Los últimos acontecimientos llamados por el oficialismo como “secuestro…” nos hacen pensar: cuánto Venezuela y Cuba están metidos en la política chilena.

Nadie sensato duda que lo que hay en Venezuela es una dictadura empobrecedora. La evidencia es más que abundante para afirmar tal sentencia. A pesar de que las pruebas son claras y distintas hay quienes, atentando contra la inteligencia, las niegan.

Hay quienes consideran en nombre de la ideología que deben justificar lo injustificable y llamar de un modo equívoco, distinto a su ser, algo que evidentemente es por esencia lo contrario. Venezuela es un hermoso país que fue destruido por la ideología.

El marxismo bolivariano impuesto por Chávez se perpetuó con Maduro y logró hacer que “la arena escaseara en el desierto”. De un país rico y pujante hoy vemos la pobreza endémica con pobreza extrema y desigualdad infinita. Dicen que el comunismo ama tanto a los pobres que los multiplica y lo cierto es que donde se ha implementado, nunca ha traído prosperidad, sino lo contrario. Esto es lo que ha pasado en Venezuela: si no fuese un infierno terrenal, no podríamos explicar el por qué tantos intentan escapar del “paraíso” impuesto por fuerza. El problema es que este “cáncer mortal” que anula lo que nos hace humanos, la autodeterminación, la libertad; intenta extenderse sea como sea. Para ellos todo es válido.

Como es la envidia lo que moviliza la idea igualitaria, no solo imponen la idea de “lucha de clases” contra quien tiene más o es mejor, sino que esto se extrapola a nivel nacional. No les basta con autodestruirse, buscan destruir a otros. No es novedad que el proyecto bolivariano retoma desde la ideología la idea de Simón Bolívar de una unidad latinoamericana y busca hundir a todos en el barro. Si ya Venezuela se hundió completamente y queda poco que explotar hay que drenar a otros. No soportan que la prosperidad contraste con el “sueño” perfecto impuesto por fuerza, afirmado por el relato mentiroso que dice ser lo contrario a lo que se evidencia.

El gran enemigo era y es Chile, que evidenciaba que un país en esencia más pobre podía generar riqueza aplicando las recetas contrarias a las del estatismo. El cambio del modelo en Chile después de derrotar una dictadura marxista es algo que el comunismo no puede perdonar. Chile fue en contra de la teoría del marxismo que afirma que el socialismo es inexorablemente la fase posterior del capitalismo y que es irreversible.

En Chile fue reversible, incluso habiendo llegado el marxismo desde las urnas. El orgullo desde la “vía democrática” había fracasado en todos los sentidos. La reinversión de Chile desde la libertad económica fomentando el ahorro y la apertura internacional trajo los frutos anhelados por la gente. La institucionalidad que aumentaba la subsidiaridad y daba libertad de emprendimiento y participación real convirtió a este pequeño país al fin del mundo en el “tigre”, “el oasis”, de Sudamérica. Eso es imperdonable para la falsa verdad que es la ideología.

Por Magdalena Merbilháa, periodista e historiadora, para El Líbero

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