La votación del domingo 17 es una de las más complejas que recuerdo. Es sobre una nueva Constitución, pero el contenido de ésta no es la única consideración para decidir el voto. No se explica de otro modo que la izquierda más dura (PC y Frente Amplio) vote igual que la derecha más dura (los que califican de socialista y “onunista” la misma Constitución que sus actuales compañeros de ruta consideran de extrema derecha y partisana de los Republicanos, tanto que la han bautizado de Kastitución).
Claramente uno de los dos grupos está equivocado. O los dos, y finalmente el proyecto no es ni lo uno ni lo otro; sino una Constitución moderada que resuelve algunos de los principales problemas de la vigente: a) fragmentación del sistema político que afecta la gobernabilidad y b) fragilidad institucional por la facilidad que existe para cambiarla ya que sólo requiere 4/7 (57%) de los votos en el Congreso y no está “acompañada” de leyes orgánicas constitucionales con quórum más altos, por lo que la autonomía del Banco Central (entre otras instituciones fundamentales) puede eliminarse con la mitad más uno de los votos de diputados y senadores en el Congreso. Esto último es lo que pensamos muchos de quienes nos inclinamos por la opción A Favor.
Pero, por otro lado, el hastío y el engaño como sentimientos predominantes en la población en relación a todo el proceso constitucional pueden llevar a no pocos opositores al gobierno a votar En Contra, castigando al niño equivocado para terminar luego la pelea.
La votación también es acerca de un gobierno porque, inevitablemente y cualquiera sea la convocatoria, una elección de medio término tiene incorporada en el voto un juicio sobre la gestión del gobierno, en este caso el de Boric, y los electores castigan o premian a quienes ejercen el poder según su performance. Esto es así, aunque con alguna confusión esta vez, porque el A Favor es para castigar al gobierno y el En Contra es para apoyarlo. ¿Quién sería el genio, o el leso, que eligió y/o aceptó esas denominaciones para las opciones de voto? Es imposible que la gente se abstraiga de cuestiones tan fundamentales como la criminalidad desbordada que asola nuestras calles y rutas; o la falta de oportunidades de trabajo y el deterioro de la economía doméstica a la hora de emitir un voto.
Así las cosas, el voto proviene de una combinación de percepciones y sensaciones de cada votante que no son fáciles de anticipar. Las encuestas hasta ahora en general favorecen a la opción En Contra, aunque con una tendencia decreciente. Hay una encuesta, la de Partner, que predice un triunfo claro del A Favor, y tiene como antecedente un pronóstico acertado para el triunfo del Rechazo en Chile y la victoria de Milei en Argentina. Esta dispersión de las encuestas puede explicarse por falta de claridad acerca de lo que de verdad estamos votando. Algunas respuestas a otras preguntas de las encuestas (por ejemplo, adhesión a partidos políticos) muestran que ésta es muy baja con la única excepción del Partido Republicano. La baja identificación con partidos también dificulta el trabajo con encuestas panel, que se basan en entrevistar siempre a la misma gente, acumulando conocimiento acerca de la probabilidad que, sin estar aún decididos, voten por una opción en base a su cercanía a los partidos y su historia en elecciones anteriores.
Eso me hace pensar que el resultado de la elección está abierto. Cualquiera sea el resultado del domingo debiéramos ya aprender que nadie tiene comprado el futuro. Es cierto que un triunfo del A Favor le hace un daño importante al gobierno de Boric. Si gana En Contra, tendrá que seguir lidiando con un problema difícil en lo que resta de su mandato y desde el oficialismo ya han adelantado que presionarán a la oposición para sacar al menos sus reformas tributaria y previsional. Mostrar debilidad sería la peor respuesta en ese caso.
Para la oposición, lo que es clave es que haya unidad después del resultado y no una noche de cuchillos largos si éste es adverso. Quienes después del triunfo del Rechazo se apresuraron a pactar con el gobierno un nuevo proceso, sin mayor reflexión, no pueden acusar a Republicanos (que se oponía al nuevo proceso) por un triunfo del En Contra. Pero quienes, como Republicanos, condujeron ese proceso después de obtener una alta votación eligiendo a la mayoría de los consejeros, tampoco pueden culpar a Chile Vamos porque la propuesta no prosperó. Dejemos a la historia que reparta las culpas, si ese es el caso, y concentrémonos en el futuro.
Las próximas elecciones son uninominales (alcaldes y gobernadores), de modo que la unidad entre distintos partidos del mismo sector será clave para el futuro político. Si la centroderecha actúa unida, aun después de un eventual triunfo del En Contra podría propinar una nueva derrota a una izquierda de deficiente gestión, lo que la dejará bien aspectada para las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias. Eso es lo más importante.
Si gana el A Favor, la centroderecha no sólo quedará en la pole position para las próximas elecciones, sino que además borrará las reformas empobrecedoras de un gobierno de Boric debilitado hasta el extremo. Usted elige.
Por Luis Larraín, economista, para El Líbero
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