El 15 de octubre de 1991, el detector de rayos cósmicos Fly’s Eye (‘Ojo de Mosca’) de la Universidad de Utah detectó la posteriormente denominada como partícula Oh-My-God (“Oh Dios Mío”). Un nombre que se le otorgó por el asombro que causó y por su extraordinaria fuerza: fue 20 millones de veces más potente que la radiación electromagnética más alta registrada hasta ese momento que hubiese sido emitida por un objeto fuera de la Vía Láctea. Para hacernos una idea, su energía cinética era equivalente a una pelota de béisbol lanzada a 94 km/h.
Desde entonces, los seres humanos hemos podido registrar casi dos decenas de eventos similares. En este sentido, el pasado 27 de mayo de 2021, 23 detectores de rayos cósmicos situados junto al Telescopio Array del desierto de Millar, que también se ubica en Utah y abarca 700 kilómetros cuadrados de superficie, detectó la segunda partícula cósmica más potente que ha impactado contra la Tierra en la historia. Su nivel de energía se cifró en 244 exaelectronvoltios (EeV), mientras que el impacto registrado en 1991 alcanzó los 320 EeV. Se le ha dado el nombre de ‘Amaterasu’ en honor a la diosa que, según la tradición sintoísta, fue clave para la creación de Japón.
El Telescope Array detecta el segundo rayo cósmico de mayor energía de la historia.
⚡️Solo superada por la partícula Oh-My-God –un rayo cósmico de energía ultraalta detectado en 1991–, la recién bautizada partícula Amaterasu profundiza en el misterio del origen, la propagación y… pic.twitter.com/s2l11LHdRZ— Enrique Coperías (@CienciaDelCope) November 23, 2023
Los ultra-high- energy cosmic ray o UHECR (“rayos cósmicos de ultra-alta energía») son extraordinariamente poco frecuentes, ya que suelen proceder de supernovas, agujeros negros y eventos similares caracterizados por resultar muy energéticos. Esto hace también que procedan de regiones muy lejanas del universo, como en este caso. El problema está en que, como se asegura en el estudio publicado en la revista Science recientemente, no hay nada en la región del espacio de la que supuestamente viene este rayo.
Así lo aseguran varios de sus autores. Según han afirmado a diferentes medios, lo primero en lo que pensaron al revisar los datos fue que se trataba de un error. Sin embargo, no tardaron en darse cuenta de que era real. A este respecto, es posible que el rayo cósmico se haya desviado. Sin embargo, cuanto más energético es un rayo, más recto debería ser su camino. Esto implicaría que existe una fuente que todavía no ha sido identificada o que aún queda mucho por aprender en torno a la física de partículas.
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