El estrés y la depresión han resonado más desde el comienzo de la pandemia debido al gran aumento de casos que ha existido en el mundo, y uno de los grandes enfoques de investigación es la relacionada a la alimentación y los trastornos de depresión.

Algunos estudios realizados en años recientes sugieren que los alimentos que contienen azúcar y un alto contenido de grasa, que normalmente se antojan en momentos de estrés o cuando estamos deprimidos, son los que menos benefician a la salud mental.

Estos hallazgos provienen de un campo de investigación emergente conocido como psiquiatría nutricional, que estudia la relación entre la alimentación y el bienestar mental, y que comer ciertos alimentos podría promover la salud cerebral, y a la vez mejorar la salud del corazón, tal vez suene a sentido común.

¿Puede deprimirte lo que comes?

Pero, durante mucho tiempo, la posible influencia de la comida en la felicidad y el bienestar mental fue “prácticamente ignorada”, según señaló un estudio en 2016.

En la actualidad, existe evidencia de que niveles alterados de azúcar en sangre, lo que está determinado en gran parte por la calidad de la alimentación, desarrollarían estrés a nivel cerebral, el cual se manifiesta a través de síntomas depresivos y perturbaciones en el estado de ánimo, señala Alonso Hernández Melo, nutricionista y académico Escuela Nutrición y Dietética, Universidad de Talca.

De hecho, “existe una relación importante entre el riesgo de desarrollar depresión en pacientes que padecen de Diabetes Mellitus tipo 2, en particular en aquellos pacientes no compensados” añade Hernández, también diplomado en Psiconutrición.

No por nada, al intestino se ha le denominado “el segundo cerebro”, debido a que aquí estaría la absorción de nutrientes fundamentales para el buen funcionamiento del organismo en general, y específicamente del Sistema Nervioso.

De esta manera, se explica la conexión entre el intestino con los centros generadores emocionales (Sistema Límbico y la amígdala) que estarían relacionados con los centros ejecutivos de la zona prefrontal, que le dan la denominación comprensiva a las emociones para interpretar los estados de ánimo, “y de esta manera llegar a lo que todos buscamos: mantener el control de nuestras emociones, influyendo positivamente en las acciones que realizamos para experimentar un mayor bienestar” dice Eduardo Pino, académico del Departamento de Psicología de la Universidad de Magallanes.

¿Cómo los alimentos pueden deprimirte? ¿Qué le sucede a tu cuerpo?

Una dieta saludable fomenta la salud del intestino, el cual se comunica con el cerebro a través de lo que se conoce como el eje intestino-cerebro. Los microbios en el intestino producen neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, que regulan nuestro estado de ánimo y nuestras emociones, y la microbiota intestinal ha estado implicada en resultados de salud mental.

Los neurotransmisores son moléculas sintetizadas por nuestras neuronas en el cerebro y necesitan componentes fundamentales obtenidos desde los alimentos para poder producirse, por ejemplo, vitaminas del complejo B y algunos aminoácidos esenciales. “Los aminoácidos esenciales se obtienen de las proteínas consumidas en la dieta y no pueden ser producidos por el organismos humano, por tanto se debe ingerir” explica Susan Bueno, investigadora Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia IMII, y académica UC.

Por eso, el consumo insuficiente de estos nutrientes puede llevar a desbalances del sistema nervioso, resultando en múltiples trastornos asociados, entre ellos el estado de ánimo.

Respecto a los estados depresivos, por ejemplo, se da un ciclo negativo en que el paciente pierde la apetencia por ingerir alimentos, incluso los que le gustaba comer antes pues se instala la anhedonia (dificultad o impedimento para experimentar placer), por lo que tiende a perder nutrientes relevantes que le ayudan a su buen funcionamiento.

“De ahí que se les recomienda apoyar su dieta con suplementos que ayuden a regular esto” enfatiza Pino, porque el funcionamiento depresivo se complementa con episodios ansiosos, la ingesta tiende a resultar desorganizada, con apetencia hacia alimentos tienden a resultar inflamatorios, como es el exceso de carbohidratos refinados, grasas saturadas y azúcares.

“Éstas últimas en busca de reacciones dopaminérgicas, las que son muy efímeras y crean una mayor dependencia” añade el académico UMAG. De ahí que este tipo de alimentación no contribuya a la mejora del paciente, que además tendería a presentar otros problemas relacionados a un Síndrome Metabólico con el tiempo, lo que viene a empeorar aún más la situación.

¿Cómo saber que alimentos nos hacen bien?

Los alimentos que impactan negativamente en nuestro microbiota son aquellos que contengan grasas saturadas, sal y azucares simples, señala Paola Aravena, nutricionista Universidad de Magallanes, como por ejemplo:

  • Galletas.
  • Chocolates.
  • Golosinas.

