El tiempo pasa vertiginosamente, y muchas veces ni siquiera tenemos conciencia de lo fácil o difícil que nos ha sido el camino recorrido, porque los insondables misterios de la mente nos dicen qué recordar y qué olvidar. Pero, curiosamente, en política pareciera que el asunto pasa por otro carril; hemos llegado a la mitad del periodo del actual gobierno, y resulta imposible olvidar todas sus chambonadas…
La realidad está saturada de evidencias de desgobierno, de indolencia, de faltas a la probidad, de ausencia de gestión, a las que se suman: desafíos al ordenamiento institucional y al Estado de Derecho; conductas que han puesto en riesgo la seguridad nacional y el prestigio internacional… Para qué seguir, han sido dos años de decrecimiento, inseguridad y, por qué no decirlo… de vergüenza nacional.
Estando a la vista el fracaso gubernamental, llama la atención la desfachatez del Presidente al sostener que en sus dos años de gobierno «el país ha crecido… lo recibimos en una situación muy complicada, pero la hemos podido normalizar» (sic), y además con toda desvergüenza augure que «entregarán un país mucho mejor que el que recibieron» (sic). Como me dijo un parroquiano, ¿que estará fumando este señor?
Convencida esta prospectiva pluma que no es mucho lo que se puede esperar de quienes pasaron «sin escala» desde la calle a La Moneda, sugiere que, si miramos para atrás, debe ser con la intención de analizar los errores cometidos, y de sacar a la oposición de este «modo de supervivencia» y del marasmo en que ha estado sumida.
La oposición debe partir de la base que el Presidente, en la segunda mitad de su mandato, no va a hacer nada distinto a lo realizado, porque está conforme con lo logrado.
Un análisis realista debe considerar que el Mandatario, a pesar de todo lo dicho y de haber transgredido importantes paradigmas y tradiciones republicanas, ha logrado mantener un 30 % de adhesión, lo que no es poco; además, algo muy importante… no se ha apartado de la tutoría del Partido Comunista, ni de las aspiraciones refundacionales de la izquierda más dura.
Así las cosas, los sectores partidarios de la Sociedad Libre deben asumir con convicción que el mejor momento para empezar a construir un futuro de orden, seguridad, bienestar y progreso, es ahora, ¡ya! Por lo mismo, deben empezar a actuar, hablar, y caminar con mayor claridad y firmeza, porque “no se dejan huellas andando en puntillas»
Siempre habrá «brujos estrategas» que esperan un «mejor momento» para actuar… Se equivocan: “lo que se planta hoy se cosechará mañana”, luego, será tarde, y dentro de algunos años estarán más arrepentidos por lo que no hicieron que por lo que hicieron.
La idea fundamental de esta modesta pluma es que, estando en la mitad de «la marejada izquierdista», lo que se requiere son políticos comprometidos con los valores de la Libertad, que sean capaces de realizar un trabajo valiente, consistente, metódico, y ordenado, que sirva a «una estrategia conjunta» más que a intereses partidistas… Urge encontrar una tripulación que tome la caña, recupere el rumbo y rescate al país de la deriva en que se encuentra.
Por Cristián Labbé Galilea
/psg