El 1 de diciembre Israel se embarcó en lo que podría ser la etapa más crucial de su guerra en Gaza. Su tregua de una semana con Hamas colapsó temprano esa mañana y sus fuerzas comenzaron a converger en los principales bastiones restantes del movimiento islamista en toda la franja costera. Las tácticas serán diferentes en esta fase, pero para muchos que observan el creciente número de muertos palestinos, eso tendrá poca relevancia. Israel es muy consciente de que el tiempo y el apoyo a su ofensiva en Gaza se están acabando, y que tiene un conjunto de objetivos imposibles de alcanzar antes de que eso suceda.
En el sector norte, donde Israel ya tenía el control de la mayor parte de la ya despoblada ciudad de Gaza, lanzó ataques aéreos contra el barrio de Shujaiya y el campo de refugiados de Jabalia. Se cree que la mayoría de los combatientes de Hamas que quedan en el norte están escondidos en esas zonas. En el sur, Israel ha atacado edificios en Khan Younis, la ciudad natal de Yahya Sinwar y Muhammad Deif, los líderes más importantes de Hamas en Gaza, donde ahora se cree que ambos se esconden. El 3 de diciembre se avistaron tanques de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en las afueras de la ciudad mientras su ofensiva terrestre, hasta ahora limitada principalmente al norte, parecía estar expandiéndose.
Israel mató a más de 700 palestinos en el segundo día de combates después de que terminó la tregua, dijo a Al Jazeera la oficina de medios del gobierno del territorio dirigido por Hamas. Alrededor de 15.500 palestinos han sido asesinados en Gaza desde el 7 de octubre. Durante la tregua, Israel permitió que más de 300 camiones con ayuda entraran a Gaza cada día; ahora no está permitiendo nada de eso, como antes de la pausa en los combates. Los funcionarios israelíes dicen que se está trabajando en un plan para ampliar considerablemente la provisión de ayuda (hasta ahora esto aún no se ha materializado en algo más concreto).
En privado, los funcionarios de seguridad israelíes admiten que las fuerzas armadas de su país se están apresurando a operar antes de que se cierre su “ventana de legitimidad”. Saben que no pueden depender indefinidamente del apoyo internacional a la campaña militar de Israel en Gaza, provocada por la masacre de Hamas de unos 1.200 israelíes y el secuestro de unos 250 más el 7 de octubre. Este apoyo, liderado por Estados Unidos, se está erosionando rápidamente ante el sangriento número de vidas civiles en Gaza. En una visita a Israel el 30 de noviembre, Antony Blinken, el secretario de Estado estadounidense, dejó claro a los miembros del gabinete de guerra formado por Benjamin Netanyahu, el primer ministro de Israel, que no tendrían los “meses” que dicen que necesitan para terminar el trabajo.
Blinken también dijo que la administración estaba observando de cerca para ver si Israel estaba haciendo más para minimizar las víctimas civiles y facilitar el flujo de ayuda a los más de 2 millones de palestinos que ahora se encuentran hacinados en el sur de Gaza. Desde entonces, otros miembros de la administración de Joe Biden han reiterado este punto. El hecho de que Israel parezca estar cumpliendo estas condiciones determinará durante cuánto tiempo (y con qué entusiasmo) Estados Unidos seguirá respaldando la ofensiva de Israel.
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