En su cordial y amistoso saludo de Navidad, el Presidente Gabriel Boric volvió a mostrar evidencia de lo poco creíble que resultan las palabras presidenciales de buena crianza cuando los actos y decisiones de gobierno solo contribuyen a profundizar las divisiones y buscar beneficios en la polarización cuando demuestran ser incapaces de hacerse cargo de las prioridades de las grandes mayorías. De poco sirve decir que no sobra nadie cuando las acciones del gobierno solo parecen reflejar que La Moneda cree que los que no piensan como ellos no tienen lugar en el Chile de hoy.
Contagiándose un poco con el espíritu de Navidad, y haciendo gala de su estilo informal y poco protocolar, Boric envió un mensaje de Navidad en el que pedía a los chilenos “reencontrarnos” y destacaba que los chilenos “le damos valor al cariño, a los afectos, a detenernos y mirarnos por un momento los unos a los otros”.
Lamentablemente, la forma en que ha gobernado Boric muestra que ni el Presidente ni la coalición de gobierno practican lo que predica. Boric no acostumbra a reunirse con sus adversarios políticos para demostrar cariño y construir puentes. Incluso cuando se trata de sus aliados, Boric no hace muchos esfuerzos por demostrar amistad cívica. A su vez, los principales líderes de la coalición de gobierno parecen incapaces de abandonar esas posiciones de superioridad moral que tanto daño le han hecho a su gobierno y al país. Aunque ya queda claro que ellos no tenían otra forma de hacer política y que bastó que llegaran al poder para que perfeccionaran las malas prácticas de corrupción, nepotismo, amiguismo y vanos esfuerzos por justificar lo injustificable, muchos en el oficialismo del Frente Amplio y del PC siguen convencidos de que poseen una virtud que el resto de la clase política no conoce.
Si bien el mensaje de Boric es el correcto, hace un año, el Presidente sorprendió a sus aliados y enfureció a sus adversarios y al resto del país al indultar a delincuentes con extenso prontuario con la incomprensible y falaz excusa de que se trataba de personas que luchaban por más justicia social. Hace unas semanas, cuando uno de esos delincuentes indultados se vio involucrado en lo que la Fiscalía asegura que fue un secuestro, Boric desaprovechó una gran oportunidad para pedir perdón por su desatinada decisión de conceder ese indulto. Como niño terco que sabe que hizo algo malo, pero no quiere reconocer su falta, Boric cree que basta con decir buenas palabras para que los demás olviden la falta. Si el Mandatario de verdad quiere reencontrarse con los chilenos, debe pedir perdón por su irresponsable decisión de indultar a esos delincuentes con amplio prontuario. Mientras no lo haga, su promesa de mano dura contra la delincuencia difícilmente serán creíble. Ni las personas se sentirán más seguras, ni los delincuentes se sentirán atemorizados. Peor aún, los carabineros tampoco se sentirán respaldados por el gobierno para combatir la delincuencia con todo el peso de la ley. Precisamente porque decir palabras de buena crianza resulta fácil, las bien intencionadas palabras del Mandatario atraen menos atención que los hechos delictuales que terminaron con personas asesinadas y otras heridas de bala en los días anteriores a la Navidad.
Pero además de negarse a pedir perdón por sus torpes, insensatos e innecesarios errores, Boric también sigue empecinado en impulsar reformas que ignoran las preferencias de la ciudadanía y que inevitablemente llevarán al país en la dirección equivocada. El reciente anuncio del gobierno sobre la forma en que quiere distribuir el 6% adicional de imposiciones para la jubilación es un buen ejemplo. Aunque las encuestas muestran que la gran mayoría quiere que el dinero adicional vaya a cuentas individuales, el gobierno ha anunciado que sólo quiere que 2 de cada 6 pesos vayan a engrosar las cuentas individuales. Todavía peor, contraviniendo la recomendación de los expertos, el gobierno quiere adjudicar uno de cada 6 pesos a fortalecer el empleo de las mujeres. La intransigente posición del gobierno es un mal augurio para el futuro de la reforma. Como el gobierno no tiene mayoría en el Congreso, si La Moneda no se abre a negociar con la derecha -con los que piensan distinto y con aquellos con quienes presumiblemente, Boric quiere mirarse- no habrá reforma de pensiones. Pero lo que es peor, esa actitud soberbia que desconoce las recomendaciones de expertos y niega la realidad es lo opuesto de lo que debiera ocurrir si Boric de verdad quiere que promover un reencuentro entre los chilenos.
Como el país saludablemente está lleno de ese espíritu de buena voluntad asociado a la navidad, corresponde darle una oportunidad al Presidente y mostrar disposición al entendimiento y al diálogo. No obstante, para que haya humo blanco, el gobierno debe acompañar las buenas palabras con hechos concretos que muestren que ha enmendado el rumbo y que es capaz de escuchar lo que la gente quiere y proponer reformas que reflejen esas preferencias de las grandes mayorías. Solo así podremos comenzar a soñar en reencontrarnos con aquellos que justificaron la violencia octubrista y la embriaguez fundacional y el resto del país que fue víctima de estos 4 años para el olvido.
Por Patricio Navia, sociólogo, cientista político y académico UDP, para El Líbero
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