antes que los de la Tierra. Esta hipótesis despierta la imaginación sobre la posibilidad de vida extraterrestre más avanzada que la humana en nuestro barrio cósmico.

Los continentes son esenciales para la proliferación de la vida, como indica la historia de la Tierra. Proporcionan una superficie sólida donde pueden desarrollarse los organismos terrestres, y también influyen en el clima y el ciclo del agua.

Además, los continentes pueden tener un efecto positivo sobre la evolución de la vida, al generar diversidad geográfica y ecológica, y favorecer la aparición de nuevas especies.

Los continentes se forman mediante tectónica de placas, un proceso que depende del calor que emana del núcleo planetario, que se alimenta de la desintegración de elementos radiactivos como el uranio-238, el torio-232 y el potasio-40.

Estos elementos radiactivos provienen de fenómenos cósmicos catastróficos como explosiones de supernovas y colisiones entre restos de grandes estrellas, llamadas estrellas de neutrones.

Nuevos cálculos

Jane Greaves, astrónoma de la Universidad de Cardiff en el Reino Unido, utilizó los niveles de uranio-238 y potasio presentes en estrellas cercanas, así como las edades de esas estrellas medidas por el satélite Gaia, para calcular cuándo un hipotético planeta rocoso alrededor de cada una de estas estrellas se habría calentado lo suficiente como para que la tectónica de placas hubiera formado continentes.

Su investigación reveló que los primeros continentes se formaron alrededor de estrellas similares al Sol hasta cinco mil millones de años antes de que comenzara la tectónica de placas en la Tierra.

Esta revelación se basa en el estudio son dos estrellas un poco más pequeñas que nuestro Sol (HD 76932 y HD 201891), situadas respectivamente a 70 y 110 años luz de nosotros, en una región llamada «disco grueso» de la galaxia.

Según esta investigación, los planetas de estas estrellas indican la posible existencia de vida, ya que esos planetas tienen placas tectónicas activas, y por tanto tienen un núcleo interno que genera un campo magnético.

Muestra estelar

El campo magnético también es esencial para la vida, ya que protege al planeta de la radiación cósmica y del viento solar, que podrían dañar o destruir la atmósfera y la superficie del planeta.

Basándose en su muestra de sólo 29 estrellas y en las mejores estimaciones actuales de los astrónomos sobre la probabilidad de que un planeta sea habitable, Jane Greaves concluye que dos de los sistemas solares de esta muestra podrían tener biosferas más avanzadas que la de la Tierra.

El descubrimiento es crucial en la preparación para el Observatorio de Mundos Habitables de la NASA, previsto para la década de 2040, que observará planetas similares a la Tierra y, con suerte, descubrirá signos de vida.

Jane Greaves espera que investigaciones posteriores analicen más estrellas para ver si podrían tener planetas con placas tectónicas, lo que «podría ayudar a descubrir más sistemas antiguos donde la vida en la Tierra podría ser anterior a la de la Tierra».

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