Todo comenzó en 2021 cuando la Oficina del Director de Inteligencia Nacional (ODNI) publicó un informe que detalla información recientemente desclasificada sobre Fenómenos Aéreos No Identificados (FANI) los antes conocidos como Objetos Voladores No Identificados u Ovnis.
Desde entonces, el Departamento de Defensa ha publicado informes anuales sobre FANI a través de la Oficina de Resolución de Anomalías de Todo Dominio (AARO). Sin embargo, aún existe una escasez de datos científicos disponibles públicamente.
Para abordar esta situación, un nuevo estudio dirigido por el Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica y el Proyecto Galileo propone una Cámara Infrarroja de Todo el Cielo (Dalek) para buscar posibles indicios de naves espaciales extraterrestres.
El estudio fue liderado por Laura Domine, de la Universidad de Harvard e investigadora del Proyecto Galileo. Allí se describe un instrumento bautizado Dalek, debido a su parecido con los extraterrestres mutantes de la serie Doctor Who.
Este instrumento se basa en las recomendaciones de la NASA, donde señalaban que los “futuros sensores diseñados específicamente para la detección de ovnis deberían ajustarse en escalas de tiempo de milisegundos para facilitar una mejor detección. En sintonía, los sistemas de alerta deberían detectar y compartir información transitoria de forma rápida y uniforme. Las plataformas multisensor son importantes para proporcionar una imagen completa de estos fenómenos. Se debe registrar el movimiento de un objeto, así como su forma (datos de imagen), color (datos multiespectrales o hiperespectrales), cualquier sonido u otras características”.
El profesor Avi Loeb, de la Universidad de Harvard y director del Proyecto Galileo declaró en una entrevista que “con frecuencia, los datos del gobierno estadounidense se clasifican, ya sea porque fueron recopilados por sensores clasificados o porque no se comprenden completamente y podrían ser relevantes para la seguridad nacional. En caso de duda, los datos no se divulgan al público ni a la comunidad científica. Sin embargo, el cielo no está clasificado, por lo que el Proyecto Galileo opera un observatorio de cielo completo en la Universidad de Harvard y construye otros dos observatorios en Pensilvania y Nevada que buscan objetos anómalos en las bandas infrarroja, óptica, de radio y de audio”.
Como detalló Loeb, estos tres observatorios detectan alrededor de 100.000 objetos al mes cada uno y ya han obtenido datos de aproximadamente un millón de objetos. Esta es la base de datos más grande recopilada sistemáticamente sobre ovnis que el Proyecto Galileo analiza mediante software de aprendizaje automático.
Los algoritmos se entrenan con objetos familiares (aviones, drones, globos, aves, satélites, etc.), lo que les permite analizar todos los FANIs observados y detectar valores atípicos. Además, el estudio incluye un resumen de los primeros cinco meses de funcionamiento del observatorio.
Durante este periodo se detectaron aproximadamente 500.000 objetos. Alrededor del 16 % de las trayectorias reconstruidas (aproximadamente 80.000) se marcaron como valores atípicos con un nivel de confianza del 95 % y se examinaron manualmente con imágenes infrarrojas.
De estas, 144 trayectorias resultaron ambiguas, y afirman que probablemente se trate de objetos comunes que no pueden clasificarse sin información, distancia ni otros datos de los sensores.
El objetivo final, según Loeb, es encontrar los pocos (si es que hay algunos) valores atípicos que podrían considerarse evidencia de una especie tecnológicamente avanzada.
“Nuestro objetivo es comprobar si existen objetos que presenten características o formas de vuelo anómalas – concluye Loeb -. Incluso si uno entre un millón mostrara capacidades que trasciendan las tecnologías creadas por el ser humano, constituiría el mayor descubrimiento científico jamás realizado. Un objeto así podría sugerir la existencia de una civilización tecnológica extraterrestre de la que podemos aprender sobre ciencia y tecnología más avanzadas que las que los humanos desarrollaron durante el siglo pasado”.
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