Chile tiene una crisis de confianza. Personas corruptas han entrado en sus instituciones y pareciera que el país se cae a pedazos. Lo cierto es que la falta de probidad es algo común e inherente al ser humano. No todos son corruptos y sin duda, la gran mayoría no lo es. Pero los corruptos se notan mucho y sin duda hacen mucho daño. La corrupción es un cáncer y siempre hace metástasis.
Hoy el gobierno está en una crisis y una disyuntiva. Llegaron al poder diciendo que lo cambiarían todo y que ellos tenía un status moral que era superior a todos sus antecesores. La verdad es que eso hoy es evidentemente falso.
Han demostrado ser corruptos, buscar el beneficio propio por sobre el social y estar dispuestos a incluso usar el dinero destinado a los más pobres, sin ningún pudor. Han lucrado de la pobreza, lo que es imperdonable. Del mismo modo, es cierto también que estas prácticas podrían ser de algunas personas individuales y por tanto que la gente de bien en el gobierno realmente hiciesen lo que la ciudadanía espera y que efectivamente “caiga quien caiga”. Pero no, el gobierno insiste en hacer defensas corporativas e intentar salvar a piezas del ajedrez para no perder el juego.
La política y la repartición de cuotas de poder entre los partidos son para ellos, más importante que lo correcto. El “Caso Fundaciones” evidencia esto. Para salvar y salvarse, el gobierno desde sus miembros mienten. Ciertamente alguien miente. No coinciden las fechas, no coinciden los dichos. ¿Sabían o no sabían? ¿Cuándo supieron? ¿Cómo supieron? ¿Fueron rumores o fue un informe? Alguien miente y frente a lo que a todos se nos aparece a los sentidos, sigue el show. La verdad es que quienes hoy nos gobiernan no respetan a la ciudadanía, menos a los contribuyentes. Asumen que crear “mecanismos” es algo tan natural como “respirar”. La verdad es que no. Y si lo ha sido, no debe serlo. Hay que tomar medidas y sí, que “caiga quien caiga”. Hoy tenemos claro que sí sabían. La pregunta es quiénes sabían y qué hicieron. Esto es de suma gravedad y es impresentable que los jefes de cartera, frente a la evidencia clara, no asuman las responsabilidades políticas e insistan en mantenerse en el cargo. No hay piso, deben salir.
Si el gobierno realmente quiere mostrar frente a la ciudadanía que es probo y que estos temas le importan, debe sacar a los responsables políticos. Hay que pagar “los platos rotos”. Chile está cansado, este mecanismo de fundaciones para financiar la política es vergonzoso y tiene muchas agravantes. Quienes nos gobiernan aún no hacen el inventario de bajas.
Eran los impolutos, era mentira. Eran los con real conciencia social, era mentira, estuvieron dispuestos a robarse la plata destinada a los más pobres. Eran los representantes del deseo del pueblo, mentira. La ciudadanía ya entendió y despierta ya no les cree. Es más, los deseos del gobierno, son las antípodas de lo que la gente busca. Han corrompido y degradado las instituciones. Han minado las confianzas ciudadanas y han cavado su propia tumba. Chile quiere verdad. Chile necesita honestidad. Hacer el bien no es deseable porque sí, es necesario para que un país avance hacia el real bienestar. Lo primero para la coherencia es que el decir y el hacer tengan correspondencia y ese es el problema del gobierno. Es completamente “esquizofrénico”. Dice A y hace B. Dice A y vota B.
Quienes nos gobiernan buscaron el poder para imponer sus ideas, no las de la gente. Estuvieron y han estado dispuestos a hacer lo incorrecto, porque están convencidos que “El fin justifica los medios” y eso es en esencia inmoral. Ningún bien se hace desde un mal. Quemaron el país y lo desestabilizaron con tal de hacerse del poder. En el poder buscaron el beneficio personal, por sobre el bien común. Son inmorales y Chile lo sabe, por eso no los quieren. No se ganaron el amor, sino el reproche. Siempre se puede enmendar, pero frente a las opciones de enderezar el camino, sólo los vemos hundirse más. Rezo porque Dios los ilumine, Chile no merece tan poco.
Por Magdalena Merbilháa, periodista e historiadora, para El Líbero
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