Se elevó a 62 el saldo de muertos de una serie de fuertes terremotos que sacudieron el oeste de Japón, dañando además miles de edificios, vehículos y barcos. Las autoridades advirtieron el martes de que podrían producirse más sismos.
Las réplicas continuaron sacudiendo la prefectura de Ishikawa y zonas cercanas un día después de que un temblor de magnitud 7,6 azotara la zona.
Los daños fueron de tal magnitud que no pudieron evaluarse inmediatamente. Los medios de comunicación japoneses informaron de que decenas de miles de viviendas habían quedado destruidas.
El portavoz del gobierno, Yoshimasa Hayashi, dijo que 17 personas estaban gravemente heridas y dio una cifra ligeramente inferior de muertos, diciendo que estaba al tanto del recuento de la prefectura.
El agua, la electricidad y el servicio de telefonía móvil seguían sin funcionar en algunas zonas. Los residentes expresaron su tristeza por su futuro incierto.
“No es sólo que sea un desastre. La pared se ha derrumbado y se puede ver a través de ella hasta la habitación de al lado. No creo que podamos seguir viviendo aquí”, dijo Miki Kobayashi, residente de Ishikawa, mientras barría su casa.
La casa también resultó dañada en el terremoto de 2007.
Aunque el número de víctimas siguió aumentando gradualmente, las rápidas advertencias públicas, retransmitidas por radio y teléfono, y la rápida respuesta del público en general y de las autoridades parecen haber limitado algunos de los daños.
Toshitaka Katada, profesor de la Universidad de Tokio especializado en catástrofes, dijo que la gente estaba preparada porque la zona había sufrido terremotos en los últimos años. Tenían planes de evacuación y suministros de emergencia almacenados.
“Probablemente no haya en la Tierra un pueblo tan preparado para las catástrofes como el japonés”, declaró a la agencia AP.
Japón se ve afectado con frecuencia por terremotos debido a su ubicación a lo largo del “Anillo de Fuego”, un arco de volcanes y fallas en la cuenca del Pacífico.
Katada advirtió que la situación sigue siendo precaria e impredecible. El terremoto y tsunami de marzo de 2011 en el noreste de Japón había sido precedido por otros sismos.
“Esto está lejos de terminar”, dijo Katada.
Las predicciones de los científicos se han demostrado erróneas en repetidas ocasiones, como con el terremoto de 2016 en el suroeste de Kumamoto, una zona que antes se consideraba relativamente libre de sismos.
“Tener demasiada confianza en el poder de la ciencia es muy peligroso. Estamos tratando con la naturaleza”, dijo Katada.
Las imágenes aéreas de los medios de comunicación japoneses mostraron daños generalizados en las zonas más afectadas, con corrimientos de tierra que sepultaron carreteras, barcos arrastrados por las aguas y un incendio que había convertido en cenizas toda una sección de la ciudad de Wajima.
El ejército japonés envió 1.000 soldados a las zonas siniestradas para unirse a las labores de rescate, según declaró el martes el primer ministro Fumio Kishida.
“Salvar vidas es nuestra prioridad y estamos librando una batalla contrarreloj”, declaró. “Es fundamental que las personas atrapadas en sus casas sean rescatadas inmediatamente”.
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