Además, el consumo de alimento ultraprocesados en una dieta puede provocar afecciones a la salud, que se pueden evidenciar a través de una amplia gama de manifestaciones sintomatológicas que pueden ir desde un simple dolor de cabeza, alteración del patrón de sueño, o hasta el desarrollo de una patología crónica como Diabetes Mellitus, Hipertensión arterial, entre otras, y en casos más complicados, el desencadenamiento de algún tipo de cáncer.

Por eso, “consumir alimentos que pertenecen a la dieta mediterránea contribuirían a mantener una microbiota en equilibrio y permite que nuestro cuerpo se sienta con más energía” añade Aravena.

En un estudio publicado el 2022, donde se analizó a 150 adultos con depresión, los investigadores descubrieron que las personas que siguieron una dieta mediterránea complementada con aceite de pescado tuvieron mayores reducciones de síntomas de depresión, estrés y ansiedad al cabo de tres meses en comparación con el grupo de control.

El especialista de la UTalca, comenta que desde el área nutricional siempre se está fomentando el consumo de alimentos que posean un perfil nutricional de calidad, la cual se traduce en la presencia de nutrientes que están relacionados con el correcto funcionamiento del organismo y con el cuidado de la salud general.

Un ejemplo de estos nutrientes son:

  • Vitaminas.
  • Minerales.
  • Ácidos grasos poli y monoinsaturados.
  • Fibra.

“Estos nutrientes se encuentran ampliamente presentes en variados alimentos de origen vegetal, como frutas, verduras, frutos secos, legumbres y semillas, y también en aquellos alimentos de carácter integral” agrega Hernández.

Por eso, de acuerdo a la investigadora IMII, es muy importante que cada persona pueda identificar los alimentos que son evidentemente problemáticos para su salud y eliminarnos o reducirlos de su dieta.

Si bien hoy en día puede haber menos tiempo para cocinar en casa, cabe mencionar que una dieta saludable es aquella que en su más alta proporción contenga alimentos naturales, vale decir, que sean lo más naturales posibles,

“Reemplazar una alimentación natural por alimentos procesados pone en riesgo a la persona a sufrir un desbalance nutricional que puede tener múltiples consecuencias, no solo en el ánimo” añade Bueno.

¿Se puede tratar la depresión sólo con la alimentación?

“En mis abordajes e intervenciones nutricionales con pacientes siempre trabajo la aplicación de la nutrición como un factor clave en el cuidado de la salud mental” comenta Hernández, especialista en Pisconutrición.

Esa realidad adquiere aún más importancia si se tiene en consideración que las alteraciones en la salud mental (más allá de sus factores desencadenantes) tienen un impacto importante en los patrones alimentarios y el desarrollo de conductas alimentarias alteradas (CAA) o de riesgo.

El Dr. John Cryan, neurocientífico, profesor y presidente del Departamento de Anatomía y Neurociencia de University College Cork, Irlanda, es un científico reconocido por estudiar y comprender la interacción entre el cerebro, el intestino y el microbioma, y cómo se aplica al estrés y los trastornos psiquiátricos.

En una nota de Qué Pasa, dijo que la alimentación debería ser una añadido al tratamiento por depresión ya que hay estudios de la microbioma donde se demuestra su importante papel en cómo dietas pueden afectar el cerebro.

“El apoyo nutricional resulta de gran importancia como complemento” enfatiza Pino, pues además de aportar con los nutrientes necesarios, se vuelve un factor que cuando el paciente va logrando su dominio, aumenta su autovalía al verificar una mayor autoeficacia en este desempeño.

Se han verificado mejoras en dos procesos fisiológicos básicos para el bienestar del individuo, añade el especialista UMAG, que repercuten directamente en su vivencia psicológica, como son la alimentación y el sueño.

Además, se logra ver la mejora de la apariencia del paciente cuando come y duerme mejor, pues su autoestima aumenta y le entrega mayor seguridad en su contacto interpersonal, “aunque esto se verifica en cierta medida cuando el proceso se encuentra más avanzado, ya que cuando la sintomatología del depresivo o el ansioso está en su más marcada expresión, su autoimagen generalmente no le resulta importante” explica Pino.

En tanto, a pesar de la variedad de factores que intervienen en el correcto funcionamiento del sistema nervioso central y el desarrollo de patologías de salud mental, “considero que el llevar una correcta alimentación podría contribuir positivamente en el manejo, control y prevención de estas patologías” concluye el académico de la U. de Talca. Sin dejar de lado, en algunos casos, la farmacología y el tratamiento médico/psicológico especializado estén presentes en el plan de cuidado e intervención.

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