Como no va a ser una tremenda paradoja que: justo ahora cuando se pide que sean los militares los que salgan a la calle para dar seguridad y tranquilidad a una sociedad aterrorizada por la violencia y el crimen organizado; la familia militar sea golpeada por la autoinmolación de un viejo soldado al verse condenado a morir en la cárcel después de 50 años de haber cumplido con su deber de servir a la patria y de cumplir las órdenes de sus superiores.
Siendo por lo general, la inmolación un sacrificio ritual y épico, una ofrenda al honor, la dignidad y las creencias de quien adopta tan fatal decisión, la muerte del Brigadier Marcos Derpich Miranda (Q.E.P.D) se convierte así, en una heroica acción que da testimonio de la impotencia que siente un soldado al ser objeto de una injusta y vengativa persecución política.
Ante las reiteradas ocasiones en que, en las últimas décadas, hemos tenido que comprobar como veteranos soldados, con dignidad, serenidad y valentía, han tomado similar decisión a la hora de afrontar sentencias que los condenan a morir engrillados, resulta imposible que sus camaradas en servicio no adviertan que situaciones como las descritas les puedan ocurrir a ellos en el futuro… porque si de algo saben los militares es de traiciones e injusticias.
Indigna, además de lo señalado, el comprobar la invisibilización, el ocultismo comunicacional y el indígnate silencio, que situaciones como la inmolación de un soldado condenado a morir en la cárcel produzcan en el mundo politico y en general en la Sociedad Civil, incluso en aquellos que en la década del ‘70 pidieron (como ahora) que los militares salieran a la calle.
¡…Son tantas las veces que esta veterana pluma ha llamado la atención que en los juicios a los militares prima el principio de la venganza y no el de la justicia…!
Recuerdo una vez más a mis ilustrados parroquianos que desde que entró en vigencia el Nuevo Sistema Procesal Penal (2000 – 2005) los militares son los únicos ciudadanos de este país que son procesados por el Sistema Antiguo, el que fue desechado por ser injusto e inquisidor. Por lo tanto, el tan mentado “principio de igualdad ante la ley” es una falaz mentira, la que con su silencio cohonestan tanto los agentes políticos y judiciales, como los académicos y tratadistas.
¡… Imposible no acordarse de aquella sentencia tan manida que advierte que «Cuando la Patria está en peligro se recurre a Dios y al soldado…, cuando el peligro pasa, Dios es olvidado y el soldado juzgado»…!
Por último, como no preguntarse ahora que se vuelve a pensar que son los militares quienes deben salir a la calle… ¿Volverán a ser traicionados? ¿Cuántos soldados más tendrán que morir engrillados? ¿Cuántos mártires más, como el Brigadier Derpich (Q.E.P.D.), van a cobrar las Instituciones políticas y judiciales… para que podamos vivir en paz, orden y libertad?
Por Cristián Labbé Galilea
/psg